Mucho que aprender
"Antes de pitar a los que están en el verde o en el banquillo, deberíamos mirarnos a nosotros mismos, los granadinos, porque somos nosotros los que aún tenemos mucho que aprender"
No sé qué imaginó exactamente Paula que serían los madridistas, pero seguro que pensó que serían personas que no había visto nunca en su grada. Más viejos o más jóvenes, más altos o más bajos, flacos o gordos, mujeres o hombres. Vete a saber. Pero seguro que todos les serían totalmente extraños y que llevarían en su atuendo la marca inconfundible del círculo coronado. Una especie de extranjeros que visitaban por un día nuestro estadio.
Pese a la sorprendente perspicacia para su corta edad, lo que Paula no acertó a adivinar es que ese ambiente enrarecido que sabía que encontraría la tarde de ayer en su estadio, no iba a ser porque hubiese mucha gente con una bufanda blanca. O porque que éstos fueran a cantar con alegría los goles que encajaría Maximiano. Lo raro de los partidos como el de ayer es encontrarte en las inmediaciones de Los Cármenes a tu vecino del quinto o al compañero de trabajo que solo ves en la oficina. Es ver a los abonados de tu grada cuchichear cuando la controla Asensio, alabar el toque de Kroos y zapatear el hormigón al ritmo de Vinicius. Lo extraño de los partidos como el de el pasado domingo es que se levante el parroquiano de al lado a aplaudir a Modric, con su bufanda del Granada anudada al cuello.
Nunca me he considerado un talibán del granadinismo, pero ayer me costó mucho más explicar a mi hija Paula lo que sucedía en la grada que lo que pasaba en el césped. Y es que lo peor del partido –como casi siempre que viene uno de los grandes de la Liga a nuestro estadio- no fue la defensa, ni las expulsiones de Monchu o Robert Moreno. Pese a lo abultada de la derrota, ayer el Granada CF demostró estar muy por encima de la que debía ser su afición. No podemos recriminar nada ni exigir ningún tipo de crecimiento institucional si nos visita el Madrid una tarde de domingo y el granadinismo vuelven a ser los 4.000 sufridores de toda la vida.
Hace mucho que nuestro “famélico histórico” se quitó el polvo de encima, que mira de frente al Barcelona o al Madrid y que pelea con honor en Primera División. Por eso creo que, antes de pitar a los que están en el verde o en el banquillo, deberíamos mirarnos a nosotros mismos, los granadinos, porque somos nosotros los que aún tenemos mucho que aprender.