Pablo Pin: “A los jugadores les explico siempre que este club es como nuestro hijo”
El entrenador granadino, convertido en un caso único en el deporte español, suma doce años seguidos al frente del Fundación CB Granada en cinco categorías diferentes
Convertido en un caso único en la historia del deporte español, Pablo Pin (Granada, 1982) es ya leyenda en la ciudad que le vio nacer. Procedente de dos sagas familiares amantes del baloncesto, los Pin y las Tamayo, el entrenador del Fundación CB Granada, equipo de la ACB patrocinado por Covirán, ha crecido a la par del club, al que comenzó a entrenar en Primera Nacional desde su creación y en ese lugar ha permanecido en el largo camino que lo ha llevado, tras cuatros ascensos, a la élite nacional, para conseguir dos emocionantes permanencias en la Liga ACB. Formado en casa, en la cantera y en la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte de Granada, es un claro ejemplo de talento y formación para una causa. A ello une un carácter de hombre metódico y tranquilo, pero exigente, al que le gusta mejorar día a día y que tiene como su gran pasión, además del baloncesto, a su familia.
Pregunta: Otro fin de temporada de infarto. Cuando acabas las temporadas, ¿vas al cardiólogo? ¿Te has hecho alguna revisión?
Repuesta: Al cardiólogo no (ríe), pero sí intento cuidarme. Tengo al médico del equipo detrás y en mi casa también a mi mujer para intentar estar bien.
P: ¿Haces deporte? ¿Cuidas la alimentación?
R: Sí, hago deporte. Me gusta mucho jugar al pádel, que es con lo que he sustituido la práctica del baloncesto, y voy al gimnasio por las mañanas, tres o cuatro días a la semana para el tema de espalda, posturas... Me intento cuidar. Y con la alimentación, este año me he despistado un poco a final de temporada, pero empecé hace un año ya con un nutricionista para intentar cuidar también esa parte importante. Por hábito y por genética, tengo que cuidar el tema del peso.
P: ¿Sigues jugando al baloncesto con tus hermanos? ¿Hay piques?
R: Algunas veces en verano, cuando estamos de vacaciones en nuestra casa de La Zubia, echamos nuestras pachanguitas de vez en cuando. También algunos miércoles nos juntamos en el Pabellón Veleta, viene mi hermano Nacho y jugamos un rato.
P: ¿Sigues teniendo buen tiro?
R: Cada vez menos, y menos que mis hermanos. Nacho y Javi (ambos también fueron jugadores de baloncesto) son huesos duros.
P: Ya tienes tres hijos. ¿Vas a por el quinteto?
R: No, no, no... Mi mujer y yo ya hemos cumplido, hemos subido la media con los tres. Antonio tiene ocho años, Beíta, seis; y Pablo Pin Júnior, cuatro.
P: ¿Continuarán la saga familiar? ¿Le estáis inculcando baloncesto desde pequeños?
R: Todos los padres decimos lo mismo: que hagan lo que quieran. Pero es muy difícil que hagan otra cosa cuando en su casa todos los días hay un partido de baloncesto puesto en la tele. Por ejemplo, mi mujer ha llevado a Antonio al Palacio de Deportes desde bebé, con unos auriculares de los que quitan el ruido. Se están criando en una pista de baloncesto.
Valores del deporte
P: En cualquier caso, educarlos en el deporte y con los valores que transmite el deporte, ¿no?
R: Sí, desde luego. Me he criado así y mi mujer, también. Nos hemos criado en familias donde el deporte ha sido un elemento fundamental. Mis primeros recuerdos son de ir a los paseíllos universitarios a ver a mi padre. Nosotros estamos intentando hacer lo mismo.
P: Has tenido tres vías de enseñanza en tu vida de deportista: tu familia, los clubs de baloncesto y la Facultad del Deporte. ¿Cómo valoras lo que te han ido aportando cada una de ellas?
R: En el caso de la familia, es algo que no te paras a pensar, pero lo llevas muy dentro. Es tu sitio. Como decía, ir desde muy pequeño a los paseos universitarios o, por ejemplo, mi madre, que tuvo una peña de baloncesto y con sesenta y tantos años seguía yendo a jugar a la Presentación. Eso es algo que te vas llevando. En el caso de la Facultad, estudié INEF, pero también estudié Magisterio y tengo un grandísimo recuerdo. Ahí es donde adquieres conocimientos, sobre todo, la base de metodología que es la que un entrenador tiene. Y, luego, realmente me he formado en el club, en el Fundación y en el antiguo CB Granada. Ahí he tenido la oportunidad de acertar y de equivocarme. Y cuando me he equivocado, han confiado en mí, que eso es muy importante.
