Pedro Mercado: “Cada euro que se invierte en la UGR tiene un retorno de cinco para la provincia”
El rector hace un amplio repaso de su primer año en el cargo, pone en valor el importante peso de la institución y explica el desarrollo de los principales proyectos para el futuro
Pedro Mercado (Arjona, Jaén, 1964) está a punto de cumplir su primer año como rector de la Universidad de Granada. Es catedrático de Filosofía del Derecho, posee un currículum que impresiona y, además, ha desempeñado numerosos cargos de gestión universitaria en nuestra ciudad, que ha culminado con el más importante, el de rector. Tiene por delante aún cinco años de mandato, en los que tendrá el reto de dejar a la institución a las puertas del 2031, año de la celebración del quinto centenario de la Universidad de Granada, así como, un año antes, la celebración de los Juegos Europeos Universitarios en nuestra ciudad.
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Pregunta (P): ¿Cómo te encuentras tras este primer año al frente de la Universidad de Granada?
Respuesta (R): Ha sido un año intenso, pero al mismo tiempo ilusionante y con la necesidad de dar un gran impulso a nuestra institución, que está en una senda muy importante en todos sus ámbitos. Esa es nuestra obligación, seguir creciendo todos los días, haciendo una mejor universidad.
P: Viendo los precedentes, da la sensación de que parecías destinado a ser rector, por los puestos que has ido ocupando a lo largo de tu carrera. ¿Tenías ganas de serlo?
R: La decisión más importante en su momento fue decidir si dar el paso o no. Precisamente, por llevar previamente tiempo en gestión, uno puede tener la posibilidad de decir: "Bueno, ya está bien, ¿no?" y de reconciliarse con lo que a uno le hace tener la vocación universitaria, que es investigación y docencia. Pero también el compromiso universitario era, y es, importante. Esa decisión es trascendental porque implica en todos los ámbitos, tanto profesionales como personales, una nueva etapa, una nueva dimensión vital, Creo que había que hacerlo. Y, sobre todo, lo que sí tenía muy claro era que este no era un proyecto de Pedro Mercado, sino el de muchas personas de la comunidad universitaria, de tener un proyecto claro de universidad pública, al servicio del entorno, del territorio y de internacionalización.
P: ¿Ser rector también significa sentirse universitario toda la vida?
R: Sin ninguna duda. Ser rector, para mí, es el mayor orgullo y el mayor desafío al mismo tiempo. Además, es una responsabilidad que marca mucho durante cada minuto y cada segundo y en todas las facetas de la vida, en la ciudad y fuera de la ciudad, en cualquier foro universitario, en el extranjero y en España.
P: Pero la vocación de profesor no se pierde, ¿no?
R: No, porque sin eso uno no sería universitario.
P: ¿Lo echas de menos ahora?
R: Muchísimo. De hecho intento siempre tener mi incursión. En alguna sesión de máster o en alguna conferencia a la que estoy invitado, siempre uno se va reconciliando con lo que es su verdadera vocación.
P: Eres de Arjona, en Jaén, donde hace poco te han nombrado Hijo Predilecto.
R: Sí, tuve la satisfacción de recibir ese cariño y ese reconocimiento de mi lugar de origen. Aunque también es verdad que ya llevo 42 años en Granada.
P: Porque te viniste con 18 años a estudiar a Granada.
R: Sí, aunque a los 10 años ya había salido de Arjona. Aunque, como siempre digo, me fui, pero nunca me fui. Es decir, tenía que salir a estudiar y me fui a universidades laborales, estuve en Valencia y en Córdoba, siempre con becas que me permitían abrir un proyecto de vida y aquello terminó en Granada. Aquí empezó ese vínculo y ese compromiso con la Universidad.
P: ¿Y por qué elegiste Derecho?
R: En aquel momento era una carrera muy versátil. Mis primeras vocaciones Filosofía, Historia, Literatura..., pero, sobre todo, la idea de servir a los demás, de ser un instrumento de mejora de los derechos y de las condiciones de las personas.
P: Hay que ser buen estudiante, ¿no?
R: Hay que trabajar o entender que cuando uno está estudiando hay un nivel de responsabilidad en cuanto al deber, que hay que valorar esa oportunidad y es necesario ser conscientes de que es un deber también cumplir con esa posibilidad de formación, que no todo el mundo la tiene, que somos unos privilegiados cuando hay generaciones que pueden llegar a la universidad y otros no pudieron.
P: ¿El rector suspendió alguna vez?
R: Pues tengo que decir que no (ríe).
P: ¿Y se copió alguna vez?
R: Creo que eso tampoco, la verdad (vuelve a reír). Me encantaban los exámenes orales o el examen práctico más que el examen de memoria que, por entonces, desgraciadamente, eran los más normales. Pero para mí era una rica experiencia cada momento, también tediosa algunas veces, como todo.
P: Alguna vez pisarías Pedro Antonio de Alarcón.
R: Eso sí. Como yo digo, en la vida, especialmente en la vida universitaria, hay que tener tiempo para todo.
P: ¿Recuerdas alguna vez de estudiante pensar “si yo fuera rector haría esto…”?
