Usa al terapeuta imaginario

Si estás frente a un dilema, prueba esto: siéntate en la silla de un tercero neutral, un lugar vacío frente a ti que te aconsejará desde otra perspectiva

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Imagen ilustrativa | Foto: Remitida
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Si estás frente a un dilema, prueba esto.

Siéntate en la silla de un tercero neutral: un lugar vacío frente a ti que te aconsejará desde otra perspectiva.

¿Cómo funciona? Cuando tenemos un problema al que le damos vueltas y vueltas en la cabeza y no le encontramos solución, lo mejor que podemos hacer es dejar de insistir con esa fórmula de pensamiento.

En terapia hay un recurso que se conoce como “la silla del tercero neutral”. Es un lugar imaginario en el que sentamos a una persona imaginaria o real (pero que no está allí) y le planteamos el problema. Esa persona debe ser alguien a quien respetemos por su integridad y ecuanimidad, su claridad de pensamiento y su empatía: la capacidad de ponerse en el lugar del otro y entender diferentes miradas.

El proceso funciona así:

● Una vez que trajimos a esa persona a nuestra imaginación colocamos dos sillas enfrentadas. Una es la nuestra y la otra es la del tercero neutral. Nos sentamos mirando a la silla vacía en la cual hacemos de cuenta que está nuestro interlocutor o interlocutora.

● Paso siguiente, le planteamos el problema en voz alta.

● Cuando finalizamos, nos levantamos de nuestro lugar, nos sentamos en la silla vacía enfrente nuestro y nos ponemos en la piel de esa persona imaginaria.

● Mirando hacia nuestra silla como si nos observáramos con los ojos del otro, parafraseamos o resumimos en voz alta lo que dijimos. ¿Qué nos diría esta persona sobre lo que planteamos? ¿Cómo evaluaría nuestra postura y qué nos sugeriría? ¿Cómo acercaría posiciones con las otras partes involucradas en el problema? ¿De qué forma nos hablaría y ayudaría a reflexionar? ¿Sería pausada, serena? ¿Nos haría preguntas para entender mejor? ¿Sería amable pero dura al evaluar nuestra actitud? Piensa que esta persona te quiere y respeta y desea lo mejor para ti.

● Deja que hable y pregunte y luego vuelve a cambiar de silla a tu lugar original. Desde allí responde a tu consejero y repregunta o sigue planteando tus dudas.

● Regresa a la silla del consejero para responderte y así sucesivamente hasta que la conversación te deje satisfecho o satisfecha.

Este ejercicio, si se hace respetando los lugares físicos de cada interlocutor, puede ser muy efectivo para aprender a mirar las situaciones desde otro ángulo y traer claridad al pensamiento. Tal vez con una sola interpretación del problema no sea suficiente y necesites hacerlo dos o tres veces a lo largo de varios días.

Al principio es difícil salir de nuestro lugar para ver un dilema desde otro ángulo. Pero la práctica va puliendo nuestra capacidad de observarnos desde afuera. Pruébalo frente a cualquier decisión que debas tomar o conflicto que tengas. ¡Y luego me cuentas!