La pandemia ha acelerado la necesidad de modelos de liderazgo transversales y abiertos
Las nuevas generaciones, y más después de esta pandemia, lo tiene claro: el liderazgo que viene es fundamental que sea más humano, más social y estar conectado con las demandas sociales. Las organizaciones, es fundamental que sean actores y actrices de esta sociedad, con expectativas acordes con la realidad actual, con la idea de mejorar e innovar.
Ahora, nos encontramos, después de estos tiempos de pandemia, con la necesidad de un nuevo liderazgo al dejar a la vista puntos débiles de la organización.
Es necesario dar un giro a la manera de dirigir, con un líder único, con un liderazgo personalista y carismático, para pasar a una colaboración, a un liderazgo distributivo, a una gestión por valores, a una gestión basada en las emociones, a un liderazgo empático, a un liderazgo con compromiso social, a un liderazgo solidario, con un compromiso con los/as trabajadores/as que permita un cambio y una transformación.
Todo ello implica trabajar con humildad y rodearse de un buen equipo en unas organizaciones más líquidas, más transversales y con menos dependencia jerárquica.
Y junto a ello como apunta Manyez es necesario un liderazgo abierto donde el líder no debe tirar la toalla para NO acabar en el caos de la desesperanza y la desilusión. Las palabras y las acciones optimistas generan confianza dentro del equipo. Y junto a ello, comunicar de forma clara, pensar en lo inesperado, resolver lo de hoy y planificar lo de mañana, analizar los datos y pensar en todos los posibles escenarios, tener un plan, buscar soluciones no binarias, escuchar la opinión del equipo y tener claras las prioridades. imprescindible.
Y en ese liderazgo abierto, es fundamental potenciar las habilidades emocionales con 12 competencias en 4 dominios:
A. Dominio de autoconciencia:
1. Autoconciencia emocional: Te permite saber qué sientes y por qué, así como cómo esos sentimientos ayudan o dificultan lo que intentas hacer.
B. Dominio de autogestión:
2. Autocontrol emocional: la capacidad de mantener la calma bajo presión y recuperarse rápidamente de los fracasos.
3. Adaptabilidad: la agilidad ante el cambio y la incertidumbre.
4. Orientación al logro: el esfuerzo por cumplir o superar un estándar de excelencia.
5. Perspectiva positiva: la capacidad de ver lo bueno en las personas, situaciones y eventos.
C. Dominio de la conciencia social:
6. Empatía: la capacidad de entender lo que otras personas dicen y cómo se sienten.
7. Conciencia organizacional: la habilidad de poder leer la dinámica emocional dentro de una organización.
D. Dominio de gestión de relaciones:
8. Influencia: la capacidad de influir en otras personas, hacer que cambien su forma de pensar y/o de actuar.
9. Coach: motivar a algunas personas a alcanzar sus objetivos.
10. Gestión de conflictos: la capacidad de lidiar con los desacuerdos y convertirlos en soluciones beneficiosas para todos.
11. Trabajo en equipo: la capacidad de trabajar con otras personas en equipo.
12. Liderazgo inspirador: el poder de inspirar y guiar a otras personas a seguir la visión general.
Y a todo ello es preciso añadirle coraje y talento. El coraje nos permite movilizar energías, sentimientos, emociones y visiones para que podamos llegar más allá de lo que imaginamos y trascender nuestros propios límites. Y para ello, el liderazgo se debe basar en personas influyentes, en la autenticidad, en la trasparencia y en la humildad/honestidad.
Son tiempos donde se necesita un liderazgo de personas sin rodeos, fieles a lo que son y a lo que representan y que lideran con el ejemplo.
Liderar e interactuar con el equipo, dejar de la dobla dirección piramidal y dar confianza para potenciar el talento son tres claves también para avanzar.