Vive como gallego
Galicia es una tierra llena de contrastes, exuberante, impredecible. Su clima es muy cambiante; será por eso que los gallegos tienen fama de indecisos (“Nunca se sabe si suben o si bajan”).
Puede llover en las playas de Coruña y haber un sol que raja la tierra en Santa Cruz, a 15 minutos. Incluso, a veces, llueve en tu acera y no en la de enfrente. Si eres gallego, lo aceptas. Un gallego se adapta a todo, no se queja. Seguirá caminando sin cruzar, porque ya sabes: “Se chove que chova”. Ya parará.
Pocas cosas detienen a un gallego cuando se propone algo. El entusiasmo va por dentro y con que te lo creas ya es más que suficiente, porque “maloserá”. Maloserá que no lo consigas. El gallego nunca pierde la esperanza.
Hace muchos años, en verano, cuando mi amigo Juan estaba en la universidad y no había móviles ni precisión meteorológica, con sus compis tenían una estrategia para sortear la lluvia de Galicia y ver el sol. Si se despertaban y el clima en Coruña no era bueno, llamaban al bar de la playa más próxima. Si les decían que allí no había sol, entonces al bar de la siguiente.
Y así desde Coruña a Finisterre. Y si en Finisterre tampoco estaba soleado, pues hasta Carnota o Pontevedra; total, que se llega en hora y media. O poco más.
Tú también puedes vivir como gallego. Sé pragmático. Si hay sol, lo aprovechas al máximo y si no, vas a por él. Maloserá que no lo encuentres en alguna parte.