Aprendiendo a los 60
El día comenzó como cualquier otro. Quizás había una ligera sensación de anticipación en el aire, pero no era diferente de la que acompaña a cualquier cumpleaños. La gran diferencia, les decía a mis amigos y familia, es que empiezo la 'sexta temporada' como en 'Juego de Tronos'. Hace un mes aproximadamente, este que les escribe iniciaba nueva década en su vida.
A mis recién estrenados 60 años, creía haber dejado atrás las grandes sorpresas, esas que estremecen el corazón y deslumbran el alma. Estaba, o eso pensaba, preparado para recibir un nuevo año de vida con la serenidad que uno adquiere con el tiempo. Sin embargo, las personas que me rodean tenían otros planes y una sorpresa. Y lo más doloso para mi ingenuidad: la estaban preparando desde el mes de agosto pasado sin haberme percatado de ello.
-Ha sido difícil y complicado sorprender a una persona como tú, siempre en estado de alerta y muy previsora, ¡pero lo hemos conseguido! -se jactaban con orgullo y a toro pasado las organizadoras.
Lo cierto es que me gusta celebrar todos mis cumpleaños y suelo hacerlo en casa reuniendo a mis seres queridos. Este año, y por su particular peculiaridad, decidí organizarlo en un conocido mesón de Granada reuniéndolos a todos ellos en el mismo.
-Oye, que celebro mi próximo cumpleaños y como son ya 60 lo quiero hacer fuera de casa, ¿cuento contigo?
-Pues me viene mal, tengo una boda ese día. No puedo, me pillas de viaje. Si hubiese sido la semana anterior podría, pero ese día me es totalmente imposible, ya sabes que por ti haría cualquier cosa, pero ya te digo, imposible.
Y así, uno tras otro, se me iban cayendo de la lista.
-Jolines -pensé-, para una vez que cumplo los 60 qué poca gente va a venir. Ni siquiera los habituales y más cercanos -fue mi lamento interno.
Solo unos pocos, muy pocos, me confirmaron su asistencia. Lo que no sospechaba este humilde ingenuo, ni de lejos, es que todos los que me dijeron con mil excusas que no podrían acudir ya tenían confirmada su asistencia 2 meses antes. Tampoco imaginaba que esos pocos que sí me confirmaron su asistencia tenían orden, por parte de las crueles instigadoras de la encerrona, de hacerlo así porque ya sería muy sospechoso el que absolutamente nadie pudiese asistir. Así que la trampa ya estaba hecha y consumada.
Al caer la onomástica en un día entre semana, decidí celebrarlo el sábado siguiente para mayor disponibilidad de los invitados. El momento cumbre de todo esto se dio cuando me presenté en el mesón el mismo día de mi cumpleaños. Debía concretar y ultimar todo para el sábado siguiente. Aprovecharía también el momento para tomar algo y cenar.
Por delante de las dos personas que habían urdido todo, atravesé la puerta que daba acceso al salón del mesón. Y en ese momento, frente a mí, me encontré a familiares y amigos. Un estallido de rostros queridos y risas familiares cantándome 'Cumpleaños Feliz'.
Mil emociones que me aturdieron por unos momentos y me dejaron sin capacidad de reacción durante unos segundos. Todo eso antes de disponerme a repartir abrazos y besos entre los presentes con emoción contenida. Fui cazado cuan cámara oculta se tratara.
Al acceder a ese salón aquella noche, no me esperaba ver lo que vi. No fue simplemente la sorpresa de encontrarme rodeado de familia y amigos lo que me impactó, sino la profundidad de lo que aquello significaba. Habían pensado en mí, no solo como el hombre que cumplía años, sino como alguien que había dejado una huella en sus vidas. Y, de repente, me di cuenta de algo que llevaba tiempo olvidando: los años no solo pasan, se construyen, y cada uno deja su impronta en las personas que le rodean.
Mientras la celebración transcurría entre abrazos, palabras cálidas y risas compartidas, comencé a hacer un repaso silencioso de lo que estos 60 años han sido para mí. No como una despedida, sino como una bienvenida a la próxima etapa, a esta nueva década que se abre frente a mí. Cada conversación en esa sala, cada gesto de amor, me recordaba que, aunque hemos acumulado décadas de experiencias, siempre queda algo nuevo por aprender y por disfrutar.
