Personas de palabra
Ser una persona de palabra significa que alguien es honesto consigo mismo y con los demás. Una palabra suya vale para establecer un acuerdo, firmar un negocio, en definitiva, tiene validez legal. Nadie duda de esta persona, inspira confianza, lo que dice lo hace y lo que promete lo cumple.
Desde luego es un tesoro encontrarse con alguien que respeta a los demás y se respeta a si mismo. Nada es más vergonzoso que comprometerse en algo y luego no cumplirlo.
En nuestra sociedad resulta cada vez más difícil encontrar personas capaces de sostener la palabra, es decir, de cumplir aquello que prometen. Es muy fácil decir palabras, hacer promesas, hablar hasta cansarse empleando millones de florituras, pero parece que muchas veces lo que se dice se pierde en el aire, como si la palabra solo fuera una expresión acústica y punto.
Parece que la palabra, por sí sola, careciera de todo valor. Es como si todo lo que se dice, para tener algún sentido, debiera contar con algún respaldo. Lo que se dice no existe o nunca existió si no está notariado, filmado o escrito; si no hay un testigo que corrobore lo que ha expresado el otro.
Como dice Víctor Hugo Manzanilla, cumplir la palabra tanto en los compromisos grandes como en los pequeños es de suma importancia porque:
1- Desarrolla nuestra imagen de integridad:Las personas comienzan a notar que no existe diferencia entre lo que somos y decimos. Lo que pensamos, decimos y hacemos está perfectamente alineado. No existe disparidad.
2- La integridad es la base para generar confianza: Si las personas pueden confiar en nuestras palabras y compromisos (por más que sean pequeños), comienzan a confiar en otros aspectos de nosotros.
3- La confianza es la base de la influencia: Las personas escogen a quién seguir y por quién dejarse influir. Sólo lo hacen si existe una confianza absoluta.
4- La influencia es la clave para ayudar a otros a desarrollar su máximo potencial: Si no tienes influencia sobre el equipo, aunque tengamos las mejores intenciones, no podremos ayudarlo a llegar al siguiente nivel.
Por tanto, algunos consejos:
1.Adjudiquemos a las pequeñas promesas el mismo nivel de importancia que a las grandes.
2. Pongamos los compromisos por escrito.
3. Zanjemos el espacio entre los compromisos abstractos a largo plazo y las experiencias a corto plazo.
4. Consideremos los compromisos como un privilegio.
5. No aceptemos hacer cosas que no queramos hacer.
6. No inventemos excusas.
7. Hagamos lo que dijimos que haríamos, aun cuando no lo deseemos.
8. Programemos recordatorios para uno mismo en el teléfono o calendario.
9. Cumplamos con los compromisos que hagamos con nosotros mismos.
10. Hagamos el hábito de cumplir con nuestras promesas.
Sin duda, poner excusas tal vez nos evite discusiones inmediatas, pero terminará labrándonos la imagen de personas poco confiables.
Cuando demos nuestra palabra asegurémonos de que queremos y podemos cumplirla. En ello reside nuestra integridad. Démosle valor a nuestra palabra, para ser personas de palabra.