El pijama y el partido fantasma

1) Portuense-Gr 1
Molina hace acrobacias en la matinal del Puerto de Santa María | Foto: Recorte de Ideal
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En el anterior escrito, en esta misma columna, servidor hacía un repaso a los distintos símbolos y a las distintas indumentarias que nuestro Granada ha lucido por esos campos a lo largo de sus noventa años de existencia. En esa última colaboración le dediqué un párrafo a la que, por el momento, es la última equipación que los nuestros se han enfundado, ya saben, la de color celeste descolorido, con mangas y medias amarillo canario. A mí no me gusta nada, me parece feísima y más propia de equipos de regional o de peñas de los sábados, lo mismo que a gran parte del granadinismo. Algunos incluso han bautizado a esta tercera equipación con el nombre de “el pijama”. Sobre gustos no hay disputa, que dice Serrat, pero es que, encima de lo feo que le parece a la afición en general ese uniforme y sin que uno se atreva a afirmar que es gafe, lo cierto es que vistiéndolo no le ha ido nada bien a los nuestros que, de esa guisa (cinco partidos ya), un punto ha sido todo el botín que han conseguido. Quizá fue esa misma razón (o sin razón) la que pesó más que ninguna otra (en el fútbol, como juego que es, el azar influye bastante) para que se decidiera no usarla en Old Trafford y comparecer vestidos de negro.

Pero me quiero referir a otra indumentaria todavía más fea, si cabe, que en una única ocasión uniformó al Granada CF. Fue hace casi treinta años, el domingo 28 de febrero de 1993, en partido matutino jugado en el Puerto de Santa María ante medio millar de hinchas rojiblancos desplazados, jornada 26 (de 38) del grupo IV de 2ª B, que acabó con el resultado de empate a cero.

«El Granada se sumó al carnaval y se disfrazó para empatar ante el Portuense», es el titular de la crónica que firma Ernesto Martínez en Ideal. En el apartado de incidencias el cronista dice que «El Granada quiso sumarse al carnaval gaditano y lució ayer una espantosa equipación blanquinegra con mangas de un descolorido color rosa». Ernesto Martínez comenta que fue un partido malísimo, condicionado por el meteoro ya que hizo un día soleado pero muy frío por causa del ventarrón que soplaba y que casi impedía el control del esférico. Fútbol se vio muy poco en la matinal portuense, pero abundaron los comentarios jocosos dirigidos a aquellas camisetas “de fantasía” facilitadas por el patrocinador, el centro Comercial Neptuno. El cachondeo, escribe Martínez, empezó en el mismo vestuario cuando a los jugadores les fueron entregadas las camisetas, que era la primera vez que las veían, y siguió después sobre el terreno de juego; algunos futbolistas dijeron divertidos que los habían disfrazado de cebras, pero al míster, Nando Yosu, no le hizo aquello ninguna gracia y se mostró indignado porque, según dijo, era una muestra más de la desorganización que reinaba en el club, presidido por José Aragón.

Esa desorganización de la que se quejaba Yosu ya la habían tenido que sufrir varias veces los profesionales este mismo ejercicio. Por ejemplo, la estancia de una semana en Canarias de principios de temporada para jugar contra Mensajero y Las Palmas sucesivamente, que la pagó el club Realejos de Tenerife (el mismo que un año después nos ganó 0-5, por entonces en tercera) a cambio de un amistoso en su terreno entre semana, del que los diarios granadinos no informaron. De lo que sí que informaron fue de lo que contaron los jugadores a su vuelta, indignados por el caos que tuvieron que padecer, con esperas de más de cuatro horas para embarcar y alojamientos de cuarta categoría donde les daban de cenar apenas una loncha de jamón york, otra de queso y una rueda de salchichón, así que se veían obligados a buscar después un restaurante y pagarse de su bolsillo algo más contundente.

Muy poco se parecen aquellos tiempos a los actuales. Afortunadamente. Hasta en detalles tan nimios como un juego de camisetas con que uniformar a la muchachada. El Granada, asómbrense, no tuvo en toda la temporada 92-93, hasta ese partido ante el Portuense, una segunda equipación, cosa que me atrevería a decir que es la única vez que ha ocurrido en toda su historia. Antes de eso, en los partidos en que había coincidencia de colores se recurrió a camisetas de temporadas anteriores, sin importar el hecho de que la publicidad que lucían era de otra casa comercial cuyo patrocinio había terminado. Así ocurrió en el partido, en octubre, en el que el Granada recibió un palizón (6-1) en el campo del Mensajero, donde jugaron los nuestros con unas camisetas blancas con publicidad de La General, a pesar de que desde el verano el patrocinador era el centro comercial Neptuno, que aportó ocho kilos de rubias pesetas a las muy depauperadas arcas rojiblancas. Y en Estepona, en febrero, en la anterior salida, los locales se vieron obligados a cambiar su indumentaria roja y jugar de blanco porque el Granada compareció con sus rojiblancas como único bagaje. Hasta la matinal del Puerto no se dispuso de segunda equipación, estrenada (y arrumbada) ese día último de febrero; debut y despedida se puede decir, porque nuestro equipo nunca más volvió a utilizarlas.