Me he dado cuenta de que la vida es sorprendente, no solo porque nos trae momentos inesperados, sino porque esas sorpresas son espejos que nos devuelven una imagen de nosotros mismos que quizás habíamos dejado de ver. Al ver a todos los allí reunidos que han caminado junto a mí durante años, entendí que uno no solo vive su vida, también la comparte, la entrelaza con las vidas de los demás. Cada risa que compartimos aquella noche, cada broma, era un recordatorio de la conexión profunda que tengo con quienes me rodean.
Mirando hacia atrás, no puedo evitar sonreír al pensar en todo lo que la vida me ha enseñado hasta ahora. Si bien los primeros años están llenos de descubrimientos y aprendizajes rápidos, la madurez me ha mostrado que la verdadera sabiduría llega de forma más lenta, más silenciosa, pero mucho más profunda. Cumplir 60 no significa simplemente acumular más experiencias, sino entenderlas de una manera nueva, más serena y, me atrevería a decir, más agradecida.
Una de las grandes lecciones que me dejó esta fiesta sorpresa es la importancia de detenerse. No solo detenerse a descansar, sino detenerse a mirar alrededor, a apreciar lo que hemos construido, a reconocer que cada pequeño acto de amor, de cuidado, de apoyo, tiene un eco mucho más profundo de lo que imaginamos. Una segunda lección, y no menos importante, fue que se debe de aprender y perfeccionar el arte de no juzgar precipitadamente a las personas y saber entender las circunstancias personales de cada una. Y por supuesto, una tercera, la gratitud. Hacia las personas y a la vida. Dar gracias todas las mañanas por despertarme ese día y por disponer de privilegios -trabajo, salud, familia, acompañamiento- que creemos nos parecen habituales pero que para mucha gente son extraordinarios o simplemente imposibles de alcanzar.
Mirando a mi hija esa noche, me recordaba a mí mismo la importancia de esas pequeñas cosas que en su infancia di por sentadas. Aquellos abrazos de consuelo o cariño o los momentos de juego de ambos en esas tempranas mañanas en la cama, a la postre fueron para ella pilares en su formación. Y no puedo evitar pensar cuántas veces en la vida dejamos pasar esos momentos sin darnos cuenta de su importancia. Si pudiera darle un consejo a mi yo más joven, sería ese: no subestimes el poder de las pequeñas cosas. Esos gestos, esos instantes aparentemente insignificantes, son los que construyen las relaciones más fuertes y los recuerdos más duraderos.
Al entrar en mis 60 años, siento una mezcla de serenidad y expectación. La serenidad viene de saber que, aunque mi vida ha tenido sus altibajos, siempre ha habido algo o alguien que me ha sostenido. Pero la expectación es igualmente poderosa porque, aunque los 60 pueden parecer el preludio a la 'última etapa', siento que aún hay mucho por vivir, por aprender, por experimentar.
Tengo una lista de sueños para estos años. Algunos son simples, como pasar más tiempo relajado, practicar mis deportes favoritos, seguir escribiendo y escuchar más a quienes amo. Otros son más grandes, como seguir explorando el mundo y descubriendo lugares que aún no he conocido. Pero quizás el sueño más importante de todos es seguir construyendo recuerdos junto a las personas que han sido y son el pilar de mi vida.
Ahora, mientras me preparo para esta nueva década, miro hacia adelante con ilusión. Es un nuevo capítulo, un libro abierto lleno de páginas en blanco que estoy ansioso por escribir con nuevas historias, nuevas experiencias, risas y, por supuesto, nuevas sorpresas.
Sé que no todas las páginas serán fáciles de escribir. La vida trae consigo retos, pérdidas y cambios que no siempre son bienvenidos. Pero, si hay algo que he aprendido a lo largo de estos años, es que la belleza de la vida no reside en su perfección, sino en su capacidad de sorprendernos, de enseñarnos y de mostrarnos que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay luz si estamos dispuestos a buscarla.
Así que aquí estoy listo para vivir mis 60 con el corazón abierto, con los brazos extendidos hacia quienes me rodean y con la certeza de que lo mejor aún está por llegar.
Comentarios
2 comentarios en “Aprendiendo a los 60”
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Daniela
15 de noviembre de 2024 at 10:03
Precioso artículo lleno de reflexiones profundas y verdaderas. La vida se nos escapa de las manos y es bueno sentarse, detenerse a reflexionar sobre lo vivido y lo que nos queda por vivir. Felicidades por sus 60 cumpleaños y a vivir esta nueva etapa con profundidad y sabiduría.
FRANCISCO
15 de noviembre de 2024 at 11:39
💪💪💪👍👍👍👍