Good, better, best

Robinson
Imagen de Informe Robinson
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El jueves pasado se estrenó el último capítulo del programa televisivo Informe Robinson, en esta ocasión un especial biográfico sobre Michael Robinson. Lógicamente no lo pude ver porque jugaba el Granada. Un tedioso 0 a 0 pero con las pegatinas de la Europa League adornando el estadio vacío. Por tanto, emplacé el deseado visionado del reportaje a la siguiente tarde que tenía relativamente libre, la del sábado y la verdad es que me conmovió. Aunque en los últimos tiempos, a la par que me fui alejando de la actualidad futbolística me había distanciado de la figura de Robinson, nunca había dejado de sentirme vinculado a él. Las horas que pasé pegado a la pantalla del ordenador soñando ser un mánager de éxito en el PC Fútbol y las que me tiré delante de la tele sin perderme ni un minuto de El Día Después marcaron sobremanera mi infancia. Me emocionó comprobar que aquella sonrisa que parecía eterna, efectivamente, lo era y que le había acompañado desde su más tierna infancia hasta el último de sus días. Pero, sobre todo, me fascinó conocer como Robinson se hizo a sí mismo marcado por la frase de una profesora de primaria: Good, Better, Best. “Haz que tu bueno sea mejor y no pares hasta que tu mejor sea el mejor de todos”. Aquella frase motivadora que podríamos encontrar cualquier mañana gris acompañando al café, la interiorizó hasta conseguir convertirse en una figura del fútbol sin poseer unas cualidades excepcionales (según él), y una vez retirado, triunfar en el mundo de la comunicación en un idioma diferente al suyo.

Desde entonces, llevo tres días escudriñando mi memoria en busca de alguna figura docente que haya marcado mi trayectoria vital. Desafortunadamente, no he sido capaz de encontrarla. Imagino que mis épocas de pasividad infantil y juvenil hicieron que el consejo vital de turno que rondaba por mi clase, en mi caso, cayera en saco roto. Seguramente, llevar sólo una libreta en la mochila para que quedara espacio para un balón y unas botas de fútbol no ayudó. Aún absorto en las imágenes del documental que revoloteaban en mi cabeza, el domingo encendí nuevamente la tele para ver lo único que me interesa de ella, el partido del Granada. Resultó ser uno de esos partidos que te conmueven, que se tuerce en un momento inesperado y que tocar remar contracorriente. Un ejemplo del esfuerzo y de la lucha hasta el final. Una oportunidad para la superación personal. Un homenaje a Robinson. Entonces me vino a la mente Miss Baker y su eterna cuestión… Y sí, pienso que habría que indicar que este Granada es el mejor Granada; y cuando preguntara que si el mejor Granada es el mejor de todos los demás clubes, viendo la lucha incansable y el sacrificio habría que contestar, como decía el propio Robinson, que, sin duda, se está trabajando en ello.