2) El filial Recreativo de la 95-96 que a las órdenes de Gabriel Rosario Lázaro (primero por la derecha, de pie) ascendió a tercera. José Antonio Figueroa (primero por la izquierda, de pie), segundo entrenador, se atreve a posar con la camisetilla de marras. Varios de los que forman jugaron en el primer equipo

Y casi que tampoco se puede hablar de segunda equipación porque ésta se limitaba a aquellas horrísonas camisetas acebradas, sin pantalón ni medias compañeros. Unas camisetas, no ya blanquinegras, como dice el cronista de Ideal, sino rosi-negras, de un rosa pálido casi blanco, pero con rayas verticales no paralelas, sino retorcidas, unas rayas que parecían trazadas al buen tuntún y sin ayudarse de una regla. Notario, Santi, Leo, Guti, Álvarez, José Luis, Andrés Pizarro, Queco, Andrés González, (Lucas 82’), Molina y Ángel, tuvieron el “honor” de lucirlas sobre sus cuerpos serranos.

Ese empate logrado con sufrimiento por el Granada en tierras portuenses tiene además la particularidad de que no valió porque después de jugada la jornada 37, a falta de la disputa de un solo partido de aquella liga, a mediados de mayo, el Portuense fue expulsado de la competición. Al equipo del Puerto hacía más de un mes que se le habían marchado varios de sus titulares, hartos de no cobrar lo que les debían, por lo que se vio obligado a alinear juveniles y jugadores de su filial de regional en un número mayor de lo que está permitido. Desde la huida de los profesionales había perdido los cinco partidos disputados, algunos con goleadas de escándalo, como ante el Ejido, 1-6 en su propio terreno, o como en el campo del Extremadura, donde recibió un 12-0. El Comité de Competición, entendiendo que los gaditanos habían incumplido lo dispuesto en el reglamento de la RFEF y que de esa forma se alteraba la competición en igualdad de condiciones, decidió excluir al Portuense y anular todos sus resultados. En definitiva, el partido que el Granada empató en el Puerto con sus horribles camisetas de estreno, no cuenta para las estadísticas, es como si no se hubiera jugado, un partido fantasma.

La exclusión del Portuense y la pérdida de los puntos que frente a ese equipo se hubieran conseguido (al Granada se le restaron tres), no alteró la clasificación en sus primeros puestos, los de play off de ascenso, entre los que se encontraba el Granada, tercero, a nueve puntos del líder Las Palmas y a tres del segundo, el Jerez, superando en cuatro puntos al cuarto, el Jaén, los cuatro ya clasificados para intentar dar el salto de categoría, aunque ninguno lo consiguió.

La temporada 92-93 del Granada fue buena en lo deportivo y de ella data un récord todavía vigente, el de la mayor racha de partidos seguidos sin ser derrotado: 19, que equivale a una vuelta completa de calendario. Y el caso fue que empezó francamente mal. En las nueve primeras jornadas sólo fue capaz de anotarse dos victorias, una de ellas ante el Portuense, y dos empates, habiendo recibido además sendos y dolorosos escardones en Mensajero y Córdoba, así que a primeros de noviembre ocupaba puesto de descenso. Pero en la jornada 10 endosó un 4-1 al Écija en Los Cármenes y a partir de ahí y hasta la jornada 29, precisamente en Écija (1-0), no perdió ninguno de sus partidos. Para entonces ya se había colado entre los cuatro primeros, que jugaban liguilla de ascenso. Luego en el play off, frente a Murcia, Baracaldo y Getafe, el primero de los cinco jugados por nuestro equipo mientras militó en 2ª B, las cosas no salieron medianamente bien y no hubo ascenso. Las paupérrimas entradas en Los Cármenes propias de las primeras jornadas se fueron convirtiendo paulatinamente, al calorcillo de los buenos resultados, en muy buenas afluencias al estadio de la carretera de Jaén, en especial se recuerda el lleno registrado cuando la visita del incontestable líder Las Palmas.

Mientras tanto, empezaba a hablarse de la construcción de un nuevo estadio que sería municipal y se cedería gratis al GCF a perpetuidad, y en él se celebraría la ceremonia inaugural del Campeonato Mundial de Esquí Alpino 1995. Lo más probable es que se levante junto al Palacio de Deportes, dice la prensa, aunque ese emplazamiento significa grandes dificultades a la hora de posibles y futuras ampliaciones. En un primer momento se dijo que tendría capacidad para 15.000 espectadores y que el terreno estaría rodeado de una pista de atletismo de ocho calles y en el recinto se construiría una piscina olímpica.

Otra imagen del partido en el Puerto. Guti y Santi en este recorte de Ideal