Camacho: oro y brillantes

1) 71-03-14 Gr 0 B 2
Prolegómenos del partido Granada 0 Barcelona 2 de la 70-71. Los dos onces, Camacho y sus liniers, más Candi y el doctor Cabot, nombrado socio de honor del GCF | Fotos: J. L. R.
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"Te he dado la oportunidad de marcar en el penalti que señalé y lo han fallado los jugadores, ¿qué querías, que lo lanzara yo también? Déjate de cuentos y dame la insignia de oro que llevas en la solapa, que creo que la merezco por lo mucho que hago por el Granada". Candi, a quien iba dirigido el parlamento que antecede, no se la dio, pero sí lo hizo Mariano Sánchez Osorio, directivo y delegado de campo, que le entregó la suya propia que lucía en su americana. La escena se desarrolló en el contexto de una amigable conversación entre el presidente del Granada, Cándido Gómez, y el árbitro Camacho, sobre el resultado del partido jugado el día anterior en Los Cármenes. Así cuenta Antonio Prieto en su libro Paso a Paso Rojiblanco el momento en que el árbitro internacional de fútbol, Antonio Camacho Jiménez, recibía la insignia de oro del Granada CF en el transcurso de una reunión privada en el chalé de Sánchez Osorio, el domingo 3 de septiembre de 1972. En esa misma reunión de amigos y siempre según Antonio Prieto, el árbitro Camacho le dijo a Candi que tenía la seguridad de que el presidente rojiblanco terminaría recusándolo.

El día anterior, sábado 2, se había disputado en Los Cármenes, arbitrado por Camacho, el partido correspondiente a la primera jornada de la liga de Primera División 1972-73, que terminó en empate sin goles entre el Granada de Pasieguito y el Zaragoza. Fue un mal partido de los nuestros, muy mermados por las lesiones a pesar de tratarse de la jornada inaugural del campeonato, del que lo único reseñable fue el fallo de Fontenla en el lanzamiento -flojo y mal- de un penalti en la primera parte.

Según Ideal, la insignia de oro y brillantes había sido concedida al árbitro Camacho por el motivo "claro y sencillo" de que el referí en su día fue portero del Granada CF, y sólo las buenas actuaciones del presidente y por aquellos años guardameta, Candi, le privaron de mejor suerte bajo los palos.

En realidad, el árbitro Camacho, futbolista profesional que jugó en los 50 en Cacereño, Jerez y San Fernando, nunca perteneció a la plantilla del Granada. Su única vinculación con nuestro equipo, antes de dedicarse al arbitraje, fue que en agosto de 1950 (el Granada militaba en el Grupo II o Sur de 2ª División) y prestado por el Atlético de Madrid, club con el que el Granada mantenía muy buenas relaciones, Camacho, que jugaba de portero y contaba entonces 20 años, estuvo a prueba unos pocos días, pero el míster, Gaspar Rubio, no consideró conveniente su incorporación porque era demasiado joven e inexperto -dijo- y quizás encajara mejor en el Recreativo, recién ascendido a 3ª, dictamen aplicable a otro jugador que vino con él también a prueba y que era un delantero de 19 años que respondía al nombre de José Luis. Los dos se volvieron a Madrid antes de una semana. Por otra parte, Candi no pudo cerrarle a Camacho el paso hacia el triunfo en la portería del Granada puesto que acababa de marcharse al Zaragoza tras dos temporadas en nuestro club.

Camacho (a la izquierda de la foto) y José Luis, dos jóvenes a prueba que no llegarían a fichar en el verano de 1950 (recorte de 'Ideal').

