Lo contrario
Hay veces que las cosas no salen como uno las planifica. Todos hemos pensado en más de una ocasión que no somos aquello que queríamos ser ni estamos donde esperábamos estar. Ese, sin duda, es un sentimiento devastador del que es muy difícil escabullirse. Si no que se lo pregunten a Machís, que a estas horas estará aparcando su flamante deportivo en la puerta de una casa a la que no esperaba regresar.
Hace años, en mitad de una clase de francés, un profesor me dedicó una frase desconcertante. Con una tranquilidad impropia de un profesor de Secundaria, don José Luis me dijo: “Quesada, tú haz siempre lo contrario de lo que fueses a hacer” y con una simpleza descollante concluyó: “Verás cómo así te irá bien”. En aquel momento, aparte de sonrisa pícara, apenas le presté atención, pero lo cierto es que, desde entonces, no he conseguido sacar esas palabras de mi mente cuando he tenido que decidir algo importante.
Hace un par de semanas de repente me vi dentro de un nuevo grupo de whatsapp. Resultó ser uno de viejos compañeros de uno de los tantos institutos por los que desfilé mi vieja mochila surfera y mi único cuaderno, aquel donde se entremezclaban los apuntes de biología con los verbos irregulares de inglés y alguna que otra cita romántica. Casualidades de la vida, se trataba justo del año en el que me dio clase D. José Luis. Tengo que reconocer que mientras el grupo echaba humo, más de una risa cómplice eché con mi yo del pasado. Incluso llegué a percibir el aroma de mi bocadillo de jamón y queso derritiéndose encima del radiador. Pero ahora, que hace días que los mensajes dejaron de llegar, me ha dado por recapacitar de una forma más profunda. Aunque me pudiera sentir un tanto abrumado por quien fui o con las cosas que pude hacer, lo cierto es que me dio por pensar que jamás me vi trabajando en lo que trabajo ni tirando de tres hijas. Pero, mientras comprobaba el número y el tamaño de los trozos de mis sueños rotos, lejos de sentirme desilusionado, me empecé a sentir aliviado. De repente me alegré de no haber hecho siempre lo que habría querido. Quizá aquella regañina resultó vital para ser quien soy… Vete tú a saber.
Esta mañana, cuando vi una foto de Machís en el aeropuerto de Granada con una gran sonrisa dibujada en su cara, me ha hecho pensar. Quizá su mejor versión esté justo ahí, sin saberlo, tras no haber podido hacer lo que hubiese querido, salvando a nuestro Granada… Vete tú a saber.