Otra polémica feminista para secretar bilis
Vivimos en un país de avezados lingüistas, un país donde nadie abre la boca sin la aprobación de la Real Academia de Lengua ni empuña un boli sin un diccionario al lado. Ni qué decir del extendido uso del corrector en todo tipo de escritos para intervenir en comentarios en redes sociales, sms o whatsapp, que repasamos varias veces antes de enviar para cerciorarnos de la corrección gramatical y ortográfica. La tímida penetración de Twitter en España se debe a nuestro rechazo al uso de abreviaturas para sintetizar los mensajes en 140 caracteres. ¡Antes muertos que sin comas ni acentos!
Sin ir más lejos, leía el otro día en uno de los exquisitos ejercicios de literatura que se difunden en las redes sociales que la RAE ya se había pronunciado sobre el uso explícito del género femenino para casos donde con el neutro podríamos apañarnos bien y darnos todos por aludidos. La literata afirmaba a tenor de la enésima polémica –el CalendariA 2017 de la UGR- en torno a este asunto que agita a la sociedad ante cada nuevo caso: “la Academia ha hablado, el debate está zanjado”. Pues ni una tilde más que añadir: no se usa el femenino más que cuando el sujeto activo o pasivo sean exclusivamente mujeres y punto. En España, lo que la RAE dice va a misa.
Y es que con estas cosas hay que ser taxativo porque la tibieza solo conduce a que se produzcan atentados lingüísticos como el perpetrado contra el uso de la palabra Matrimonio para designar la unión de dos personas del mismo sexo en idénticas condiciones que las heterosexuales. ¡Pocos autobuses se fletaron para clamar contra semejante desatino cuando todo hispanohablante sabe que la palabra viene del latín matri (madre) y monium (calidad de)!
Hay que ser malpensado para creer que la ferviente oposición a este tipo de medidas se pueda deber a que existe cierto interés en esconder detrás de las palabras realidades incómodas para determinados sectores conservadores de la sociedad. Pero yo es que soy muy pécora… y así lo pienso.
Samuel Johnson, autor del primer gran diccionario de la lengua inglesa (1755) luchó contra la creación de una Academia de la Lengua Inglesa como la francesa o la española porque privaba a la gente del pleno dominio de su habla, dejándolo todo en manos de un pequeño grupo de "elegidos". Hoy, la lengua inglesa carece de órgano regulador oficial si bien la Universidad de Oxford se encarga de incorporar varias veces al año a su Diccionario palabras y acepciones de uso común entre los angloparlantes.
No en vano, la flexibilidad y el dinamismo del inglés lo han convertido en el idioma más hablado en todo el mundo. Y antes de que algunos pongan el hígado a secretar bilis: en el mundo anglosajón, donde todos los adjetivos son neutros, se han modificado hábitos lingüísticos creando nuevas palabras (chairman por chairperson) o escribiendo directamente manuales en femenino, forzando deliberadamente el lenguaje para hacer más explícita la existencia de la mujer.
Pero nosotros a lo nuestro, siempre nos ha gustado mucho que nos marque la pauta algún ente superior. Así no nos equivocamos nunca… la RAE lo ha dicho.
Comentarios
Un comentario en “Otra polémica feminista para secretar bilis”
Martín Domingo
26 de enero de 2017 at 12:27
Vale, creo que lo he entendido: es lo mismo el mes de julio que la mesa de Julia