Personas que ayudan y sirven al equipo: líderes auténticos contra la mediocridad

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Imagen ilustrativa del equipo | Foto: Gabinete
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Hace años en una reunión formativa en Jerez que organicé, estuvo conmigo Juan Antonio Corbalán, base del equipo de baloncesto del Real Madrid y de la Selección Española durante muchos años y habló de la importancia del líder como una persona que sirve a otros y hablaba del juego del base, que intenta servir el balón a quien siempre está mejor colocado.

El puesto de base en un equipo de baloncesto define un estilo de liderazgo de forma clara y la clave es que un líder debe estar dispuesto a ceder en beneficio del equipo, transformando parcelas individuales en parcelas colectivas y trabajando infatigablemente en beneficio para el bien del grupo. Si en un equipo de fútbol todos los jugadores fueran delanteros o en uno de baloncesto todos pívots, estaríamos ante dos grupos de trabajo claramente desequilibrados, y por lo tanto, el desarrollo de su actividad no podría ser el mejor posible, ni siquiera aceptable. La implicación del individuo, la cohesión del grupo y el sentir el equipo como algo propio garantizan gran parte del éxito. La máxima aportación de cada individuo a su equipo, basado en las buenas relaciones interpersonales y el reconocimiento de lo que saben y aportan ayudan a conseguir el máximo rendimiento, que siempre dependerá de que cada uno de nosotros tengamos la oportunidad de crear, decidir, actuar y asumir responsabilidades y de que el proyecto de equipo sea algo conocido y consensuado entre todas la personas que lo forman.

Y Corbalán añadía que el líder es básico que sea un facilitador y servidor del equipo. Que el talento no vale de nada si no hay alguien que lo dirija en la dirección adecuada. Que un líder debe estar dispuesto a ceder en beneficio del equipo, transformando parcelas individuales en parcelas colectivas y trabajando infatigablemente para el bien del grupo. Que las cualidades del líder son mando, creatividad, inteligencia y servicio, a partir de las cuales construir el equipo, porque la sociedad, nos valora porque percibe lo que hacemos bien por los demás. Al final lo mejor, no es ganar o perder, sino tener la sensación de no poder haber hecho más.

Sabiendo que apenas el 10% de las buenas estrategias se implementan de manera correcta, mientras que un 70% de los proyectos que no llegan a buen puerto se explican por una mala ejecución y de buen trabajo en equipo.

Hay 5 características de un equipo de alto rendimiento que pueden ayudar al éxito:

1. Multidisciplinariedad del equipo

2. Liderazgo sólido pero con autonomía para el equipo

3. Solidaridad y complementariedad

4. Trabajo en base a objetivos claros del equipo

5. Eficacia, eficiencia y refuerzo positivo

Además de Corbalán, Xavier Marcet habla de liderazgo que interesa, que ayuda a los demás a sacar su mejor versión, afirmando que liderar es servir y no servirse. Y para conseguirlo es necesaria la autenticidad, y eso implica construir propuestas singulares, saber sacar partido del aprender y del desaprender, desde el optimismo. Junto a la autenticidad, me gustaría que le añadiéramos la creatividad que es lo que nos abre la puerta de la innovación, pero el camino que queda para que una innovación sea realidad es largo y sinuoso. Y para ello, las organizaciones necesitan prepararse colectivamente para la innovación, más que cultivar islas de creatividad. La diversidad ayuda a la creatividad y la innovación, sabiendo que la creatividad es solamente una parte de la innovación. La innovación es una suma de creatividad y disciplina. La creatividad tiene valor cuando se siembra en equipos que saben de disciplina y autoexigencia.

La fortaleza de muchas organizaciones está en su sistema de liderazgo, basado más en la generosidad que en la prepotencia, en hacer fuerte una comunidad realzada por sus complementariedades más que en líderes supremos e incontestados.

Y todo ello que apuntan Corbalán y Xavier Marcet lo hace y lo puede hacer gente consistente, gente que hace, gente que gracias a su autenticidad sabe esquivar la mediocridad, tan presente en este mundo, basado en que el líder es coach y mentor de sus colaboradores, que el líder está siempre atento a sus colaboradores y los cuida, además, que los defiende cuando no están presentes. Junto a ello, esquivar la Medi riza debe basarse en que el líder acepta su parte de responsabilidad y no abandona a sus seguidores, con el perdón generoso como forma en que el líder sirve a sus colaboradores, apoyando al seguidor en los momentos difíciles, apoyando las ideas nuevas para solucionar conflictos y ayudando en las tareas difíciles y aligerando la carga y sirviendo a sus clientes haciendo lo que satisface a sus necesidades y sus preocupaciones. Para eso moviliza a toda su organización, la vuelca hacia el cliente y le dice claramente qué es lo que debe hacer. Fomenta una cultura de atención al cliente que pone en primer lugar las necesidades de este y se adapta a ellas con prontitud.

Esto es la contramediocridad. Necesaria, no. Imprescindible, SÍ.