Ser comprensivo y positivo, claves del bienestar y la eficacia personal
Y en PsicologíayMente nos cuentan:
A. Pensar en las prioridades del otro
B. Tener paciencia
C. Practicar la escucha activa
D. No ridiculizar
E. Mostrar interés por las emociones del otro
F. Dar oportunidades para redimirse
G. Pensar en las consecuencias de lo que hacemos
H. Considerar la influencia del contexto
Por tanto, es clave ser ajustado, que implica que una persona es adecuada para el fin que se propone.
Y ser comprensivo implica ser amable. Ser amable es maravilloso, dice un artículo de La mente es maravillosa. Y añade: Ser amable es mostrarse tolerante, considerado y empático con uno mismo y con los demás.
Las personas amables son tolerantes y tranquilas, humildes y sencillas; sienten una gran empatía hacia los sentimientos ajenos y están dispuestos a asistir y hacer sentir cómodos a quienes les rodean.
La amabilidad es un bálsamo para el corazón. En primer lugar, cuando somos amables endulzamos y facilitamos la vida de quienes nos rodean. Una mirada comprensiva, una palabra reconfortarte o una sonrisa cómplice son capaces de iluminar el día gris de otra persona. Además, ser amable te acerca al lado más brillante de la vida. Al ser amables, no solo hacemos más agradable la experiencia de la otra persona sino que generalmente recibimos lo mismo de vuelta. También, ser amables con nuestros errores, con nuestros miedos, con nuestras carencias, es parte fundamental del amor propio. Y ser amable con quienes menos lo merecen es un acto de nobleza.
Y apunta 8 claves para ser más amables: Llamar a la gente por su nombre. Ser agradecido. Sonreír. Ser un buen oyente. Educación ante todo. Practicar la empatía. Ofrecer ayuda. Practicar meditación de bondad amorosa.
Además de ser comprensivo y amable, es necesario ser positivo. Ser positivo funciona como sinónimo de optimista, dado que describe la actitud constructiva frente a los problemas u obstáculos, la mirada que busca las potenciales soluciones en lugar de resaltar innecesariamente aquello que no puede repararse. La actitud positiva es la capacidad de percibir el entorno de manera constructiva y posibilista. Y cuando se trabaja desde la positividad, se despierta el sistema nervioso parasimpático, que impulsa la capacidad para crear, imaginar e inspirar.
En ese sentido, la climatología emocional de un conjunto de personas se nutre de las temperaturas emocionales de sus miembros. Un buen líder debe reconocer públicamente las acciones positivas de sus miembros y no sancionar las negativas. Se potenciará si se sustituye el verbo tener en las órdenes por querer. También a través de las preguntas abiertas que impulsan la posibilidad de hacer cosas, porque se dota al interlocutor de capacidades para ofrecer soluciones: ¿Qué necesitarías para que esto salga bien?, ¿cómo imaginas que será la situación una vez que hayamos logrado el objetivo?
Y para ello es fundamental potenciar la gratitud. Valorar desde el agradecimiento los pequeños avances que se vayan produciendo, en lugar de sufrir desde la frustración de todo lo que aún queda por resolver. Las personas que hacen una lista diaria de gratitud, anotando las cosas buenas que les han sucedido, experimentan niveles muy superiores de bienestar y muy inferiores de depresión.