O Zurdo da Lexía y el once fantasma
El escritor uruguayo Eduardo Galeano, autor de esa obra futbolera de culto que lleva por título “El Fútbol a Sol y Sombra” (1995), dentro de su libro de 2008, “Espejos: una historia casi universal”, bajo la entrada “Última voluntad” escribió:
«La Coruña, verano de 1936: Bebel García muere fusilado. Bebel es zurdo para jugar y para pensar. En el estadio, se pone la camiseta del Dépor. A la salida del estadio, se pone la camiseta de la Juventud Socialista. Once días después del cuartelazo de Franco, cuando acaba de cumplir veintidós años, enfrenta el pelotón de fusilamiento. “Un momento”- manda-. Y los soldados, gallegos como él, futboleros como él, obedecen. Entonces Bebel se desabrocha la bragueta, lentamente, botón tras botón, y de cara al pelotón, echa una larga meada. Después, se abrocha la bragueta: “Ahora sí”».
En Coruña lo conocían como “o zurdo da lexía”. Se llamaba Bebel García García (por el político socialdemócrata alemán August Bebel) y había nacido en 1914 en Ribadeo (Lugo), de donde el matrimonio García-García y sus ocho hijos (con nombres tales que: Bebel, France, Jaurés, Voltaire, Berthelot) tuvieron que salir desterrados por causa de su activismo revolucionario, e instalarse en La Coruña. En los numerosos portales que nos cuentan su corta vida y milagros suelen obviar el dato y éste es desconocido para la mayoría del granadinismo, pero se trata de un ex granadinista, ex recreativista, para ser más exactos, que jugó en el Recreativo de la 34-35, y es el único de todos los futbolistas que pasaron por nuestro equipo que acabó sus días frente a un pelotón de fusilamiento en la Guerra Civil. Algún directivo de por entonces corrió la misma suerte, pero de jugadores éste es -que sepamos- el único caso.
En la web Cuadernos de Fútbol, en un trabajo que firma José Ignacio Corcuera, dice de él que jugaba de extremo izquierdo en el Deportivo de La Coruña luciendo muy buen promedio goleador, y que a su talento sobre el césped y espectacular regate unía fuera del campo un carácter afable y hedonista y una gran devoción por las casas de lenocinio, aparte de ser activo militante y proselitista de las juventudes socialistas gallegas. Corcuera nos remite a lo que Joaquín Arrarás escribió en “Historia de la Cruzada Española”, esa maniquea versión oficial del franquismo sobre la Guerra Civil, refiriéndose a La Coruña en los días previos a la militarada de julio de 1936: «Destacan tres hermanos tristemente célebres en los fastos locales, a quienes, por sus concomitancias masónicas, se les conoce por Los Hermanos de la Logia [sic]. Su ascendencia racionalista y librepensadora la demuestran sus estrambóticos nombres: se llamaban Babel [sic], France y Jaurés. El apellido es lo único español y sensato que conservaban: García». Los tres hermanos y otro más llamado José, el mayor y único bautizado, eran “los hermanos de la legía”, no de la logia, porque la familia vivía de su pequeña industria de fabricación y venta de ese producto. Una calle de La Coruña se llama así en su memoria, cercana a la Torre de Hércules, donde también en las cercanías de ese monumento, existe un polideportivo municipal que lleva el nombre de otro ex recreativista: el portero coruñés que llegó a centenario Rodrigo García Vizoso.
En otra web encontramos lo que opinaba este Rodrigo sobre Bebel: «era un buen delantero, un extremo derecho muy bajito, casi enano, que tenía unas condiciones fabulosas para el fútbol, pero en la cabeza tenía otras cosas». Rodrigo jugó en el Recreativo de la 35-36, por lo que no coincidió en Granada con Bebel, aunque sí previamente en el Deportivo de La Coruña.
