Sálvame, sí, pero de ellos

Asomaba hace unos días por la primera cadena de Televisión Española un spot-presentación que me llamó la atención. En una especie de sucedáneo de 'El mago de Oz', con mucho colorido y extravagancia en el vestuario, iban apareciendo caracterizados al más puro estilo de la novela de fantasía de L. Frank Baum unos personajes que no tardé en reconocer. Kiko Matamoros, Belén Esteban y María Patiño, entre otros. ¡Vaya, otra vez se me ha ido el dedo y he pinchado Telecinco sin querer! – me dije. Al poco estaba frotándome los ojos intentando discernir si aquello era Telecinco o La 1 o simplemente tenía problemas cognitivos severos o de visión. Era La 1 de 'Televisión Espantosa'.
Después me enteré de que la cadena pública, la que pagamos todos con nuestro dinero, ha comprado los derechos de 'Sálvame' -su nuevo nombre va a ser 'La familia de la tele'- por casi 5,5 millones de euros que, después de lo que se le paga a Broncano por su 'Revuelta', es casi una cantidad irrisoria, calderilla.
Pero ese no es el problema porque ya puestos a dilapidar qué importancia tienen cinco o seis millones arriba o abajo. Desde mi punto de vista, la cosa tiene más calado. Persisten en mantener nuestras mentes ocupadas con asuntos banales, groseros y de cotilleo barato. Y esta vez lo hacen con nuestro propio dinero e impuestos, a ojos vista.
¿Cómo es posible que nuestra cadena pública haya decidido apostar por el circo de Sálvame, un programa que no aporta absolutamente nada a la sociedad, más allá de ruido y humillaciones? Yo no me trago esa excusa de que "es entretenimiento". Sálvame no es entretenimiento, es una estrategia para mantenernos ocupados con chismes y escándalos, mientras nos olvidamos de los problemas reales que nos afectan como sociedad. Aunque a veces es necesario evadirse de alguna forma de esa toxicidad a la que nos tiene condenados esta maldita actualidad que nos rodea, pienso que abonarse a este tipo de shows televisivos no es la mejor de las maneras.
La televisión pública, esa que se supone debe ofrecer contenido educativo, de calidad, que fomente el pensamiento crítico, se ha convertido en un saco sin fondo donde nos tiran lo más lamentable de lo más lamentable. Y lo que más me indigna es que nos lo venden como si fuéramos imbéciles. Como si no fuéramos capaces de percatarnos del fin último de esta maniobra de adquisición. ¿Es que de verdad creen que no nos damos cuenta y que no sabemos que mientras estamos ahí, pegados a la pantalla, alguien está evitando que pensemos en los problemas urgentes del país? Quizá de eso se trate.
¿Hasta cuándo vamos a seguir soportando esta pobreza que nos venden como lo mejor de lo mejor? Se han olvidado de lo que significa realmente ser un medio público. Es un chiste que lo único que nos ofrezcan sean payasadas de este calibre. Me cansa, de verdad.
¿Y qué es lo más grave de todo? Que caemos en la trampa. Cada vez que me encuentro con gente hablando sobre lo que pasó ayer en Sálvame, una parte de mí siente vergüenza. Nos han hecho creer que esto es lo normal, que este es el tipo de contenidos que debemos consumir.
Yo, sinceramente, ya estoy harto. Estoy harto de que me tomen por imbécil, de que nos tomen a todos por imbéciles queriéndonos conformar con las patochadas de estos lenguaraces.
Ya basta de dejarnos llevar por el entretenimiento barato. Ya basta de actuar como si no tuviéramos algo mejor que hacer con nuestras vidas que estar pendientes de lo que hace Belén Esteban o qué lío se trae Kiko Matamoros con su último 'enfrentamiento' en el plató. Tenemos que exigir más. Mucho más. No solo porque lo merecemos, sino porque ya es hora de que nos dejen de tomar por tarados.
Se me presenta una duda: ¿se ha comprado a estos colaboradores por su popularidad, o por su capacidad para mantener a la audiencia sumida en un estado de pasividad mental? Nuestra televisión pública no es una entidad independiente ni neutra; está bajo el control de un gobierno que tiene mucho que ganar si mantiene a la población ocupada con trivialidades y entretenimiento vacío.
