¿España se quema?
¿España arde? ¿Se quema? ¿Estamos “quemados” y saturados los españoles también con las continuas noticias en los medios de comunicación de bosques ardiendo en nuestro país?
Sustituyan ustedes la palabra quemados por indignados en la anterior pregunta, da lo mismo.
A veces cuesta creer que en un país como el nuestro, tan proclive por su propia climatología y sequedad a ser consumido por incendios, los dirigentes políticos no se tomen en serio este asunto que debería ser de una prioridad absoluta –como tantos otros urgentes.
Nuestros gobernantes siguen enredados en su terminología ideológica y atribuyéndole al cambio climático, ¡dichoso cambio climático!, la principal causa de los incendios. Ellos hablan y hablan y mientras lo hacen, los montes y el campo, siguen ardiendo por los cuatro costados de nuestra geografía, se van a pique, a un triste final.
Mientras la Agenda 2030, ¡dichosa Agenda 2030!, sigue protagonizando portadas, tertulias, debates y corrillos, nuestra masa forestal, la de todos los españoles, se va perdiendo a una velocidad preocupante. ¿Le importa eso a alguno de nuestros dirigentes políticos?
¡Un “carallo”! –como diría un buen amigo gallego- eso es lo que les preocupa.
Aunque suene contundente la afirmación de mi amigo Camilo, no hay que menospreciar la mucha razón que en ella se alberga. Si no fuese así no se entenderían muchas cosas.
La década de los 80 y durante algunos años de la de los 90, fueron de una gran siniestralidad en cuanto al número de hectáreas quemadas en España. Tanta que el año 1994 marcó un punto de inflexión.
Ese año ardieron más de 430.000 hectáreas en toda España -hay que recordar que este pasado año 2022 fueron 310.000 hectáreas.
Desde ese 1994 los indicadores sobre número de incendios mejoraron sustancial y sostenidamente durante años. Las administraciones autonómicas y del estado acrecentaron y equiparon con más medios y dispositivos contraincendios a los cuerpos que se encargan de luchar contra ellos. Aun así y a día de hoy, España sigue ardiendo sin sosiego ni mesura.
Las causas de esos incendios, muchos de ellos intencionados, no podrían resumirse en unas pocas líneas. También podríamos dedicar tiempo a reflexionar sobre porqué el hecho de quemar un monte deliberadamente se paga a un precio tan módico en este país.
Sin duda, los diferentes gobiernos que se han sucedido a lo largo de los años no han visto con suficiente claridad el problema como para atajarlo y afrontarlo con verdadero interés. No solo basta una buena inversión en medios y personal antiincendios, también tiene que haber detrás una política clara de reforestación y de mantenimiento de nuestros bosques. No podemos perder de vista tampoco que nuestras sierras, montañas y sotobosques, no son jardines. Mantenerlos impolutos de hierbas, matojos y matorrales es misión harto complicada y si me apuran hasta utópica.
Pero sí se puede apostar por una ganadería extensiva, entre otras muchas iniciativas de calado. Volver a ver nuestros campos y montes como los vieron nuestros antepasados hace muchos años, poblados de rebaños de ovejas u otros animales que hacían de “recortadores” de “desbrozadores” naturales.
Para ello debe existir una política que incentive todo eso que a día de hoy está desapareciendo.
Pero no sólo con eso bastaría. Todo pasa por una nueva idea de gestionar y legislar sobre ese tema y que se aborde de una vez por todas y con valentía la situación.
Habría que sentar a la mesa a muchos sectores y con intereses muy dispares, pero si no se apuesta por eso con fuerza, nuestras sierras seguirán siendo lugares donde mande la burocracia y los tecnócratas. La ganadería y la agricultura deben de estar muy por encima de todo eso, y además, no pueden esperar.
¿A quién le interesa que España se queme? Creo, o al menos quiero creerlo, que a nadie.
Pero dudo. Y dudo porque hay algunos asuntos que me llaman mucho la atención sobre este tema. Les cuento uno.
Hace 3 meses, apareció un inventor oscense en un conocidísimo programa de entreteniendo nocturno de televisión. Este empresario, aragonés de 57 años llamado César Sallén, ha inventado un líquido, totalmente orgánico –se puede beber e incluso hasta parece que es de buen sabor- que tiene la cualidad de cortar el avance de un fuego o incendio hasta el punto además de apagarlo.
Su utilización es tan simple como efectiva. Se podía apreciar en el video, que está al alcance de todos ustedes en YouTube, como, “milagrosamente”, un fuego creado en una superficie sobre una base de paja, dejaba de arder y extenderse. Y esta fue solo una de las demostraciones que nos ofrecieron en el programa televisivo con dicho preparado.
Serviría pues, como mínimo, para delimitar la zona de avance de un incendio y evitar la quema de muchas hectáreas de monte. Y eso ya es muchísimo.
Explicaba este inventor, en una entrevista a un medio escrito, que el producto se estaba vendiendo muy bien en algunos países europeos y sudamericanos y a bomberos de otras naciones. A la par se lamentaba de que tenía “poco o ningún apoyo por parte del estado español, que tenía que seguir llamando a puertas para que lo atendiesen”. Algo positivo, al menos, transmitió, y es que la UME (Unidad Militar de Emergencias) se había interesado por el invento. Algo es algo.
¿No les llama a ustedes la atención que en un país como el nuestro, castigadísimo por los incendios forestales como ningún otro, nuestro gobierno no haya mostrado el más mínimo interés en su adquisición?
¿Me lo puede explicar alguien?
Comentarios
Un comentario en “¿España se quema?”
Matías
16 de agosto de 2023 at 08:51
No tiene explicación lógica, salvo la tradicional desidia de los burócratas y tecnócratas españoles, esa situación desgraciadamente ha ocurrido muchas veces en nuestra piel de toro y como ejemplo valga lo ocurrido con Isaac Peral