P: Qué grandes momentos has vivido en los últimos años y cómo le hubiera gustado a tu padre disfrutarlos.
R: Sí. A veces lo pienso. Es verdad que los primeros años él venía al pabellón, pero la única parte que se ha perdido es la de la ACB, que es la que está siendo más dura. Pero él disfrutó mucho viendo muchas victorias, que es algo bonito también.
P: ¿Qué te transmitió? Porque era muy crítico.
R: Esa es una de las cosas, pensar siempre de forma crítica. Contigo mismo también. Tú eres entrenador y te equivocas. Y tienes que analizarte para mejorar. Eso es importante. Y luego me transmitió también el amor por el baloncesto. Él se dedicó toda la vida al deporte y al baloncesto. Por ejemplo, yo estaba estudiando en la Facultad y venía con nosotros a los campeonatos universitarios estando ya jubilado y seguía dirigiéndonos a la selección universitaria. Es realmente amor por el baloncesto.
P: Y de tu madre, que también es una gran amante del baloncesto, ¿qué aprendiste?
R: Fue mi primera entrenadora. De ahí tengo el carácter. Es verdad que soy una persona tranquila, pero, a la vez, tengo genio. Ese punto de genio es más Tamayo. Tengo esa mezcla de los dos.
Doce años en el banquillo
P: Es inaudito permanecer en un mismo banquillo doce años consecutivos. ¿Cuál es el secreto?
R: Parte es el grupo de trabajo que tenemos. Eso es innegable. Con Óscar, con toda la gente de la directiva y, luego, con todo mi cuerpo técnico y mis compañeros de equipo. En los momentos buenos hemos estado juntos, pero en los malos, también. Eso es lo más importante. Al final, tantos años juntos es porque en los momentos malos hemos sabido estar juntos y unidos.
P: ¿Y cómo se mantiene la ilusión intacta año tras año?
R: A los jugadores les explico siempre que para nosotros este club es como nuestro hijo. De todos, de Óscar, de Carlos, de Fernando, de Zamo... de toda la gente que está ahí. Que esto es como nuestro hijo. Y un padre no pierde la ilusión de formar a su hijo, de acompañarlo. Para nosotros esto es así.
P: ¿Nunca te ha pasado por la cabeza, en un momento malo, dimitir? ¿O, por el contrario, a Óscar destituirte?
R: De Óscar no sé lo que le habrá pasado por la cabeza. Pero sí ha habido durante estos años un par de momentos, sobre todo uno. Recuerdo que fue un 6 de enero en el Pabellón Veleta y estaban Óscar, Fernando Bailón y Javier Molina. No estaba Carlos Díaz en ese momento, porque no estaba en Granada, pero hablé con él después. Y les dije que si pensaban que podía haber otra persona que viniera y lo hiciera mejor, no había problema. Necesitábamos una reacción. Y la respuesta de ellos fue bajar a la pista, hablar con todos los jugadores y decirles que aquí vamos todos a una y el último que se va a mover de aquí es Pablo. Así que ya os podéis poner las pilas. Honestamente, en ese momento, pensé que a lo mejor era una solución marcharme. Fue la temporada en LEB que se cortó por el COVID. No estábamos jugando bien, no había buena sensación dentro del equipo, porque me equivoqué en algunas cosas de planificación, y no estaban saliendo las cosas como nos hubiera gustado. También es verdad que veníamos de la temporada de nuestro debut en LEB donde en la primera temporada nos metimos en play-off y fuimos al quinto partido. Entonces las expectativas hacían que pareciéramos mejores de lo que realmente éramos.
P: Hay que poner en valor el ascenso del Covirán a la ACB porque se está viendo la dificultad de salir de la LEB Oro. Ahí hay equipos con mucho más presupuesto que no lo están consiguiendo.
R: Si lo pensamos, en cuatro años en LEB Oro hemos ganado la liga regular dos veces. Lo que pasa es que el año que perdimos el tercer partido contra Breogán fue la única temporada de las treinta últimas en la que el campeón de la liga regular no subía directo. Es decir, que hubiéramos subido el año anterior. A eso hay que darle un valor, sobre todo, cuando no tienes el mejor presupuesto. Y fíjate la dificultad de equipos como San Pablo, con una inversión increíble, o Estudiantes, que lleva mucho tiempo trabajando para ascender. Y ha subido Lleida, que llevaba 14 años en la LEB Oro. Nosotros hemos pasado cuatro.