En cualquier caso, a mí personalmente este asunto me parece una clásica y estudiada jugada que tiene paralelismos con el famoso pan y circo de los romanos. Se trata siempre de lo mismo, de que la gente deje de ser crítica, como si el contenido del programa fuera un dogma incuestionable.
Los telespectadores nos convertimos en un grupo homogéneo que consume sin preguntarse por qué está viendo eso. Tal y como lo relató Platón en su famosa Alegoría de la cueva, la gente está atada a sus cadenas, viendo sombras en la pared, sin tener idea de que existen realidades más profundas. En este sentido, la televisión actual, representada por programas como Sálvame, actúa como una cueva moderna donde nos atamos a las sombras y, por miedo al conocimiento, preferimos no salir a la luz de la reflexión crítica.
Viendo estos programas nos olvidamos de cuestionarnos la corrupción política, la precariedad laboral, la falta de acceso a la vivienda, el éxodo de muchos de nuestros jóvenes al extranjero en busca de oportunidades que aquí no encuentran o el desmantelamiento por etapas de nuestra Constitución y Estado de Derecho. En cambio, se concentran en el último escarceo amoroso de Belén Esteban o en las disputas de 'familias televisivas'. Nos olvidamos de pensar por nosotros mismos, porque ya hay una élite que lo hace por nosotros a través de los medios. Esto, siendo en cualquier canal de televisión algo imperdonable, en la cadena estatal se convierte en una ignominia.
Lo que me molesta profundamente es cómo tratan nuestra inteligencia y que nos presenten como idiotas. Nos están sumiendo en una mediocridad impuesta y aderezada con miserias ajenas que va a acabar por matar definitivamente el servicio público que debería ser RTVE. La vulgaridad está tomando el control y el precio que estamos pagando como sociedad es elevado: la libertad de pensar.
Comentarios
4 comentarios en “Sálvame, sí, pero de ellos”
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Dimanche
14 de abril de 2025 at 21:04
Totalmente de acuerdo con el contenido de su artículo, como estamos en semana Santa, viene al pelo decir que es un calvario aguantar programas de ese tipo, cierto es que hay donde escoger aunque los contenidos sean similares en otros canales privados, nada especial en cualquier caso.
El problema viene cuando esos programas-basura, que los pagamos entre todos, hay que aguantarlos porque tienen una supuesta audiencia, ¿qué hay de la calidad de la TV pública, son estos los programas educativos que nuestra sociedad necesita?...
Esperanza
14 de abril de 2025 at 21:14
Juan Carlos que razón tiene
Un artículo muy bueno ,superior diría yo
Rosa
14 de abril de 2025 at 22:12
¡Ni tan mal! 😅 Creo que este es el paso previo a nombrarlos ministros...
Tenemos unos políticos absolutamente ignorantes pero extremadamente hábiles. Estamos en un caos de conocimiento, educando en la gandulería, en conseguir todo sin el más mínimo esfuerzo y adaptarse y creer que se vive bien con esas ayuditas que tantos votos compran. Y los que optan por formarse adecuadamente y estar altamente capacitados aquí no tienen cabida, al extranjero, no interesan vayan a reventar todo lo orquestado por estos gobernantes. Y mientras tanto, esos contertulianos haciéndose ricos por contar estupideces que a veces ni siquiera contrastan que sean ciertas las barbaridades que escupen sin ningún tipo de escrúpulos, todo vale porque erróneamente se considera "libertad de expresión" . Increíble, y lo más increíble aún es el usar nuestros impuestos para esto.
Sí, Señor D. Juan Carlos, tal como nos tiene acostumbrados magnífico artículo y ojalá pudiesemos salvarnos, y que fuese, pronto, muy pronto.
Daniela
15 de abril de 2025 at 09:03
Cuánta razón lleva el autor en este artículo. Cómo ha degenerado nuestra querida TVE. Cómo se ha convertido en un instrumento para alienarnos. Yo por lo pronto no la veo y ya está.
Como siempre, buen artículo para pensar.