Días de UEFA
Eran días de sol, de risas y de paz. Eran días de dejar la bici apoyada en el tranco de la puerta. Días de mimar aquel balón de cuero, de limpiarlo, de sacarle brillo y hasta de redibujar los adornos que se iban descoloriendo tras los goles anotados en aquella persiana metálica... ¡Cómo retumbaba! Ningún gol me sonará igual que aquellos celebrados en la calle, delante de mi casa.
Eran días en los que mi padre me recogía de casa de mi abuela los días de colegio, en los que aún le agarraba con fuerza de la mano como si intuyera que pronto le perdería. Eran días de ir los fines de semana a Jaén a ver a mis abuelos, de jugar con mis primos al escondite en aquel inmenso portal oscuro. Días de jamón, de patatas fritas y de jugar a las cartas. De ver a mi abuelo Tomás con su chato de vino en el balcón, de escuchar sin entender sus chascarrillos. Eran días de multiplicaciones con dos cifras y de las primeras palabras en inglés. De escuchar la música de mi hermano y de coleccionar cientos de cromos y estampas.
Eran días de Segunda B, de mis primeros partidos en Los Cármenes, de las entradas con la publicidad de Cervezas Alhambra y con el escudo del Granada atravesado en el fondo. Días de sufrir las calurosas liguillas de ascenso. Eran días en los que la Champions se llamaba Copa de Europa y la Europa League, UEFA; de esperar a que se decodificara el Canal Plus para ver El Día Después. De esconder los deberes en el fondo de la mochila y de jugar horas y horas al PC-Fútbol. De quitarle la batuta a mi admirado Lucas Alcaraz y ascender al Granada a Primera División. Días en los que mi equipo fichaba jugadores de clase mundial y mantenía a sus viejas glorias. Eran días en los que el Granada jugaba la UEFA.
Es extraño ese sentir tan humano de revivir con nostalgia los viejos anhelos cuando parece que vas alcanzado los sueños. Ahora que los hago realidad, sueño con esos días. Sueño con la memoria lúcida de mi abuela cuando veo a mis hijas corretear por su casa, sueño con los goles celebrados en plena calle cuando veo los partidos en una televisión de 50 pulgadas en mi propio piso. Sueño con almorzar con mis padres en el comedor de la casa en la que me crié, con abrir la puerta corredera del cristal roto y salir corriendo escaleras arriba para continuar con la partida de ordenador.
Sí, ahora que el Granada compite en la Europa League, sueño con los días en los que jugaba con el Granada la UEFA.