P: No se imagina uno ya al Covirán sin Pablo Pin al frente. ¿Hasta cuándo?
R: No lo sé. Ahora mismo tengo una temporada más de contrato y ya se verá. Está claro que queda menos que más. Es lo normal. Pero no lo sé. Lo que sí tengo claro es que el 12 de agosto, cuando comencemos la pretemporada, me pongo el silbato y voy con toda la energía del mundo. Y cuando llegue el momento, pues llegará. No soy de pensar mucho en eso.
El salto a un grande
P: Pero, ¿nunca has soñado en dar el salto a un equipo más grande, a un equipo de Euroliga? ¿Te ha llegado alguna oferta de otro club?
R: Se me asocia mucho a Granada. Tengo contrato y es algo público. Tampoco me veo todavía preparado para un equipo de Euroliga ni creo que sea el momento. Ir a otro sitio va a ser difícil porque mejorar esto es muy complicado. Es decir, aquí no tenemos muchos medios económicos, es cierto, pero tenemos muchas otras cosas que en otro sitio no las tienen. Y a eso hay que darle valor. Valoro mucho eso.
P: Uno de esos aspectos que pones en valor es tu relación con Óscar que, más que tu presidente, es tu amigo.
R: Está claro. Un amigo y una persona que da gusto trabajar con él. Confía no solo en mí, sino en todos los que estamos. Pero, lógicamente, en cualquier relación todo va con unos resultados. Y eso está ahí también. Por muy amigos que seamos, si las cosas no hubieran salido, yo no estaría. Y seguiríamos siendo igual de amigos. Tenemos esa relación de confianza, sobre todo, de conocernos, de saber qué pensamos cada uno y de poder decirnos las cosas tranquilamente, sin que haya ningún problema. Eso es una fortaleza, no una debilidad.
P: Serás, al menos, patrono honorífico de la Fundación. En los primeros desplazamientos en Primera Nacional hasta ponías tu coche para viajar.
R: Sí (ríe). Yo ponía mi coche y Fernando Bailón y Óscar ponían los suyos. Incluso algún jugador, a veces, también. Compartíamos el coche, hacíamos los bocatas...
P: Han sido muchos momentos, pero ¿con qué momento especial te quedas de estos doce años?
R: Es difícil, porque hemos vivido muchas cosas, muchos viajes, muchísimos kilómetros... Quizás el ascenso de Albacete fue especial, los dos primeros ascensos fueron más especiales, porque eran plantillas que no cobraban, muchos amigos personales que hicieron mucho esfuerzo. Ahí no juegas con la presión o el objetivo de ir a ACB.
P: ¿Soñabais con llegar a la ACB en aquellos momentos?
R: Qué va (ríe otra vez). Me acuerdo el día que Óscar y yo quedamos para tomar un café y él quería que entrenase al equipo júnior. Y le comenté que por qué no sacábamos un equipo en Nacional. Teníamos varios jugadores jóvenes de la época antigua, Javi Hernández, Luis López... Buenos jugadores. Y así fue como surgió. Con esa conversación el objetivo nunca fue subir a ACB. Ese ha sido uno de los secretos por el que hemos llegado, no poner ese objetivo, sino hacer las cosas bien, entrenar bien, ser serios, tener una buena estructura, que la cantera esté bien cuidada. La consecuencia ha sido llegar a ACB, pero el secreto ha sido no fijarnos esa meta, sino en el camino. Poner mucha atención en los pequeños detalles.
Los inicios con amigos
P: Muchos de esos jugadores que tú comentabas se sintieron partícipes del proyecto, creían en Granada y, además, eran amigos. Me viene a la cabeza, por ejemplo, Jesús Fernández, un jugador fantástico. Pero hay muchos a los que hay que estar agradecidos por lo que han dado.
R: Jesús nos cambió, nos hizo tener otra dimensión porque era un jugador de otro nivel. Pero, a la vez, a nivel humano, era un jugador de grupo, de equipo, de una humildad increíble. Y ahí tenemos a Pablo García, a mi hermano Nacho, Óscar Anguita, Miki Almazán, Vice, Jaime Medina... Muchísimos nombres. Gente muy conocida en el mundillo del baloncesto, que entrenaban a las diez y media de la noche y se levantaban a las seis o a las siete de la mañana para ir a trabajar. Toda esa gente no se nos puede olvidar.
P: En ese proceso evolutivo, si te miras, ¿qué ha cambiado del Pablo Pin de 2012 al actual?
