Eterna lucha
El nombre de este artículo es un título “trampa”. Seguramente muchos de ustedes, aficionados y aficionadas al deporte rey, al leerlo habrán pensado enseguida en nuestro amadísimo, renovado y desgraciadamente descendido Granada C.F. Este es su lema y el nombre de su himno. Sin embargo, no les voy a hablar sobre nuestro equipo de fútbol. La cosa va por otros derroteros bien distintos. La eterna lucha de la que les quiero hablar la entenderán a medida que vayan avanzando en la lectura.
Ustedes saben de la importancia de la práctica de ejercicio físico o de algún tipo de deporte para nuestra propia armonía mental y corporal. Es tan clara que hasta algunos filósofos, en algún momento de la historia, han demostrado su íntima vinculación.
El primero de ellos para quien la actividad física tuvo una gran importancia fue Descartes. Ya, en el siglo XVII, incluso este gran pensador, sabía de su relevancia. Ortega y Gasset o Nietzsche, con posterioridad, son otros claros ejemplos de ello.
Todos han dejado testimonio de la relación y significación que tiene el deporte con la filosofía. Llegado el momento de alcanzar metas y objetivos, hay que entrenar la mente y el cuerpo, en igual proporción, para la consecución de los mismos. Incluso Descartes señalaba la necesidad de entrenar ambos para poder llegar a un fin.
Nuestro filósofo y compatriota José Ortega y Gasset dio una importancia aún mayor al deporte. Ortega mostró gran interés por su conocimiento, entendiéndolo como una nueva forma de pensamiento.
Esos razonamientos, tan profundos por aquellos entonces, nos han llevado, hoy en día, en una sociedad tan poco pensante al respecto, a reducirlos a la mínima expresión. Ahora, mayormente, solo nos fijamos en determinados aspectos “interesados” del deporte o actividad física.
Y les voy a poner un ejemplo, para empezar, en primera persona.
A este que les escribe le cuesta un mundo intentar mantener la tan llevada y traída “línea”. Quiero decirles que mantener una silueta tolerable y vistosa desde el punto de vista estético y sobre todo de salud, acorde a la edad que vamos teniendo es, poco más o menos y en algunos casos, misión imposible.
No estoy, ni lo pretendo, queriendo decir que el hecho de tener unos kilos de más sea antiestético, no me malinterpreten. Pero lo que sí es incontestable es que, desde el punto de vista de la propia salud, no es nada recomendable despacharse con un sobrepeso que a medio o largo plazo nos pueda dar más de un susto en lo tocante a la lozanía y robustez de nuestro cuerpo serrano. Y es que los años son los años y no pasan en balde. Y si además de tener que tirar de ellos, debemos hacerlo también de algunos kilos de más, eso es doble trabajo. Y ese es otro principio irrebatible.
Aclarado este punto y metidos en el binomio edad-peso les planteo la siguiente cuestión: ¿Hay alguien entre ustedes, ya metido o metida en cierta edad madura (pongamos de 45-50 años en adelante), que no se haya mirado alguna vez al espejo y se haya dicho “Esta tripa me la tengo que quitar como sea”? Si es así, mi enhorabuena a esas personas. Que sepan que están en un selecto club de unos pocos privilegiados o privilegiadas y de los que habría que buscarlos con linterna para encontrarlos.
Unos por salud y otras u otros por estética (sencillamente no les gusta la grasa en ningún lugar de su anatomía) la gran mayoría optamos por lanzarnos a practicar ejercicio físico como descosidos, como queriendo recuperar el tiempo perdido y ponernos al día. Les confieso que yo, a veces, también lo hago. Y es que cuando uno lo prueba le entra ese gusanillo y...
A eso me refería con el título de este artículo. A esa “Eterna Lucha” sin cuartel entre esos kilos de más y nuestra propia e inquebrantable, por momentos, voluntad de dejarlos tirados u olvidados por cualquier esquina como el que pierde un paraguas. Arrinconarlos y desdeñarlos de por vida. Y no es tarea, lo que se dice, fácil.
