Para el que no lo recuerde

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Darwin Machís celebra su gol al PSV | Foto: Pepe Villoslada / Granada CF
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Hay dos tipos de personas. Están los que suspiran por el olor a nuevo, los que lo quieren todo al momento, los que no miran a ningún lado que no sea hacia adelante. Y después están los que pisan con cuidado con sus zapatos viejos, los que miran atrás de vez en cuando. Hay dos tipos de personas. Cada vez que se abre el mercado de fichajes futbolísticos lo veo claro.

Hay un primer grupo que espera impaciente a que la opción de compraventa se abra y sueña con que llegue el último día de mercado. Los que disfrutan ese baile de nombres desconocidos, los que se recorren la Wikipedia y el Transfermarket cada 5 minutos. Y después estamos los otros. Los que padecemos. Los que nos taparíamos con la sábana si fuera preciso para que ese despertador no nos despierte. Los que deseamos quedarnos como estamos.

No sé cómo autodenominarnos... Quizá románticos... Seguramente ingenuos. Pero es que he visto tantas veces planear la indolencia por mi equipo de fútbol que me da miedo el fichaje sobre la bocina, temo a la promesa de última hora, me aterroriza pensar en esa cesión de un equipo grande. Seguramente sea un estúpido, pero ha llegado un momento en mi vida en el que preferiría bajar a segunda con los que nos llevaron a Europa, que volver a sentir que el Granada es una trituradora de nombres impronunciables, de jugadores de 5 partidos, de fichajes bombas explotados.

Me sorprende la facilidad que tiene la gente para pasar página, de tachar de mercancía podrida a aquellos por los que hace apenas unas semanas se desgañitaban. “Ya ronda los 30”, “sus mejores 20 partidos ya se han jugado”, “sería una venta ideal”… Como si los millones te los fueran a dar a ti. No sé… Seguramente sea un nostálgico sin arreglo, pero es que todavía no se ha ido ni siquiera ha dicho que se quiera marchar. Todavía no ha llegado nadie por él y ya le estamos abriendo la puerta para darle una patada por la espalda y lanzarle al vacío.

Seguramente sea un iluso, pero esto me parece mucho mejor que ser un desmemoriado. Porque la memoria es la que nos hace respetar y que seamos respetados, por eso debemos cuidarla. Y si al final se va, no seré de los que se alegre… Ya lo dijo el diario As hace apenas un año: “El gol de una vida”, y esa vida era la nuestra, para el que no lo recuerde.