R: Mucho, porque he madurado también como persona. Tengo 41 años y empecé con 29. Lo pienso ahora y era un niño. Y cambia mucho, la forma de gestionar la derrota, la victoria, la comunicación y cómo hablar con los jugadores también, porque las generaciones han cambiado mucho. Parece que no, pero en diez años los jugadores son totalmente diferentes, hay que hablarles de otra manera.
P: Tras dos permanencias en la ACB, ¿uno empieza a pensar más a lo grande o cuál es el margen de crecimiento que tiene el club?
R: Cuando te salvas en el último cuarto del último partido de la temporada siempre hay crecimiento, pero nuestras expectativas tienen que seguir yendo ligadas a la realidad. No sería bueno que nos viniéramos arriba. Tenemos que tener claro nuestro límite. Somos una ciudad pequeña, donde a nivel económico somos lo que somos y tenemos que tener los pies en la tierra. Para nosotros, salvarnos es ganar nuestra liga. ¿Qué es lo que me gustaría el año que viene? Salvarme en el descanso (ríe de nuevo). Pero que hay que tener los pies en la tierra. Por ejemplo, una clasificación para Europa no sería positivo para la estabilidad del club, porque el presupuesto va a seguir siendo más o menos igual, y ahora afronta una plantilla más larga o largos viajes. Nuestro camino pasa por asentarnos, hacerlo bien y permanecer con solvencia.
P: Las dos permanencias en ACB han sido dramáticas, en los últimos instantes.
R: El año pasado lo vivimos de otra manera, porque todo el mundo tenía ese punto de ilusión y las circunstancias que nos pasaron durante la temporada fueron diferentes, incluso, hubo lesiones duras y complicadas, pero todo el mundo tenía ese punto de ilusión. Este año ha sido diferente porque ha habido puntos de ilusión, pero no de todo el mundo. Y eso es más difícil de manejar. Cuando todo el mundo quiere, eso es muy fácil, entre comillas. Pero cuando no quiere todo el mundo, ahí ya es más difícil.
El baloncesto en Granada
P: En Granada siempre ha habido una gran afición al baloncesto, mucho más a partir de los años 80 con el ascenso del Oximesa. Es una afición que, como ya tiene esa tradición, entiende bien el juego y una de las claves de ese crecimiento del Fundación ha sido su gente, su afición, que ha visto el club crecer desde abajo y lo sienten como suyo.
R: Sí, desde luego. Cuando estábamos en Primera Nacional o en EBA, el pabellón Veleta estaba lleno. Me acuerdo de jugar contra el Andújar, por ejemplo, que son gente que los conocemos de toda la vida. Y me decían que era increíble que fueran mil personas al pabellón. Y el paso al Palacio de Deportes para nosotros fue un gran salto. A partidos de LEB Plata iban 5.000 personas, que es una barbaridad. La gente se ha identificado con nosotros, tienen sentido de pertenencia, como que esto también es suyo, que lo es, y lo viven así. También porque los que estamos somos gente de las pistas de un colegio. Yo soy de los Maristas, Óscar del colegio Sierra Nevada, Zamo de los Agustinos... Es muy fácil identificarnos en una pista, en unos paseíllos universitarios... Somos, entre comillas, de la calle. La gente nos conoce y se identifica con nosotros.
P: Granada ha sido un vivero de entrenadores de élite. Ramón y Antonio Guardiola, Javier Benavides, Daniel Pintor, David Cárdenas, Antonio Gómez Nieto, Sergio Valdeomillos, Curro Segura, Quique Gutiérrez, Eugenio Llera, Rafa Montes... Seguro que me olvido de algunos.
R: De los más jóvenes, como Ramón Díaz, Miguel Ángel Zapata, Pedro Calles...
P: ¿Por qué crees que hay tanto entrenador granadino?
R: Primero, tenemos una herramienta en Granada que es nuestra Universidad, que a nivel formativo es de lo mejor que hay. Tenemos que estar orgullosos de nuestra Universidad, un lugar donde recibimos una formación buenísima los granadinos y los que vienen a estudiar aquí. Hay que darle valor a eso. Soy un orgulloso alumno de la Universidad de Granada. Y, luego, influye la cultura de baloncesto: el Lanjarón, el Oximesa, el Universidad, el CB Granada... Eso ha creado una cultura donde se vive mucho el baloncesto y donde hay mucho intercambio de conocimiento. Hay entrenadores que han dado el salto para ir fuera, como Sergio Valdeolmillos o Curro Segura, que son los más veteranos del grupo actual, que nos han abierto esa puerta, que han dicho que somos granadinos, que valemos y que lo podemos hacer bien. Que somos buenos, o no somos menos que nadie.