El Recreativo de la temporada anterior, la 33-34, “El Once Fantasma”, fue campeón de su grupo de tercera y jugó eliminatorias por el ascenso a segunda. Tras deshacerse del Gerona cayó eliminado por el Gimnástico de Valencia, febrero de 1934, en un accidentado partido de desempate en el neutral campo de El Parral, de Madrid. Pero antes de echar a andar la 34-35, octubre-noviembre de 1934, se le presentó una nueva oportunidad de ascenso en una liguilla previa, por ampliación de la Segunda, que de estar formada por sólo diez equipos pasó a tres grupos de ocho cada uno. Esta vez no se dejó pasar la ocasión. Así, la 34-35 es la del debut del Recreativo en la categoría de plata, encuadrado en el grupo III, formado por andaluces (sólo Recreativo y Malacitano) y levantinos. Ese debut no fue afortunado, con derrotas en los tres primeros choques que llevaron a nuestro equipo a la cola de la clasificación. La mala situación deportiva determinó a la directiva de Fernández-Fígares a buscar refuerzos, con lo que hubo infinidad de jugadores que estuvieron a prueba y algunos pocos fichajes de mitad de temporada.
Una de esas nuevas incorporaciones del Recreativo fue la de Bebel, en diciembre de 1934, de 20 años, que vino junto con un paisano suyo que también procedía del Coruña, Simón, un defensa que sólo fue alineado en un único partido e inmediatamente dado de baja. Tras su primer entrenamiento, ya en el recién estrenado Los Cármenes, Fernández de Burgos en Ideal dijo que parece que es un buen interior con la cualidad de rematar bien a goal, buena impresión en la que coincidió Martinenc desde las páginas de El Defensor.
Su debut como recreativista, en unión del ariete canario Gómez Castilla, se produjo en la jornada seis (de 14), en Los Cármenes frente al Elche, en un partido que ganaba el Recreativo 2-0 pero sendos cantes de Tabales hicieron que terminara en empate a dos. El primero de los goles recreativistas fue obra de Bebel, rematando un córner. Martinenc escribió sobre los nuevos que cumplieron con su cometido y junto con Victorio fueron «los forjadores del juego de clase que se hizo» […] «Ambos elementos saben llevar el balón, pasar y tirar a puerta, que era precisamente lo que necesitaba nuestra vanguardia». Y Fernández de Burgos opinó que los fichajes dejaron satisfecha a la afición: «El interior izquierda, Bebel, es sin duda una gran adquisición. La principal cualidad que destaca en él es una gran facilidad de tiro. El domingo hizo gala de su chut prodigándolo con ambas piernas y desde todas las distancias» […] «…es ágil en el desmarque y en el servicio, y decidido y potente en el remate». Por su parte, Ruan en La Publicidad dice que: «De los nuevos elementos destacó Bebel, gran artillero, valiente y decidido y bregador; ayudó a los medios cuando fue necesario y pasó a su extremo con precisión».
Volvió Bebel a ser alineado en los siguientes envites: en el campo del gallito Hércules, con derrota 3-0 y destitución del míster Antonio Rey, sustituido por el húngaro Lipo Hertza; y en Los Cármenes, con victoria (3-0) sobre el colista Sport La Plana. En este tercer partido de Bebel, el del debut de Hertza, Ruan para La Publicidad dice de él que perdió varias ocasiones de marcar por exceso de individualismo.
Sí que aparece su nombre como destacado en las crónicas del siguiente partido, el de la jornada 9, en el que los nuestros se trajeron los dos puntos (0-2) de su visita al Gimnástico de Valencia; Bebel y Calderón, quien volvía después de haber sido apartado del equipo, en sensacional jugada fabricaron el segundo gol, dijo a la prensa el directivo Villalobos, que viajó con el equipo.
Efectivamente, todo hacía indicar que se había acertado en el fichaje de Bebel. Sin embargo, el siguiente partido, jornada 10, con derrota (0-2) en Los Cármenes frente a otro aspirante, el Murcia, supuso que el gallego cayera por completo en desgracia. Tanto las crónicas de El Defensor como la de Ideal coinciden en señalarlo como principal responsable de la derrota en unión del medio centro Itarte. Fernández de Burgos sobre Bebel: «…estuvo por completo desangelado. No logró hacer nada de provecho y siempre se mostró lento y falto de empuje. Se defendía a fuerza de patadas extemporáneas y de mala intención». Al final de la crónica dice: «El partido lo ha perdido el Recreativo en justicia y los principales responsables han sido Itarte y Bebel, que han hecho una labor negativa durante todo el partido».
