Dos estrenos
Los de rayas son los nuestros en esta añeja foto, fechada el muy frío domingo 8 de febrero de 1942. En ese revoltillo de tipos en calzón corto, empezando por la izquierda vemos a Liz, y moviéndonos hacia la derecha encontramos al llorado portero húngaro Alberty, quien sólo dos meses después morirá a la misma edad y por la misma causa que aquél ante cuyo busto en piedra se encuentra; le siguen Sosa, César y Bonet.
Al otro lado del memorial de Pichichi, el primero es el veterano defensa Alejandro, con su boinilla calada, fichado a principio de temporada y que ha arrebatado la titularidad a González. Después está Conde, que aparece con el rostro parcialmente tapado y que juega su segundo partido de rojiblanco a pesar de llevar año y medio en Granada ya que antes no ha podido hacerlo al estar inmerso en uno de aquellos expedientes de depuración con que castigaba el nacionalsindicalismo a los desafectos.
El que tapa media cara del anterior es el medio Sierra, uno de los pocos refuerzos para el debut primerdivisionista. Más a la derecha vemos sólo las cejas y la frente de Millán; y más a la derecha aún está Gárate, otro desafecto al régimen, eterno suplente que hoy hace de recambio del gran Marín; delante está el fino bigotillo de Bachiller. La escena se desarrolla en San Mamés y los que posan con camiseta blanca son los once jugadores del Bilbao ya que en aquellos años y hasta finales de la década la costumbre era que el que se cambiaba, en caso de coincidencia de colores, era el equipo local.
Los veintidós de corto de la foto están en los momentos previos a la disputa del partido de la jornada 19 de primera 41-42, que enfrentará a nuestro equipo con el titular del estadio, el Atlético (nada de Athletic) de Bilbao. El Granada, debutante en la categoría, es la primera vez que juega en el terreno bilbaíno y, previamente al inicio del choque, se han acercado todos sus jugadores junto con los anfitriones a depositar un ramo de flores ante la escultura que en San Mamés recuerda al que en nuestro fútbol es sinónimo de gol, Rafael Moreno Aranzadi, Pichichi para el balompié, una tradición (que no sabemos si seguirá viva) que debe cumplir todo aquel que pisa por primera vez el estadio conocido popularmente como “La Catedral”.
Luego, sobre el barrillo característico de ese terreno, los rojiblancos ofrecieron un buen partido, con fases de dominio, y quizá merecieron no venirse de vacío. Más de una hora aguantó el Granada con su portería a cero porque Alberty, volando de palo a palo y saliendo con decisión y valentía, lo paraba todo. Así hasta que en un barullo ante su meta, el joven (20 años) ariete Zarra cazó un balón rebotado en el larguero para hacer el único gol por el que los puntos se quedaron en Bilbao. Alberty sólo jugó 14 partidos con nuestro equipo pero, sin duda, éste fue el mejor. La crónica de Patria, justo al lado del anuncio del Aceite Yngles («todos saben para lo que es»), dice que en San Mamés quedaron maravillados con el húngaro y que al finalizar el partido fue despedido por la parroquia con un largo aplauso mientras se retiraba a vestuarios.
Es el Granada de su debut en Primera División, el de mayor poder goleador de sus ya 25 temporadas en división de honor. Su quinteto atacante titular, el que formaban Marín, Trompi, César, Bachiller y Liz, es el mejor de la historia. Entre todos marcaron 64 goles. Sólo el Granada de la siguiente temporada, la 42-43, con 56 goles, y el de Diego Martínez de la 19-20, con 52, se han acercado a aquella cifra, pero la gran diferencia está en que esos 64 goles los consiguieron en sólo 26 partidos, en una primera de 14 equipos, mientras que las ligas actuales duran 38 jornadas.
Además, esas dos primeras temporadas del Granada entre los grandes siguen siendo a día de hoy las dos únicas en las que nuestro equipo consiguió un promedio de más de dos goles por partido jugando en primera. En Bilbao faltaron los dos primeros del quinteto, Marín y Trompi (de los que un periodista madrileño dijo que formaban “un ala jamón”), y quizá por esa razón fue ésta una de las pocas veces de esa liga en que no hubo ningún gol rojiblanco. Después de esta mínima derrota ya sólo perderá el Granada uno más de los siete partidos que faltan y conseguirá la permanencia sin tener que jugar la promoción.
