Palabras como armas de construcción masiva
Usar el lenguaje para hacer del mundo un lugar mucho más amigable y habitable es una necesidad. En momentos de guerra, de muerte, de búsqueda de refugio en otros países o en el propio, de intentar salvarse de la muerte desesperadamente, es imprescindible poner las palabras para cambiar las reglas del juego.
Ante ello, es importante elegir qué palabras decidimos poner en mayúscula para que guíen nuestra mirada y nuestras acciones. Es decir, resulta fundamental, habitar las palabras, creer en ellas y crear con ellas esperanza y futuro. Y por tanto, ver y sentir la energía de esas palabras en nuestro corazón.
Siempre he dicho que hay palabras que curan y cuidan y otras que hieren y matan. Hay palabras que tienen sabor, textura, que son difíciles o imposibles de tragar. Hay palabras que curan y otras que hacen daño, la que proporcionan inquietud y paz y algunas que incluso matan. Las palabras, como las balas, pueden herir y matar; pueden ser una manipulación para el odio y la violencia. Las palabras que elegimos para mirar y actuar en el mundo, las historias que contamos sobre la vida, afectan a nuestra felicidad. Las palabras son, además, espacios públicos en los que convivimos y por las que todos estamos conectados.
¿Qué lenguaje será el que habitemos en el futuro? Hablar de bondad, de compasión, de amor, de sabiduría… puede no ser muy bien visto. Pero si en nuestro vocabulario no aparecen estas palabras, que sí aparecen en nuestros sueños..., tendremos un problema de valentía.
Saber qué palabras elegimos, qué narrativa es la que más practicamos en nuestro interior puede ayudarnos a transformar nuestra existencia. En ese contexto, el lenguaje positivo no es optimismo desenfrenado o forzado, es encontrar el lado favorable de los sucesos.
Seis ejemplos:
1. Para conseguir la felicidad, es necesario trabajar el RecoNoceR. Así, la gente que suma, lo que hace es sonreír, ayudar a los demás, con energía positiva, poniendo corazón a los detalles, ser personas arrolladoras, con los que nos sentimos muy a gusto, y además lo logran sin aparente esfuerzo.
2. Todo ello tiene un denominador común, que es el entusiasmo que mueve el mundo, que es la energía que nos lleva hacia la felicidad, que es sentir interés y placer al hacer las cosas, que es sustituir una actitud pasiva a una activa y motivada, que es hacer todo con un buen ánimo y que resulte agradable cumplir lo que hacemos, que es perseguir los sueños y no abandonar el camino que lleva hasta ellos. Vivir con entusiasmo significa elegir explorar, mantener la ilusión, abrirse a las emociones y a la capacidad para experimentar. El entusiasmo es una forma de ver la vida, una actitud que nos ayuda a motivarnos y afrontar las situaciones que se nos presentan.
3. Las palabras que curan tienen en la palabra PERDÓN, un gran aliado. Resulta curativo hablar del perdón. Resulta útil ser humilde y pedir perdón cuando nos equivocamos. Resulta necesario trabajar para cuidar a la persona a la que hemos pedido perdón. Perdonar no es renunciar, no es tirar la toalla, no es consentir…Perdonar no es olvidar, es aprender a pensar mejor entendiendo que no estamos obligados a facilitar una reconciliación, sino a aceptar lo sucedido sin sentirnos “débiles” por dar ese paso. Perdonar es comprender, es empatizar, es dejar a un lado las emociones negativas, es pensar qué serías tú en las circunstancias vitales del otro, cómo habría sido tu camino si lo hubiera recorrido con sus zapatos. Perdonar es liberarnos de muchas cargas que no merecemos llevar de por vida. Necesitamos perdonar la incomprensión, la falta de herramientas para entender la diversidad, los reproches por exigir nuestros derechos, los diagnósticos poco acertados,….La importancia de curar, acompañar y acariciar con las palabras.
