Con "M" de Mariano

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Fotografía de Juan Carlos Uribe con su amigo Mariano | Foto: Remitida
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Tengo tres amigos que se llaman Mariano.

Uno de ellos no tiene ese nombre de pila, pero desde que lo conozco, y de esto hace ya exactamente treinta y tres años, siempre le he llamado así. Es como lo hace el resto de amigos y compañeros de trabajo.

Su auténtico nombre es José María, pero para todos los que lo tratamos de cerca y desde hace muchos años, siempre ha sido “el Mariano”.

Ya está jubilado, pero de vez en cuando lo veo –a veces de lejos- y hablamos. Ya debe de estar enfrascado en sus clases de guitarra que le regalamos cuando se jubiló. Si no es así, ¡Mariano!, ¡ponte ya o rifa la guitarra entre tus compañeros que a algunos nos haría mucha ilusión ese premio!

Hay varias versiones sobre el porqué de ese pseudónimo. Hay una que está catalogada como la más fiable y es, además, con la que un servidor se queda porque encima es la que más gracia me hace. Dicha explicación tiene que ver con las famosas viñetas del incomparable y gran maestro Forges.

En una de las escenas de la vida cotidiana que tan bien retrataba, aparecían un matrimonio compuesto por Mariano, un burgués frustrado, y por una gordísima señora, Concha -su esposa-, que representaba a la represiva conciencia.

No sé la razón exacta de esa asociación con nuestro Mariano pues ni él es un burgués -y mucho menos frustrado- ni su encantadora mujer se llama Concha ni está gordísima, todo lo contrario. Tampoco es la represiva conciencia para mi amigo. Creo recordar que allá por la década de los noventa estaban muy de moda las historias de este peculiar matrimonio de Forges y, por alguna extraña casualidad, le empezamos a llamar así. Y con “Mariano” se quedó. A él le hace gracia y además se identifica con este nombre. Es ya como su segunda piel.

Mi segundo amigo “Mariano” es argentino y vive en Cracovia. Es un tipo estupendo, jovial, alegre y muy hablador como buen argentino. Lo veo poco pues no viene mucho por España. Siempre que puedo visito Cracovia, tengo lazos familiares muy fuertes allí. Una de las “visitas” obligadas es quedar con él. Cuando coincidimos es allí en Polonia. Solemos compartir unas buenas birras polacas en alguna terraza cerca de la majestuosa e inmensa Plaza del Mercado que, al menos yo, saboreo de manera especial.

Trabaja, entre otras ocupaciones, como guía turístico de los famosos “Free Tours” que existen en casi todas las ciudades europeas de renombre. En mi primera visita a aquella hermosa ciudad nos conocimos. Desde entonces hemos mantenido una relación que, aunque no de manera muy fluida, siempre ha estado ahí.

Hace unos días volví por aquellas tierras polacas y lo llamé por teléfono para quedar. Aprovechando que él tenía dos tours guiados a la impresionante Cracovia, uno por la mañana y otro por la tarde, me apunté a los dos. Recorrimos la ciudad medieval en el de por la mañana y después de irnos a comer juntos a un típico restaurante polaco, nos mostró y contó la extraordinaria y triste historia del barrio judío de Cracovia, tan castigado durante la segunda guerra mundial por el nazismo.

Mariano, además de ser un buen argentino de pro y un gran profesional en todas las facetas que emprende –no solo es guía turístico- , es un amante de los perros, algo en lo que también coincidimos. Eso nos da, por llamarlo de alguna manera, un plus extra en nuestra distante relación.

Y mi tercer gran amigo de nombre Mariano es uno que merece mención aparte. A este lo conozco desde que yo tenía unos diez años –dato no muy fiable pero por ahí andará la cosa.

Es murciano y defensor a ultranza de lo suyo. De esos que ama su tierra y que se enorgullece cada vez que habla de ella.

Apenas nos vemos físicamente, pero estamos en contacto continuo. Cuando éramos tan solo unos niños pasábamos muy buenos ratos allí, cerca del Mar Menor. Después también, ya peinando canas y sin peinarlas porque a los dos nos ha dejado el pelo como una mala esposa o un mal marido pueda dejar a la otra parte, sin avisar y sin compasión, a traición.

Es una gran persona y le tengo un aprecio muy especial a pesar de que, por más que le invito a pasar unos días en Granada, se me resiste.

Hace unos días me envío por WhatsApp una fotografía de cuando éramos niños. Me preguntó si la tenía. En dicha instantánea, en blanco y negro, aparecemos los dos y junto a nosotros varios familiares en una comida campestre. Le contesté que sí, que la tenía, y le recordé aquellos tiempos tan felices, libres de preocupaciones y de otras circunstancias que la vida nos ha ido trayendo.

Esta fotografía me hizo recordar con mucha nostalgia tiempos pasados, personas que ya no están y travesuras de niños que enfilaban casi ya la adolescencia.

Y ahora, que les estoy escribiendo todo esto, con el solo de piano y saxo de la canción “From Now On” de Supertramp de fondo, casi se me están saltando las lágrimas y la vena sentimental se está apoderando de mí. Así que mejor lo dejo aquí.

Gracias a vosotros tres, Marianos, por todo lo que me habéis aportado y por lo que me seguís aportando.







Comentarios

Un comentario en “Con "M" de Mariano

  1. Siempre es bueno recordar a los amigos... Te pones a recordar y te da alegría porque siempre recordamos los buenos momentos.
    Otro buen artículo suyo tal y como nos tiene acostumbrados, muy entrañable. Espero el siguiente.