“Escrementos", multas y ortografía

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"Desde luego el cartelito, con su correspondiente falta de ortografía, es digno de escarnio público", narra Juan Carlos Uribe en su artículo | Foto: Remitida
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Los ayuntamientos de los pueblos de la provincia son, generalmente, mucho más cercanos que el de la capital. Quiero decir con ello que cualquier gestión o trámite que vayamos a hacer no suele ser tan engorroso y largo como en el ayuntamiento de Granada. La familiaridad y vecindad impera, o suele hacerlo, de manera más habitual. Como se suele decir, “se conoce todo el mundo”.

Ese trato inmediato se puede comprobar al realizar cualquier gestión que vayamos a hacer en Granada capital. En este ayuntamiento todo está descentralizado. A veces nos sentimos como si solamente fuéramos simples números o vulgares contribuyentes, no vecinos o amigos. Las caras del funcionariado no nos suenan. Vamos, gestionamos y adiós.

El otro día un amigo que vive en un pueblo del área metropolitana de Granada -no diré cual para no levantar suspicacias- me hizo llegar la fotografía que ilustra este artículo.

-Aquí tienes esta imagen que acabo de tomar. A ver si puedes escribir algo sobre esto.

-¿Sobre qué? –le respondí- ¿sobre la falta de ortografía o sobre el hecho de multar esas actitudes caninas no permitidas y responsabilidad exclusiva del dueño del animal?

-¡Sobre las dos cosas! -me retó.

Y aquí me tienen, cumpliendo su deseo.

Desde luego el cartelito, con su correspondiente falta de ortografía, es digno de escarnio público.

¿Cómo es posible que en el año 2023 de la era de nuestro Señor aún se vean -lean- cosas así?

A esto solo le encuentro dos explicaciones posibles pero ninguna excusa.

La primera de ellas es que la persona que lo haya escrito desconozca que la palabra “excremento” se escriba con “X” de excremento. Esto podría ser muy posible y, si me apuran, comprensible y hasta en cierta medida justificable si el escritor del mensaje viene de alguna de las continuas leyes de educación. Esas por las que nos hacen pasar los sucesivos gobiernos de este bendito país y que provocan que hasta los universitarios tengan faltas de ortografía incluso a la hora de escribir su propio nombre.

De ser así, existen correctores ortográficos que solucionan la duda en un periquete e incluso que, configurados de una manera concreta, hasta nos corrigen ellos solitos la falta.

La segunda justificación es que, sabiendo que se escribe con “X”, se hubiese confundido y lo escribiera con “S”. ¡Pues aun peor! Me remito de nuevo a nuestro amigo el corrector ortográfico. Ese despiste nos lo corrige él mismo y sin paliativos. No hay, pues, excusa, –con X.

Por otra parte, si analizamos un poco más el mensaje y entramos en detalles, no nos queda muy claro si debemos de recoger las deposiciones del perrito o las nuestras. “Recoge tus escrementos” –dice el aviso.

¿Los míos? ¡Serán los suyos! –me refiero a los de mi can.

¡Oiga! ¡Que yo soy muy limpio y lo que tenga que hacer no lo voy haciendo por la calle!

Es una cuestión, podríamos decir apurando mucho, de identificar claramente al o los destinatarios del mensaje expuesto –con X.

Aclarado este punto podemos y debemos de pasar a la segunda parte del texto –con X-, en su línea final: “Bajo multa de 60 € a 3000 €”.

Me llamó la atención la gran diferencia entre la cuantía más baja y la más alta de la multa. Desde 60 a 3000 euros.

¿En que irá esa diferencia tan abismal de las sanciones? –me pregunté. ¿Será en función de la reincidencia o del tamaño del “regalito” dejado en la acera?

Esas preguntas no me dejaban dormir y tras una noche de desvelos decidí consultar la ordenanza al respecto de dicha localidad.

Dicho ordenamiento estaba publicado en el BOP (Boletín Oficial de la Provincia), en septiembre de 2009. Como era de prever, ahí no se hablaba sobre la justificación para imponer una u otra cantidad o alguna intermedia. Mi gozo en un pozo.

Pude constatar, de igual manera, que tampoco coincidían las sanciones de la ordenanza publicada –que llegaban hasta los 500 € en infracciones leves, hasta los 2.000 € en las graves y hasta 30.000 € en las muy graves.

La que nos compete estaba tipificada como leve.

Menudo lío y menudo susto –pensé-, alguien está confundido o se toma la libertad de poner las cuantías sancionadoras que le plazcan.

Viene a mi memoria, en referencia a las deposiciones caninas en espacios públicos, que ya hay algunas ciudades y pueblos en España -muy pocos, todo hay que decirlo- que utilizan como sistema de censado canino, además del microchip, el ADN del animal.

Este consiste en tomar una muestra de saliva del animal y crear una base de datos, a partir de las diferentes muestras, de todos los perros del municipio para así poder saber exactamente a cuál, de entre todos ellos, pertenece dicha deposición y por ende identificar a su dueño a efectos de sanción –como sería en este caso.

Málaga es precursora en Andalucía de este sistema. Aquí en nuestra provincia, tan solo Maracena utiliza este método.

Para poner en marcha el sistema, los ayuntamientos suelen realizar acuerdos con los colegios de veterinarios y sacan a concurso parte de la gestión y la realización de los análisis de heces. Los consistorios pueden subvencionar, o no, el test que costea cada dueño, y se hace cargo del coste de los análisis de heces encontradas en la calle.

Se suele recuperar lo invertido a través de las multas a los infractores (tanto a los vecinos que incumplen su obligación de registrar el ADN como a quienes dejan los excrementos –con X- en la calle).
En mi opinión, este sistema de censado es innovador y muy atrevida su puesta en marcha por parte de un ayuntamiento por lo que conlleva como elemento disuasorio a la hora de dejar las “caquitas” en la acera.

En un país como el nuestro, donde el civismo brilla precisamente por su ausencia y en el cual aprendemos a base de sanciones y palos al bolsillo, no estaría de más adoptar este sistema en todos los ayuntamientos.

Pero claro, para eso hay que hacer una gestión decidida, valiente, ver más allá de donde normalmente alcanza nuestra vista y tener imaginación.

Y la imaginación, precisamente, es algo que a muchos ayuntamientos y a sus regidores en general, les falta. Debería ser un valor en alza.







Comentarios

4 comentarios en ““Escrementos", multas y ortografía

  1. Como siempre, Juan Carlos...¡eXtraordinario! (con - X-)
    Ya sabes, vuelve pronto, tus artículos son tan entretenidos y variados que estoy enganchada como si fuese una novela de máxima intriga. ¡Felicidades!

    • Extasiado -con x- me deja usted con su comentario y su fidelidad lectora.
      Muchísimas gracias Dña. Rosa

  2. Artículo muy bueno,a seguir así.