Llegados a una época de nuestra vida y sobre todo cuando uno tiene más de 50 años cuesta un mundo dejar peso, pero muy poco cogerlo. Ese “kilito” que hace 10 años perdías con una facilidad asombrosa en dos días con un poco de deporte, ves cómo, a día de hoy, necesitas dos semanas, el doble de ejercicio físico y privarte de ciertos placeres gastronómicos y caprichos para conseguirlo. Y es que nuestro metabolismo se ralentiza, se vuelve más vago, o al menos eso dicen los expertos. Pero sólo para perder peso, eso sí, para ganarlo aún mantiene la energía y jovialidad de antaño.
Es curioso, por otra parte, observar cómo nuestro organismo, en un acto de inteligente mala uva y con la ayuda de la inexorable Ley de la Gravedad, es capaz de repartir, a día de hoy y de otra manera totalmente diferente, esos mismos kilos que teníamos con treinta o cuarenta años a lo largo de nuestra geografía corpórea. Mientras en otros tiempos se distribuían de manera equitativa por todo nuestro cuerpo, hoy se hacen fuertes y resistentes en determinadas zonas (véase “barriguita”, cintura –famosas lorzas-, etc.). Es decir, los 60 o 70 kilos, por ejemplo, que pesábamos con 30 años ahora son los mismos pero con gran parte de ellos concentrados en esas zonas concretas. En fin, un desastre como ustedes comprenderán.
Y llegados a ese punto, a casi todos nos ha dado por hacer deporte o algún tipo de ejercicio físico.
Caminar, por ejemplo, que es una actividad que yo personalmente practico muy a menudo junto a la bicicleta, se ha puesto de moda. Cuando les digo caminar es andar a paso rápido durante un par de horas y hacer unos 10-14 kilómetros.
En mis continuas marchas y andaduras he observado un detalle que me ha llamado mucho la atención.
¿Se han fijado ustedes que cada vez hay más gente haciendo deporte (corriendo, bicicleta, caminando) y al mismo tiempo cada vez más gente gruesa?
A menudo, me cruzo con infinidad de personas con ese tipo de constitución. Es como una contradicción. Debería, pienso en ese momento, haber más personas delgadas o con menos kilos que gruesas puesto que está más de media ciudad andando o practicando deporte sin descanso. Y, sin embargo, no es así.
Todos sabemos que en esto la alimentación y los hábitos de vida también tienen mucho que ver. Además de la genética, que influirá y mucho en este asunto, está nuestra propia querencia al regusto de la comida y la bebida, a los excesos. Y también, como no, la inactividad, nuestra afición al “sillón ball” como deporte favorito.
Muchas veces una cosa trae a la otra. Y cuando ya es casi demasiado tarde, se nos encienden las alarmas y nos ponemos a intentar rebajar esos kilos de más.
Una eterna lucha, eso es lo que sostenemos con nuestro cuerpo en una continua guerra, llegados a ciertas edades.
No dejemos, no dejen ustedes, de “luchar”. Los beneficios son muy muy grandes y a todos los niveles. Hagámosles caso a los grandes filósofos, entrenemos mente y cuerpo.
Y aunque este dicho no tiene nada que ver con ellos ya conocen ustedes aquello de “Mens sana in corpore sano”. Pues eso.
Comentarios
12 comentarios en “Eterna lucha”
José Luis Jiménez
12 de agosto de 2022 at 11:42
En tu línea, nunca mejor dicho.
Magnífico artículo, aunque no veo dónde guardas tus kilos de más.
En mi caso vivo sistemáticamente a dieta. Y la peor época con diferencia, el veranito!!!!
Salu2
el autor
12 de agosto de 2022 at 12:34
Muchas gracias D. José Luis , Vd. que me ve con muy buenos ojos.
Feliz verano
Daniela
12 de agosto de 2022 at 11:57
Me gustan sus artículos señor Uribe. Siempre hablando de cosas cotidianas de la vida, que por ser cotidianas no son menos importantes. Ahí vamos en esa eterna lucha entre el kilo de más y la talla de pantalón.
