Pasión por el trabajo

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Equipo de trabajo unido

Joe Penna, creador del MysteryGuitarMan, simplificó el secreto del éxito, quizás sin saberlo, al manifestar que “todas las personas que conozco que han alcanzado el éxito con lo que hacen, lo han conseguido porque les apasiona hacerlo”. Si contásemos con seis meses de vida y todo el dinero para satisfacer nuestras necesidades ¿continuaríamos con nuestro trabajo o, por el contrario, soñaríamos con el retiro? Si nos inclinamos por la segunda opción la falta de pasión es latente y, por ende, jamás conseguiremos el éxito. Si por el contrario somos de los que optarían por continuar con nuestra labor hasta el final, está claro que somos de los que “no tiran la toalla” hasta que lo logran.

La justificación de esto es tan sencilla como evidente: sólo mediante la confección de un camino natural se llega a la meta, por el contrario los caminos que no son consuetudinarios a nuestra naturaleza nos hacen tropezar y perdernos por otras rutas. Aquella persona que está fascinada con lo que hace jamás mira el reloj, y ello es así porque la fuerza creativa que le motiva está directamente relacionada con la actividad que desempeña, estableciendo una conexión entre su yo interno y su actividad profesional, que sólo puede definirse como excelente. Consecuencia necesaria de la excelencia siempre es el éxito.

El psicólogo John Eliot en su libro Overachievement explica de la mejor de las maneras que los triunfadores no son personas dotadas de un don como a veces se cree, sino que su éxito está basado en una capacidad analítica que les permite que su manera de pensar condicione su forma de actuar. De esta manera cambian tópicos muy frecuentes hoy en día, como que “hay que estar relajado” por “los mejores saben asumir el estrés”, “no conviene arriesgar todo a una única carta” por “los resultados extraordinarios requieren un compromiso total” o “no confiar demasiado en uno mismo” por “la confianza en uno mismo nunca es demasiada”. Solo así se puede triunfar.

La pasión por lo que hacemos hace que lo hagamos de manera instintiva y natural, es la misión la que define la razón de ser. No podemos trabajar teniendo que recordarnos constantemente cuáles son nuestras habilidades, o preguntándonos cuáles serán los resultados. El triunfador, el apasionado de su trabajo, simplemente fluye; es ese entusiasmo que siente de manera natural lo que le permite manar con total confianza no entreteniendo su mente con problemas secundarios que siempre conducen al fracaso. Quien siente pasión por su trabajo tiene la capacidad emocional para conseguir abstraerse de lo accesorio y así, de esta manera, conseguir un resultado extraordinario.