Como árbitro, Camacho tuvo una carrera meteórica. Ya pitaba en máxima categoría en 1967 después de haber estado una única campaña en segunda. Desde el primer partido que pitó al Granada se convirtió en el árbitro preferido de Candi, pero también de la prensa granadina, que no solía escatimar adjetivos laudatorios hacia sus actuaciones en Los Cármenes. Ese primer partido arbitrado al Granada fue el de la inauguración solemne de la tribuna alta del viejo campo, temporada 68-69, jornada 10, domingo 24 de noviembre de 1968, fecha en la que también se estrenaban los partidos de máxima categoría frente al eterno rival, el CD Málaga. Ganaron los nuestros 2-0 y, según las crónicas, el trencilla Camacho estuvo muy bien y fue profusamente felicitado por locales y visitantes, también por la prensa, que dice de él que es un gran árbitro. Con una preparación física envidiable, siguió el juego de cerca, corrió quizá más que ningún jugador y sus decisiones tuvieron autoridad, dice Fernández de Burgos en Ideal, juicio en el que coincide en líneas generales 'Espectador', en Hoja del Lunes.

Curiosamente, este Camacho también fue el árbitro en otras ocasiones rojiblancas solemnes o de homenaje en los prolegómenos hacia alguien o algo, como cuando en la 69-70 pitó el Granada 0 Bilbao 0, con inauguración de los nuevos vestuarios e imposición de insignia de oro al 'Puma de Baracoa', el boxeador hispano-cubano José Legrá, que hizo el saque de honor. O como en el Granada 0 Barcelona 2 de la 70-71, con entrega al doctor Cabot de un pergamino nombrándolo socio de honor del GCF. O como en el Granada 0 Betis 0 de la 71-72, en que se entregó al defensa bético Díaz sobre el césped de Los Cármenes un trofeo al jugador más regular de los sevillanos la temporada anterior. En todas esas ocasiones y en otras muchas más, no tan solemnes, Camacho al pito era anuncio de una buena entrada en Los Cármenes ya que el castellano tenía cartel. Para unos era muy casero, pero en Barcelona lo acusaban de justo lo contrario, en cualquier caso, tenía fama de buen árbitro y era internacional. Los plumillas locales se deshicieron en elogios hacia su labor arbitral en no pocas de sus crónicas, y en dos o tres partidos hasta salió Camacho del viejo campo aplaudido por el público, y eso ya sí que es raro. Así en la sección jocosa de Ideal titulada 'Burbujas', que firmaba Frasquito el de la Redonda, éste propuso que los aficionados remitieran cartas a la Federación y al Colegio de Árbitros para que Camacho fuera nombrado árbitro perpetuo del Granada. Todo parecía marchar de maravilla, pero el idilio quedó roto de pronto un buen día.

El desamor empezó en el Granada 2 Valencia 2 de la 73-74. Ideal titula: "Camacho acabó con los buenos propósitos", "Comienzo con claveles y final con lío". En ese partido Camacho anuló dos goles al Granada y mostró ¡siete tarjetas blancas! a los rojiblancos. En las vísperas, las directivas de los dos equipos, a iniciativa del general Prieto, de la Guardia Civil, se reunieron en una comida de confraternización en el cuartel de Las Palmas con objeto de zanjar de una vez las hostilidades que en aquellos años de leyenda negra rojiblanca solían presidir todos los enfrentamientos entre estos dos equipos (desde lo del sombrero de Di Stéfano de dos temporadas atrás). Antes de empezar el choque, los jugadores del Granada obsequiaron con ramos de flores a los del Valencia, y todo el partido se pudo catalogar como de guante blanco pues no hubo ningún roce entre unos y otros y reinó la corrección. Pero lo que había empezado con sonrisas y buenas intenciones acabó en medio de un follaero de los que hacen época. Para la prensa local, está muy claro el responsable de que se armara la que se armó: el trencilla Camacho, con sus errores de bulto; lo que en otras ocasiones anteriores habían catalogado los plumíferos locales como ejemplar uso de la autoridad arbitral ahora era calificado como actitud altiva y desafiante.

Martinmorales en 'Ideal' después del Granada 2 Valencia 2 de la 73-74.