4. Es necesario curar y acariciar con sencillez. La sencillez también está presente en la forma como nos relacionamos con los demás. Una persona que cuenta con esta extraordinaria virtud es muy respetuosa de sí misma y de los otros. Se acepta y, por lo tanto, acepta a los demás. Lo uno va unido a lo otro. La sencillez es una cualidad de personas extraordinarias. La sencillez no quiere decir conformismo. La sencillez nos ayuda a caminar más ligeros por la vida. La gente auténtica se une entre sí y descubren más allá de la realidad un mundo de cariño y honestidad con el que solventar cualquier situación que parezca complicada. Y es que me gusta mucho lo simple.
5. Toda la confianza del mundo es importante aportar, quitando la frase tóxica de que la confianza da asco. Y tener confianza es básico en la vida. Y sobre todo siendo HONESTO con uno mismo, siempre; trabajándose la GENTE TÓXICA y RODEÁNDOSE de GENTE BUENA, que derroche bondad y emociones positivas, como claves para conseguir que la confianza tenga un peso en nuestras maneras de hacer y pensar y por tanto, signifique creer en uno mismo.
6. Algunas veces se gana y otras se pierde y siempre se aprende. Y la importancia de APRENDER, viviendo con CREATIVIDAD, con CALIDAD, sin MIEDO al CAMBIO, trabajando en EQUIPO y tomando decisiones participadas.
7. Ser CURIOSO te hace sin duda, más deseable. La CURIOSIDAD es clave para la CREATIVIDAD. Y sin CURIOSIDAD, no hay CREATIVIDAD. A mí, me gusta ser CURIOSO en un entorno de un cambio de época en la que el éxito no tiene tanto que ver con obtener todas las respuestas como si fuéramos una wikipedia sino con cuestionar el entorno y hacer las preguntas adecuadas. Preguntar y cuestionar son claves de éxito.
8. Quitar, por favor, del decir y hacer, las palabras como odio, veto, exclusión, olvido, ….. En un entorno en el que el conocimiento, la sabiduría y la bondad son claves para enseñar. Y la enseñanza es bueno que esté siempre asociada con la serena sabiduría.
9. Es necesario también, trabajar la gratitud y el altruismo. La gratitud es una herramienta poderosa para sentirnos bien con nosotros mismos. La gratitud nos puede ayudar a superar traumas y estrés, aumenta nuestra autoestima y nos ayuda a disolver las emociones negativas. La mayor expresión de gratitud es el altruismo: hacer el bien sin esperar nada a cambio.
10. Es importante y necesario ser optimista porque las personas pesimistas no son peores personas, pero de forma casi inconsciente tienden a generar un entorno desmotivador que no es beneficioso ni para ellos mismos, ni para la gente que les rodea. Si queremos mejorar como personas, y ser más felices, debemos trabajar nuestra actitud frente a la vida. La felicidad no es una meta, es un estado que debe entrenarse todos los días. Los pensamientos moldean las emociones. Yo decido y yo elijo que emociones reforzar. Y en ese entorno, la ética, el compromiso o la confianza son valores que se generan en el día a día, en lo ordinario, en el quehacer laboral, en la vida y éste es el entorno que genera brillantes críticos.
11. El ejemplo es básico y fundamental. Y por tanto la bondad discreta y cotidiana lucha contra la chapuza y la mediocridad, tan presente en nuestros días. Ser un ejemplo de coherencia entre lo que se propone y la manera de conseguirlo es clave en la honestidad de quien lo hace. Ser ejemplo para poder marcar el camino, es porque el ejemplo no es lo principal para influenciar a otros: es la única cosa.
12. Para llegar a la generosidad. Cuando hablamos de GENEROSIDAD, nos referimos a la inclinación a dar y compartir sobre el propio interés o la utilidad. La GENEROSIDAD es una actitud. La persona generosa lo que sabe es COMPARTIR. La GENEROSIDAD es una manera de entender la vida, más allá incluso de una mera habilidad. Está relacionada con la capacidad de cuidar a los que nos rodean. Parte de una concepción positiva del mundo, en la que creo firmemente: Seré más feliz en la medida que comparta. Y por tanto, la GENEROSIDAD es una cualidad ligada a dar a los otros cosas que tienen valor, en un acto en el que sientes algo valioso por el hecho de dar.
Las palabras que nos decimos y que decimos en voz alta, las historias que nos contamos y que contamos a los demás, tienen un gran impacto en nuestra vida. Hagamos que esas palabras generen felicidad.