De Rubite a Cuba

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José Salguero García se subió a un barco con 17 años para buscar un futuro | Foto: Remitida
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Se llamaba José Salguero García y era ‘granaíno’, de Rubite. Ya saben, ese hermoso pueblo de la costa, entre la sierra de Lújar y la Contraviesa, y lugar de enorme exquisitez para visitar o quedarse. Pues ahí, en ese lugar, nació este caballero, al que la filoxera a finales del siglo XIX le hizo buscar un nuevo hogar, al igual que a muchísimos paisanos que se quedaron sin nada, por culpa de una maldición que acabó con las vides que significaban la vida y el futuro de los habitantes de la zona.

Tuvo que coger un barco, mirar al horizonte y, con 17 años, José llegó a La Habana y allí, el hijo de Antonio Salguero y María García, encontró el amor de su vida y formó su futura familia. Conoció a una mujer negra -lo dicen los papeles- que se llamaba Juana Pérez y Pérez y con ella se casó el 28 de julio de 1874.

Si observan detenidamente, Cuba estaba aún bajo la batuta española y la guerra, con la consiguiente independencia, llegaría más tarde. Nuestro alpujarreño estaba ya asentado para entonces, incluso habían llegado hijos, y dijo que de vuelta nada, que ya era cubano y allí se quedó para siempre.

Formó una familia más que numerosa y trabajó aportando todo lo que el campo andaluz le había enseñado. Yo llegué a conocer a su nieto, que decían que era una copia de nuestro protagonista, y no hace mucho que lamentablemente murió. Un tipo alto, muy alto; delgado y con un carácter un tanto peculiar que quedaba enmarcado en un enorme sentido del humor y una mirada directa que te hacía pensar de dónde habría salido aquel supermujeriego, eso contaban las leyendas, y a quien curiosa y prácticamente todos le llamaban ‘el isleño’, con lo que uno siempre pensó con tener al descendiente de un canario como interlocutor.

Pero no era así y los papeles oficiales demuestran que era nieto del ‘granaíno’, que la única isla conocida era su lugar de nacimiento y que su humor dejaba claro el origen paterno de Rubite. Como la mayoría de sus hermanos, tíos e hijos duró casi un siglo y siguen con vida los muchos descendientes del rubiteño.

Así que, por si sirve de algo, recuerden los pobladores de Rubite que un paisano suyo se tuvo que ir de su pueblo, formó muy lejos una gran familia y así, ya saben, que cuando vayan a Cuba de vacaciones pueden informarse y encontrar a alguno de sus miembros. Gran parte de ellos están en un bellísimo pueblo llamado San José de las Lajas, en la Cuba casi profunda, sin exceso de turistas ni gente extraña que cambian las costumbres. Allí pueden charlar con ellos, que siguen siendo muy ‘granaínos’ de carácter y de casi todo.