Deseando leer su próximo artículo.
el autor
12 de agosto de 2022 at 12:36
Veo, por los comentarios publicados ya recién publicado el artículo, que está teniendo fiel reflejo mi escrito en las situaciones reales.
¡Pues vamos a luchar todos Dña. Daniela!.
Muchas gracias por su comentario
Martin
12 de agosto de 2022 at 12:13
Muy buen artículo, yo como amante del deporte pienso en consonancia con lo leído, siempre hay que estar en movimiento sin excusa alguna de edad, tamaño o peso. Es tan importante entrenar la mente como el cuerpo a partes iguales, y que esos kilos de más no te quiten ni las ganas ni la energía para salir de casa y realizar ejercicio. En mi opinión lo más importante de todo es sentirte bien contigo mismo y con tu cuerpo, sin compararte con ningún canon de belleza, pero teniendo esa salud mental y física ya nombrada por el autor para que con los años puedas disfrutar de las cosas igual que lo hacías de joven.
Me ha parecido muy interesante este artículo y muy acorde con la actualidad vivida, ¡Siga así!
El autor
12 de agosto de 2022 at 18:51
Muchísimas gracias lo primero señor Martín por su tiempo al escribir un tan largo comentario.
En una de sus muchas acepciones la palabra "canon" significa pagar por algo. Como usted bien dice, lo principal es que cada uno se considere a gusto consigo mismo. No deberíamos pagar nunca ningún canon por nuestra belleza.
Muchísimas gracias de nuevo por su comentario.
Maitechu
12 de agosto de 2022 at 12:22
Sobre el artículo del deporte que escribe J.C.Uribe .
Está muy bien justificado el origen de la obesidad y la necesidad de hacer deporte, sabiendo lo dificil que es controlarla. Por lo mismo he echado de menos un empujoncito para asimilarla y a pesar de todo, ser felices .
Saludos y me encanta esta sección por lo cercana a los lectores y sus cuitas
El autor
12 de agosto de 2022 at 13:44
Totalmente de acuerdo con Vd. Maitechu. Lástima que la longitud del artículo no me permita exponer todos y cada uno de los puntos de vista.
Desde aquí quiero lanzar una alabanza y una oda a esas lorcillas que tanto cuesta conseguir y mantener con el tiempo.
Un bravo por ellas y por todas aquellas personas que las lucen sin complejos, más aun, con orgullo.
Abajo con los cánones de bellezas establecidos y larga vida a los felices y sin complejos.
Muy de acuerdo con Vd.
Asdrubal
12 de agosto de 2022 at 14:40
La gente anda dos horas para luego ponerse hasta el culo de comer y dar la culpa a la tiroides o a la genetica.
Creo que hay que aceptarse y ser feliz tanto comiendo como andando
FRANCISCO
13 de agosto de 2022 at 11:19
Muy buen artículo,sigue escribiendo,no lo dejes nunca.
Bazoko
13 de agosto de 2022 at 20:22
Señor Uribe, me veo totalmente identificado en ese grupo de los cuarentacinqueros en adelante que un día se miran en el espejo y dicen, hasta aquí hemos llegado.
En mi caso fue un 16 de Septiembre del pasado año y en mi eterna lucha desde tierna infancia fue a partir de ese momento cuando conseguí esos dos dedos de luces, que se vé que nunca tuve antes, para dejar hasta el día de hoy cuarenta y un kilito de gloria a base de y por parte iguales cerrar el piquito y practicar deporte.
Claro está y como buen cuarentón largo que soy, lo que usted comenta de las lorzas concentradas, esas se ve que me están y me costarán algo más de tiempo y deporte hacerlas desaparecer. No me preocupa ya que en mi eterna lucha no les daré tregua.
Juanico, deseando volver a leerte en tu próximo artículo, a ver que nos cuentas.
El autor
14 de agosto de 2022 at 00:44
Qué grande es usted Bazoko. Muchísimas gracias por su comentario. Siga usted en la brecha y que pierda usted muchos más más.