Ya no volvió Bebel a lucir más la camiseta blanca o celeste del Recreativo. Sólo llegó a ser alineado en esos cinco partidos de aquella liga, siempre como 10 o interior izquierdo. A partir de ese momento, primeros de febrero de 1935, ya no vuelve a aparecer su nombre en los diarios granadinos ni a figurar ni siquiera en un amistoso, por lo que entendemos que recibió la baja y se marchó por donde había venido a su Coruña y a su activismo político. Esto lo corrobora la noticia aparecida en el diario El Compostelano, de finales de marzo de 1935, según la cual Bebel García, junto a su hermano France y 40 personas más, habían sido detenidas en La Coruña cuando vistiendo camisas rojas ensayaban en plena calle una especie de orden de combate y simultáneamente proferían gritos subversivos.
En julio del 36, en Coruña, participó en las pocas acciones de resistencia contra los sublevados que tuvieron como escenario la ciudad gallega. Fue detenido cuando huía, juzgado sumariamente e inmediatamente fusilado el día 29, a los 22 años de edad, acusado de quemar iglesias y de atentados contra personas de orden. Sin duda, le tenían ganas en su tierra los derechistas alzados en armas contra la República. Era muy joven y no sabemos si podría haber hecho carrera en el balompié, pero, desde luego, su fama y el ser protagonista de varias entradas en la Red no se la dio el fútbol sino su radicalismo político y lo peculiar de su última voluntad. En el momento de encarar el pelotón que le iba a dar muerte es cuando nace su leyenda, que nos lo representa ciscándose en la reacción, en los facciosos que ya habían convertido en un matadero toda la Piel de Toro. Esa meada frente a sus verdugos es la que le da nombradía a Bebel.
Ocurrieran así o no las cosas, nos ha parecido oportuno relatar esta singular y poco conocida historia con un granadinista como personaje central.
En otro orden de cosas y ya que ha salido la palabra verdugos, no deja de ser curioso que en la misma página de Ideal, de diciembre de 1934, en la que se anuncia el fichaje de Bebel y Simón por el Recreativo, aparece la noticia de la detención de tres habituales delincuentes contra la propiedad por atracar en plena Plaza de Mariana Pineda al ebanista Ramón Sastre Palomares cuando salía de una taberna, a quien golpearon y arrebataron siete duros. Uno de los tres atracadores fue detenido poco después y, tras conducirlo a comisaría y ser sometido a “un hábil interrogatorio”, cantó el nombre de los dos compinches. Uno de ellos responde al nombre de Luis Ruiz Casas, de 23 años, que vive en Cuesta de Aceituneros 4, albañil de profesión, más conocido como “el Chato de Plaza Nueva”.
Como digo, ya que de verdugos hablamos, el Chato de Plaza Nueva es un alias de macabras resonancias pues fue éste uno de los miembros más activos de las escuadras negras de Granada, una vez desatado el terror por los sublevados en julio de 1936. Lo mismo que aquel otro alias del matón que se hacía llamar “Italobalbo”, al que algunos señalan como administrador de una paliza a Federico García Lorca mientras éste permanecía detenido en el Gobierno Civil, pocas horas antes de ser “paseado”. Semejantes sujetos se “reinsertaron” en la sociedad dando gusto al gatillo y haciendo correr, de forma impune y con todas las bendiciones, también las del Clero, torrentes de sangre inocente en la Granada de los primeros meses tras el golpe de estado. Éstos y otros de la misma ralea asesina, que disfrutaban matando prójimos, lejos de tratarse de elementos incontrolados, según la versión oficial, actuaban a las órdenes directas de aquel carnicero que fue gobernador civil, José Valdés Guzmán, y con el policía Julio Romero Funes como cabeza visible.