Otro récord todavía vigente que estableció aquel Granada 41-42 fue el de mayor número de goleadas en una temporada de primera: hasta en siete ocasiones nuestro equipo marcó cuatro o más goles en un partido (y en dos más de Copa), y entre esos escardones destaca la que sigue siendo su mayor victoria en primera, un 8-0 al Oviedo en el día del debut de Alberty, sin olvidar un 7-2 al Hércules (o Alicante), un 7-3 al Castellón (con seis goles de César), y nada más y nada menos que un 6-0 sobre el Barcelona en su primera visita a nuestra ciudad, logrado precisamente a la jornada siguiente de jugar en Bilbao, aunque hay que decir que se trata de posiblemente el peor Barça de toda su historia, ya que para evitar el descenso tuvo que promocionar.
En la crónica ciudadana destacamos que pocos días después del partido en Bilbao y el palizón sobre el Barcelona se estrenó en Granada en función especial, Raza, «la película nacional por excelencia» porque «destaca y exalta nuestras virtudes de sangre nunca mancilladas», según los reiterados anuncios en prensa que se publicaron desde más de una semana antes del evento. El argumento de la película es del mismísimo Franco en persona y Olivetti (y algún negro), bajo el seudónimo de Jaime de Andrade, y proviene de la novela del mismo título que el general superlativo dio a imprenta, una especie de Mein Kampf de andar por casa.
El teatro Cervantes, para la ocasión, lució decorado con tapices, abundantes plantas en macetas, banderas y gallardetes, y grandes rótulos formados con bombillas de colorines con la leyenda: ¡Franco! ¡Franco! ¡Franco! ¡Arriba España!, y los asistentes acudieron de etiqueta o uniforme militar de gala, ellos, y de tiros largos, ellas. Toda la Granada de la cosa nacionalsindicalista (la única posible) acudió a la cita y abarrotó el desaparecido teatro del Campillo.
Años después, en 1950, anticipándose a la moda de las secuelas de películas que funcionan bien en taquilla, tuvimos una Raza 2, a la que se llamó “El espíritu de una raza”. Las rioladas de jefecillos y gerifaltes de la cosa azul mahón dándose codazos para salir en las fotos de ese estreno de 1942 contrastan grandemente con la total ausencia de actos oficiales cuando esa segunda entrega se dio a conocer. De actos oficiales y también de cualquier otro tipo de actos porque la secuela se hizo casi de tapadillo y hasta se secuestraron y destruyeron todas las copias que se pudieron encontrar de la primera, de manera que la original ha llegado a nosotros casi por casualidad.
En realidad, El espíritu de una raza era la misma película que la que se llamó Raza a secas, pero en esta segunda ya no se habla de imperio y ya no hay caralsoles ni saludos a la romana, ni se grita ¡Arriba España!, además los yanquis ya no son malos y el único enemigo de España es el comunismo internacional, no también la democracia parlamentaria, los liberales y los masones, como en la otra. O sea, el franquismo, camaleónico como él solo, se autocensuró y eliminó de su película más emblemática todo aquello que pudiera irritar a quienes ayer mismo eran enemigos declarados del régimen. Hasta le cambió el título.
Y es que, claro, en 1941 la II GM era un paseo militar para la Alemania nazi, mientras que en 1950 la coyuntura era muy distinta y pintaban bastos para el dictador, aislado y repudiado internacionalmente, y no muy seguro de poder seguir conservando el mando absoluto, que de siempre fue su principal preocupación.
En la incipiente Guerra Fría le convenía presentarse como la primera trinchera contra el comunismo abandonando aquel trasnochado frenesí fascista del primer franquismo, no fuera a ser que alguna potencia decidiera que esa era una doctrina que había que erradicar de todos los rincones del planeta por ser una amenaza para la paz.
Comentarios
Un comentario en “Dos estrenos”
José Luis Entrala
11 de diciembre de 2020 at 23:38
Sabía lo de la estatua de Pichichi pero ignoraba que la película Raza fue recogida, ocultada y sustituida por una nueva versión que no vi nunca. Y es que, leyéndote siempre aprendo cosas interesantes. Un abrazo.