En la primera parte, que terminó en empate a cero, Camacho anuló un gol de Lorenzo por fuera de juego que la prensa local no discute porque fue señalado por el linier, aunque Camacho había indicado el centro del campo en primera instancia. Pero sí que se muestran los plumillas muy críticos con la no señalización de un penalti en el área valenciana por mala aplicación de la ley de la ventaja en una jugada que acabó beneficiando al infractor. Nada más empezar la segunda mitad marcó Lorenzo el primero de la tarde y muy poco después dispuso el Granada de un penalti que el propio Lorenzo falló. Pero antes del cuarto de hora, el mismo jugador, otra vez Lorenzo, consiguió el 2-0 para el Granada. Los ches acortaron pronto distancias y después consiguieron empatar a falta de siete minutos en una acción muy protestada por los rojiblancos por falta previa, protestas que costaron algunas tarjetas. Cuando se enfilaba el último minuto, en una melé ante la meta valenciana, Dueñas mandó el balón a la red entre una explosión de felicidad hinchística.

Pero muy pronto el júbilo trocose en furia al ver el brazo del referí levantado indicando fuera de juego y rodeado de los acalorados once rojiblancos mientras del corro que se formó sobresalía una tarjeta blanca, otra, otra. Ahí se acabó el partido porque en un santiamén todo el verde (menos la parte de general) quedó cubierto de almohadillas de la Cruz Roja y hasta tres iracundos forofos saltaron al césped para intentar patear al del pito. No hubo tiempo ni de acordarse a coro de la señora madre del de negro o vocearle, también a coro, aquello de “Guruceta”, que por entonces se le gritaba alternativamente y como insulto a los trencillas en Los Cármenes cuando éstos cometían alguna perrería contra los de casa.

Después de la jangada camachil frente al Valencia, ya no volvió nunca más este referí a aparecer por Los Cármenes. A la temporada siguiente, la 74-75 arbitró el Zaragoza 4 Granada 1 de la jornada 10, sin que sus decisiones influyeran en el resultado final. No se puede decir lo mismo del último partido de la historia en que pitó a los nuestros, que fue esa misma 74-75, en Elche a mediados de marzo, donde perdió el Granada 2-1 y todas las crónicas coinciden en culpar a Camacho de la derrota por señalar un penal inventado que significó el gol del triunfo local. Se agotaron todos los miramientos con este trencilla, que fue calificado por el Granada ante la Federación con un rotundo y redondo cero, lo que significaba que el del pito quedaba recusado y la temporada siguiente no estaría en ningún partido del Granada, cumpliéndose así aquella profecía que contaba Antonio Prieto y que el árbitro pronunció en la casa de Sánchez Osorio en el momento de otorgársele la insignia dorada del GCF.

La temporada siguiente, la 75-76, efectivamente, Camacho no arbitró ningún partido del Granada. Ése fue también su último ejercicio como colegiado porque a mediados de temporada se destapó por la revista Don Balón una trama de corrupción arbitral en la que Camacho se vio involucrado de hoz y coz, lo que le supuso el fin de su carrera y tener que colgar el pito pocos meses antes de alcanzar la edad de retiro. Todo había empezado unas temporadas atrás, cuando algunos árbitros de primera y de segunda, al parecer, con Camacho como cabecilla, montaron un tinglado por el cual se ofrecían para venderse y asegurar así el triunfo en un partido concreto del club que contrataba sus servicios. Entre 250.000 y medio millón (mucho dinero por entonces) de pesetas ("cortadoras" en el argot que usaban) contantes y sonantes en cajas de puros era lo que se llevaban por cada faena los que estaban en el ajo, aunque parece que también aceptaban pagos en especie, por ejemplo, Mercedes.

Con las tarifas que cobraban los árbitros corruptos implicados en aquel gran escándalo de mediados de los setenta tenían para docenas de insignias de oro y brillantes (y platino, zafiros, rubíes y esmeraldas) del club que quisieran, y el Granada nunca ha sido un club boyante.

El Mercedes de Camacho regalo del presidente del Elche.