“A vueltas con el Satisfyer”

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Juan Carlos Uribe habla en su artículo de opinión sobre el avance también producido en la sexualidad, sobre todo, la femenina | Foto: Remitida
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En mi última columna les tocaba el tema de la sexualidad masculina en relación con los avances médicos habidos al respecto para mejorarla. Les confieso que aquel artículo ha dado de qué hablar a nivel de conocidos y amistades de ambos sexos. Y lo ha dado, en general y en el buen sentido de la expresión, para bien.

Entre las amistades femeninas ha habido quien, en tono jocoso, me dejó caer, así como el que no quiere la cosa, “¿y qué hay del Satisfyer?”.

Si bien no tiene nada que ver esa “pequeña ayudita” en forma de pastilla que está a disposición de los hombres que la puedan necesitar con este otro aparato de auto placer femenino, lo cierto es que tanto la una como como la otra, están hoy en día en boca de mucha gente.

“¡Qué pena que ya los hombres no estemos para casi nada, estamos pasando a un papel irrelevante!” –me decía el otro día un amigo. Se refería, claro está, al plano sexual. “Hasta en eso nos van a sustituir las máquinas” –terminaba por pronosticar.

La sexualidad ha cambiado y evolucionado mucho en relativamente pocos años. Y si nos ceñimos a la femenina en concreto, me atrevería a decirles que mucho más. La mujer, que desgraciadamente ha venido teniendo un rol, permítanme definirlo como secundario, en muchísimos ámbitos de la vida y de la sociedad, hoy en día, y por fin, está tomando las riendas incluso en lo que a la sexualidad toca.

El hecho de nacer mujer acarreaba en siglos pasados una pesada losa. Algo tan normal hoy en día como estudiar una carrera universitaria, o ir a las urnas a depositar su voto, era simplemente casi inaccesible e incluso prohibido hace un siglo para ellas. La sexualidad tampoco se ha librado de esa “revolución”. En la actualidad la mujer es dueña de su propia manera de entender el sexo, de su sexualidad. Dicho esto voy a tirarme al charco de cabeza, no quiero desviarme del tema.

En el año 2011, una directora de cine estadounidense, Tanya Wexler, firmó una película de título “Hysteria”. Es una mezcla de romanticismo y humor con un toque de realidad e historia. Está ambientada en la Inglaterra de la época Victoriana. Película, definitivamente, muy recomendable si desean pasar un rato entretenido además de instructivo.

La histeria, hasta mediados del siglo pasado -1952-, estaba considerada como una enfermedad mental atribuida prácticamente y en exclusividad a las mujeres –de hecho el término “histeria” proviene de la palabra griega “hystera” con la cual se denominaba al útero de la mujer.

Galeno, médico del siglo II y que da nombre a la profesión médica, ya describió la histeria como una enfermedad causada por la privación sexual en mujeres particularmente pasionales. Siglos más adelante la histeria fue dictaminada habitualmente en vírgenes, monjas, viudas y, en ocasiones, mujeres casadas. La prescripción en la medicina medieval y renacentista era el coito si se estaba casada, el matrimonio si se estaba soltera y el masaje de una comadrona como último recurso.

Pues bien, en la época Victoriana era diagnosticada con mucha frecuencia y comprendía un amplísimo catálogo de síntomas que iban desde los desfallecimientos, hasta los dolores de cabeza pasando por espasmos musculares, irritabilidad, insomnio, etc.

El tratamiento habitual en aquellos días era el conocido como “masaje pélvico” que no era ni más ni menos que la estimulación manual de los genitales de la mujer por el médico hasta llegar al orgasmo. Se consideraba pues el deseo sexual reprimido de las mujeres como una enfermedad.

Pero había un problema. Los médicos encontraron un inconveniente al tratamiento de estas mujeres mediante masturbación asistida. Se cansaban al tener que dedicarles tanto tiempo en consulta y como añadidura, dicho método originaba problemas y dolencias musculares en sus manos y brazos.

Había que “mecanizar” dicha tarea y eso llevó a la invención, a finales del siglo XIX, por un doctor ingles de nombre Joseph Mortimer, del primer vibrador eléctrico con fines médicos. Tal fue el éxito de dicho artilugio que hasta la Casa Real Británica, parece ser, adquirió alguno. Lo que vino después todos los sabemos.

La histeria fue desterrada como enfermedad y entendiéndose la sexualidad como algo inherente, normal y lógico al hombre, pero también a la mujer.

Tras ese gran paso y avance, en mayor o menor medida, se han ido ideando, inventando y perfeccionando diversos tipos de aparatos o “juguetes” sexuales. Los hay para hombres, pero sobre todo para mujeres. Y aquí es donde entra en juego el famosísimo “Satisfayer”. Un “succionador-estimulador” del clítoris femenino que parece ser –yo no les puedo hablar desde mi propia experiencia por razones biológicas obvias- es el no va más.

Una señorita joven, pero ya con cierta edad, en una entrevista a pie de calle sobre este tema, le respondía al reportero que la entrevistaba: “La estimulación llega en tan solo segundos y antes de dos minutos tengo un orgasmo muy intenso. Es pequeño, sencillo y discreto y puedes llevarlo en cualquier sitio. Casi no consigo llegar a la última velocidad porque el orgasmo llega antes.”
Y además, por si fuera poco, lleva una batería que puede durar hasta dos horas. Hay quien hace uso de él en solitario pero también en pareja. Todo muy respetable.

El escritor estadounidense Kurt Vonnegut, cuya obra principalmente giraba en torno a la ciencia ficción y las novelas satíricas y cómicas, dijo en una ocasión que: “Las novelas que dejan de lado la tecnología malinterpretan la vida tan mal como los victorianos tergiversaron la vida, dejando fuera el sexo.”

Vonnegut tenía una visión pesimista de la humanidad, y una postura escéptica en lo que a la religión respecta y a la vida en general. Sin duda erraba cuando pronuncio esta frase haciendo referencia a que la sociedad victoriana tergiversaba la vida y dejaba fuera el sexo. Los años han venido a demostrar todo lo contrario.

Aun así, espero que en este caso las máquinas no vengan a sustituir al hombre en el aspecto sexual.

¡Hombres del mundo! ¡Pongámonos las pilas para que no nos ganen la batalla dos horas de batería!







Comentarios

2 comentarios en ““A vueltas con el Satisfyer”

  1. Jajaja, gracioso y entretenido artículo como nos tiene acostumbrados. Unas risas y un poco de historia, no está mal la combinación. Esperando el próximo.

  2. 😂😂😂 un artículo estupendo,aprendemos un poco de historia pero contra esas 2 horas de batería es difícil luchar,🤣🤣🤣