P: Creer en nosotros, que a Granada muchas veces le falta creer en sí misma.
R: A veces nos creemos menos o nos apoyamos menos. Tenemos, en ocasiones, una mentalidad demasiado derrotista con nosotros mismos.
P: ¿Ensombrece el fútbol los éxitos del equipo de baloncesto?
R: No, al revés. Le da valor. Este año, por ejemplo, tiene más valor con el descenso de Granada. Ojalá no hubiera bajado. Y ojalá suban de nuevo. Sería positivo. Eso crea cultura de deporte. Podemos coexistir con el fútbol masculino y con el femenino, con el baloncesto femenino y con todos los deportes. Y ojalá le vaya bien a todo el mundo.
El futuro de la cantera
P: En España hemos tenido una gran generación de jugadores de baloncesto, los llamados júniors de oro, que han logrado grandes éxitos internacionales en Mundiales, Europeos y Juegos Olímpicos. ¿Qué viene por detrás? Porque se ha bajado un escalón y es difícil igualar a una generación así.
R: Es muy difícil. Más que lo de abajo sea ahora peor, es que estamos hablando de la mejor generación de la historia, no solo de España, seguramente de Europa y del mundo. Hemos ganado dos Mundiales y hemos llegado a dos finales olímpicas. Es muy complicado. Ahí se han juntado muchos factores y ha sido una generación, con los que se han sumado, caso de Rudy, por ejemplo, que no es del 80, pero se ha sumado. Los que han ido llegando se han metido en la dinámica. Repetir eso es muy difícil. Pasará algún día, pero yo, que tengo 41 años, no sé si lo veré. Se tienen que dar muchos factores para repetir algo así. También tenemos que analizar un poco y pensar en los jugadores que vienen. Y pensar que lo normal no es lo que ha pasado. Lo normal no es que un jugador con 18 años sea uno de los máximos anotadores de la Liga ACB, como pasó con Navarro. Lo normal no es Pau Gasol. Lo normal es explotar con 26 o 27 años, que es lo que pasaba antes. Hay que darle tiempo a esa gente joven y ayudarles, no exigirles más de lo que te pueden dar.
P: ¿Una de las formas de ayudarles no sería alguna normativa que les permitiera jugar muchos más minutos en ACB? Porque hoy día se ven quintetos que, entre extracomunitarios y comunitarios, no hay ningún jugador nacional. Cantera hay, pero no llegan a la ACB.
R: Es difícil. Por ejemplo, tú ves un Campeonato de España Júnior y las canteras son totalmente profesionales. En el equipo 'equis' que gana el Campeonato de España, a lo mejor, hay un español. Antes de nada, ahí es donde tenemos que poner el foco. Tenemos que poner el foco más abajo, más que en la liga ACB que, al final, es deporte espectáculo, jugamos para la gente y es el negocio. Pero en cantera es donde tenemos que poner más el foco, fomentar eso. Que en los equipos haya jugadores nacionales.
P: Llega el verano y las vacaciones. ¿Puedes desconectar y disfrutar del descanso? Porque tú, además de entrenador y de planificar temporadas, ejerces de director deportivo y tienes que supervisar los fichajes y negociar.
R: Desconecto poco. Depende del año. Recuerdo, hace varios años, cuando estábamos en LEB, que junté una temporada con otra. O el primer año de ACB, el último fichaje lo hicimos con la pretemporada comenzada, con lo cual no descansas. Este año espero que sea diferente. Por obligación familiar, también. Ellos se merecen que no esté con el teléfono todo el día. Pero es muy difícil, porque hay muchas cosas que hacer. No puedes estar una semana sin coger el teléfono. Hay que estar. Pero, bueno, son las circunstancias que se dan ahora y hay que aceptarlo. Espero poder descansar un poco en julio.
P: Y ese tiempo libre, ¿a qué te gusta dedicarlo? Aparte de estar con la familia, sé que te gusta mucho leer, por ejemplo.
R: Sí, a la lectura me tuve que aficionar por las 14 horas de autobús de LEB Oro y LEB Plata. Eché muchas horas leyendo ahí. Pero, sobre todo, me gusta hacer deporte, jugar al pádel o pachanguitas con la familia. Y, luego, pasar todo el tiempo que puedo con la familia, con los niños, porque durante el año los veo menos.