Si hubiera ganado el Granada CF

Granada CF - Elche CF
Uzuni se lamenta durante el partido contra el Elche disputado el pasado sábado | Foto: Antonio L. Juárez
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Hace tiempo que el Granada vuelve a ser el Granada. Ya no es ese equipo fiable, ahora es ese otro que desespera. El que te hace apretar los puños y los dientes, y patear al aire al alimón que sus delanteros fallan los remates. El Granada vuelve a ser ese equipo que no suele ganar. Se ha vuelto a convertir en ese factor que escapa de tu control, pero que te puede fastidiar el fin de semana. Por muchos planes que hubieras hecho, por muy bien que te lo hayas podido pasar, al final un gol en su contra te puede hacer sentir a contrapié durante toda la semana.

Es inevitable pensar que los buenos tiempos ya pasaron. Muy atrás empiezan a quedar esos tres años maravillosos en los que vivimos un ascenso a Primera, una clasificación para Europa, unas semifinales de Copa y, sobre todo, muchos partidos ganados en Los Cármenes. Tres años. Justo desde que empecé a llevar a mi hija Paula al estadio.

Cada noche, tras arroparla en su cama, le pregunto cómo le había ido el día, que si se lo había pasado bien. Todos los domingos le pregunto por el fin de semana. Lógicamente, no todos los 'findes' podemos hacer lo que más le gusta, pero hay veces que sí. Que quedamos con sus amigos o con sus primos, que la llevamos a casa de su abuela o vamos juntos al fútbol. Este fin de semana ha sido de esos, de los que se los pasa genial. Sin embargo, su cara ha cambiado al escuchar la pregunta. Su sonrisa ha ido dejando paso levemente a una mueca de insatisfacción. “Sí papá, pero…” -antes de que acabara la frase me he temido lo peor, me lo esperaba, pero no lo quería escuchar- “…si hubiera ganado el Granada…”. Y ahí la ha dejado, sin acabar, como un deseo, como un imposible. La podía haber finalizado de mil maneras, pero no. El balón quedó botando en terreno de nadie. Inalcanzable. Fuera de su control.

Como cada noche, me despedí desde la puerta, sonriéndole y sin ser capaz de terminar su frase. No podía dejar de sentirme culpable por hacerla de un equipo que no suele ganar. Porque, después de tres años irrepetibles, está empezando a abrir los ojos. Se empieza a dar cuenta de que es de un equipo perdedor. A sus 6 años parece comprender perfectamente que el Granada es ese azaroso factor capaz de fastidiarnos el fin de semana.