Cultura estratégica
Como es sabido por todos, la Unión Europea ha creado unos fondos económicos, los conocidos como Next Generation, para hacer frente a las nefastas consecuencias de la pandemia en la economía y el desarrollo de nuestra sociedad, subvenciones que con unos estrictos requisitos pueden ser solicitadas por los diferentes países de la Unión, por las comunidades autónomas y los ayuntamientos. Son unos fondos extraordinarios para atender unas necesidades excepcionales derivadas de la crisis ocasionada por el virus pero deben ser, y con ese fin se han dispuesto, aprovechados para generar nuevas oportunidades relacionadas con la sostenibilidad social y la digitalización. Pueden ser, son de hecho un recurso extraordinario al que recurrir para mejorar nuestra economía. Hemos conocido que numerosos ayuntamientos han solicitado los llamados “fondos anti-covid” y a la vez que el nuestro no ha presentado ningún proyecto, hasta el punto de que toda la oposición municipal le ha pedido explicaciones desde los medios de comunicación hasta en el pleno.
No es de extrañar que el gobierno municipal, fruto de pactos espurios y basados en los intereses particulares de sus protagonistas, no esté centrado en las necesidades de Granada, nunca lo han estado y, por tanto, ausentes de buscar los recursos necesarios para poner en marcha proyectos que sirvan para sostener o incentivar nuestra economía. En fin, no digo nada nuevo, el alcalde y su equipo no tienen ni proyectos, ni ideas, ni capacidad política para sostener el gobierno de una ciudad gravemente golpeada por las consecuencias de la pandemia por su dependencia económica de los sectores más afectados como son el comercio y el turismo.
El grupo municipal socialista en el Ayuntamiento ha presentado un Plan estratégico para Granada en el que se desglosan diferentes proyectos para la ciudad con un presupuesto total de casi 2.000 millones de euros, todos ellos muy centrados en las áreas estratégicas de nuestra economía y tratando de aprovechar para realizar proyectos pendientes como, por ejemplo, la ampliación de las líneas del metro o el soterramiento de las vías del tren a su paso por la Chana.
Muy importantes son los proyectos agrupados en el apartado “Revalorización de la Industria Cultural” no sólo porque este sector es importante en la economía de nuestra ciudad, sino también porque forma parte de nuestra identidad, de nuestra proyección nacional e internacional y es una fortaleza que tenemos que nace de nuestra historia, de nuestro patrimonio cultural y de nuestros creadores. Es un legado que hemos recibido, pero es también nuestro presente que debemos cuidar y proteger para proyectar un futuro posible basado en las industrias culturales y la sostenibilidad de una economía que existiendo, en precario frecuentemente, requiere de innovación y apoyo institucional.
Muchos son los proyectos propuestos, por destacar algunos muy importantes, la preservación del Valle del Darro y Valparaiso o alguno de ellos pendientes de años no aprovechados, como por ejemplo, el fallido proyecto hasta ahora de la Biblioteca de Andalucía, al que, por cierto, la Junta de Andalucía le había consignado 5 millones de euros y del que no tenemos rastro.
A la ciudadanía de Granada nos preocupa la inacción política del Ayuntamiento que ni propone ni hace nada por la ciudad, una ciudad golpeada que necesita tener preparado un horizonte de esperanza, en forma de una planificación estratégica que aunando los recursos de la administración con la iniciativa privada nos reconduzca hacia un futuro posible, sostenible, real.
La cultura, en sus diferentes manifestaciones, es una línea prioritaria en ese camino pero no de cualquier forma, no a cualquier precio, con criterio, con rigor, con altura de miras.
Lo que se está preparando en el Ayuntamiento en este momento es un dudoso proyecto en la ladera norte del Darro, el Paseo de Romayla, un lugar con suficiente significado como para haber convocado a la participación ciudadana y propuesto un concurso internacional de ideas que suponga una adecuada intervención. ¡Ah! Y tenernos a la espera de la planificación de la capitalidad cultural, en la que llevan enredados sin solución alguna desde que llegaron a la Plaza del Carmen.