Con los pies en la tierra
Tres y cuarto de la tarde. Los telediarios de todas las cadenas en plena ebullición. Ante mí uno de ellos informando sobre el desabastecimiento de los supermercados. Que si falta pescado en las pescaderías, que si las estanterías de los hipermercados y supermercados están semivacías, que si la cantidad máxima de leche que ya venden algunos establecimientos está limitada a seis litros por persona y día para impedir el acopio… En fin, todo muy desalentador. De pronto, y como para interrumpir ese desaliento, suena una videollamada del móvil. Es África, sí; no es una llamada desde África, sino África, mi pareja. Curiosamente, y como leyéndome el pensamiento, me llama para decirme que tiene miedo, que está viendo uno de esos informativos y que falta casi de todo en las tiendas. Uno, como si estuviera ya de vuelta de todo (y nada más lejos de la realidad), trata de quitarle hierro al asunto. “No te preocupes cariño, las cosas son como son y hay que intentar adaptarse”. Intento explicarle mi postura: que los informativos son muy sensacionalistas, que solo quieren que veamos lo que ellos pretenden y desde su óptica, en definitiva, que intentan manipularnos, que hay cosas mucho peores que ese desabastecimiento.
Ella, con su habitual nitidez y claridad de ideas, me contesta tajante que no es eso lo que le preocupa, sino la sensación de desorden y caos en la que vivimos en la actualidad.
Tengo que reconocer que es cierto. No es ya la escasez de alimentos existente por lo que sucedió en la huelga o los paros (seguramente no moriremos de hambre en ningún caso) sino esa sensación de casa desordenada, de caos, de tenerlo todo patas arriba, que sentimos al ver cualquier informativo de cualquier cadena.
Nosotros, como primer mundo, tenemos la escala de valoración de los problemas y necesidades muy diferenciada a como la tienen en el tercer mundo. Mientras que para nosotros el quedarnos sin pilas en el mando a distancia de la televisión puede ser un gran problema rozando la tragedia, la verdad es que es la punta de un alfiler en comparación con lo que realmente debería de importarnos. Algo tan elemental como comer todos los días, una sana costumbre a la cual nosotros casi no le damos importancia por aquello de lo habitual, en otros lugares o países es algo inalcanzable. Nosotros comemos por placer y otros, simplemente, no pueden hacerlo aun teniendo esa necesidad.
Lo cierto es que todo esto te hace reflexionar y te enseña a saber valorar y clasificar, cuan estantería de libros fuese, los problemas y necesidades. A veces, incluso, llegas a aletargarte, a entrar en un estado de apatía, en ocasiones, desmesurada; a crearte un espacio en tu mente donde archivar todo esto evitando que te supere, que no te afecte. Es como si mirases a otro lado silbando, pasando de largo y de puntillas. No sé si llamarlo egoísmo o ceguera consentida y permitida. Lo realmente cierto, al menos en mi caso, es que siempre piensas aquello tan tópico de que hay cosas mucho peores y gente que lo está pasando mucho peor que tú. Que si tú llevas solo un zapato hay gente que va descalza.
Tenemos que aprender a valorar la medida cierta de las cosas. Y para eso algunas veces echo mano de una de mis mejores enciclopedias, África. Ella me pone los pies en el suelo casi todos los días dos o tres veces. Luego, esa enseñanza intento transmitírsela a mi hija Marta. Pero de eso hablaré en otro artículo. El tema da para mucho.
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Comentarios
14 comentarios en “Con los pies en la tierra”
Juan
6 de abril de 2022 at 00:31
Muy buen articulo. Que sea el comienzo de muchos más. Ansioso por leer el próximo.
El autor
6 de abril de 2022 at 08:42
Muchas gracias Juan, intentaremos mejorar siempre.
Brujita
6 de abril de 2022 at 19:32
Leído y saboreado el artículo de J. C. Uribe.
Es natural, directo y llega a la sensibilidad de todos!!..
Necesitamos Más de esta forma de escribir!!
Gracias J. C.
José Luis Jiménez
6 de abril de 2022 at 08:44
Felicidades por el artículo.
Luisa
6 de abril de 2022 at 08:51
Enhorabuena por el artículo!! Muy de acuerdo con la sensación de caos en la que vivimos. Saludos.
Antonio
6 de abril de 2022 at 09:50
Pues sí, el problema es que "esos pies en la tierra" nos dura lo que prácticamente tardamos en leer tu magnífico artículo.
M. Teresa
6 de abril de 2022 at 09:51
Celebro con gusto esta nueva aportación de ideas de Juan Carlos. La visión de los problemas desde su perspectiva, que favorece poner en orden la nuestra y establecer un diálogo imaginario.
Espero que nos encontremos en los distintos temas que toques .
Salud y suerte en tu andadura.
Conchi
6 de abril de 2022 at 10:14
Enhorabuena Juan Carlos!!! me ha encantado tu artículo, lo que comentas es la pura realidad. Vivimos con una venda en los ojos, que de vez en cuando se nos cae, pero enseguida volvemos a ponerla en su sitio. Espero que publiques muchos más y así poder deleitarnos con tus vivencias, sensaciones y emociones. Gracias
Inma
6 de abril de 2022 at 10:51
Cuánta razón Juan Carlos, realmente vivimos tiempos muy convulsos que esperemos nos ayuden a valorar más lo que realmente importa... .
Amparo G
6 de abril de 2022 at 13:17
Me ha gustado tu articulo, y estoy totalmente de acuerdo con estos miedos infundados que mucha gente hoy siente por cualquier contratiempo, nos hemos acostumbrado a tener de todo y tenerlo ''ya'' y todo lo que falla nos asusta.
Bueno a unos más que a otros, los que peinados muchas ganas, nos asusta menos.
Para algo valen las arrugas. Jajaja
Javier
6 de abril de 2022 at 14:07
Muy interesante, Juan Carlos. Enhorabuena y larga andadura!
FRANCISCO
6 de abril de 2022 at 14:12
Un buen artículo,espero y deseo que no sea el último.
Enrique
6 de abril de 2022 at 14:16
Muy acertada opinión Juan Carlos. Vivimos en un mundo falto de sentido común y sensatez . Enhorabuena.
Ana
6 de abril de 2022 at 21:32
Cuanta razón en tus palabras Juan Carlos. Qué poco valoramos todo lo que tenemos y lo peor es que nos damos cuenta y seguimos sin valorarlo. Así somos.... Esperando con ansias tu próxima reflexión