R: Posiblemente, esa experiencia que uno ha vivido, tanto desde la vida de estudiante como después en la vida de formación, como investigador y como profesor, la traslada, porque sabe qué cosas y aspectos le gustaría mejorar y que su universidad le arropara y completara.
Continuidad de proyecto
P: ¿Tu mandato es una continuación del legado de Pilar Aranda o tiene un sello diferente?
R: Evidentemente, cada rectorado tiene un sello diferente. Además, aquí se da la circunstancia de que la nueva Ley de Universidades ha cambiado y ya es solo un mandato de seis años y sin posibilidad de reelección. Existe un proyecto diseñado en un programa electoral, que se hizo de una forma participativa y abierta, con una implicación muy importante de muchas personas de la comunidad universitaria. De ahí ha surgido un programa de trabajo que trataremos de cumplir. Cambiar, innovar y mejorar aquello que necesita ser mejorado y crecer en esos ámbitos que cada día se abren como desafíos para la Universidad. Me siento muy orgulloso y satisfecho de haber trabajado con la primera rectora en un periodo muy difícil y muy excepcional de gestión, pero, al mismo tiempo, también de logros. A cada rectorado le tocan tiempos y desafíos y lo que hay que hacer es estar a la altura de poder impulsarlos, llevarlos y seguir creciendo.
P: Tu mandato finaliza en 2029, por lo que te quedarás a las puertas de la celebración de los Juegos Europeos Universitarios de 2030 y del Quinto Centenario de la UGR en 2031. Tendrás todo el trabajo previo, pero no saldrás en la foto final.
R: Esa es mi obligación y mi deber. Hacer todo lo posible hoy para que la Universidad sea más grande mañana. Independientemente de personalismos porque, al fin y al cabo, quien gana es la Universidad. Para mí es un proyecto y un sentimiento colectivo. Aquí estamos circunstancialmente al frente de la institución. Nos toca dar lo mejor de sí para dejar lo mejor a los que vengan.
P: Ojalá ese espíritu se trasladara a otras políticas de este país.
R: Eso sí es importante trasladarlo. Hay cuestiones que están muy por encima del cortoplacismo o, hablando claro, de las fotos. Las fotos son circunstanciales, son simplemente instantáneas. Lo que quedan son las trayectorias, las aportaciones o el significado de la foto, no la foto en sí misma.
P: En este primer año, en tu balance personal, ¿en qué crees que habéis acertado, en qué habéis fallado y qué te ha quedado por hacer?
R: Lo más demandante era poder estar a la altura de las expectativas de muchísimas personas que estaban muy preocupadas con la puesta en marcha de la Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU), especialmente en el ámbito del profesorado, porque sus promociones y sus concursos podían sufrir un cambio drástico si no se convocaban las plazas correspondientes antes del final de año. Hicimos un esfuerzo ímprobo para cumplir nuestros compromisos con el personal y ahí podemos estar muy satisfechos. Como también lo estamos por haber creado un entorno de consenso y de negociación en temas que son siempre difíciles, como las cuestiones de personal técnico o de gestión. La gerencia ha llegado con un nuevo impulso de crear programas de flexibilización de trabajo, de acomodación a las nuevas formas en las que tiene que adaptarse nuestra plantilla para cumplir el mejor servicio técnico, tanto para el profesorado como el estudiantado. Ahí se ha dado un impulso también.
Modelo de financiación
P: Ha habido dos momentos importantes en este periodo, con el modelo de financiación y con las titulaciones solicitadas a la Junta.
R: Recién llegados, hubo que encerrarse con el resto de rectores y con la Consejería a negociar el modelo de financiación. Eso fue un momento importante y me siento satisfecho de que, en términos generales, la posición de la Universidad de Granada, al menos en temas de suficiencia financiera, haya quedado salvaguardada en lo mínimo: poder abrir y cerrar. Llevábamos arrastrando años crónicos de insuficiencia financiera. Si la Consejería cumple con lo acordado en el modelo, está salvaguardado. Y otro gran desafío era el mapa de titulaciones que abrió la Junta y que, desde nuestro punto de vista, era una oportunidad para apostar por nuevos títulos que hicieran crecer nuestra oferta formativa en ámbitos como el tecnológico, que acompañaran a los nuevos proyectos estratégicos de gran calado que la Universidad ha puesto en marcha en los últimos años, desde el acelerador de partículas al campo de sostenibilidad o al ámbito de la Inteligencia Artificial y, en general, todo lo que tiene que ver con ese componente tecnológico. Ahí se ha hecho un buen trabajo. En un principio, el informe previo de la Junta no era satisfactorio para nuestras expectativas, pero en el resultado final, fruto también de un esfuerzo y un proceso, se han conseguido todas las titulaciones, con el compromiso de que una de las que se había pedido se volverá a pedir dentro de dos años con el compromiso de su aceptación.
P: Era necesaria esa sensibilidad de la Junta hacia titulaciones que van acordes con el proyecto de ciudad, porque es una apuesta importantísima y no podían faltar esos grados tecnológicos.
R: Era importante conseguirlo. Debíamos ser firmes en nuestra reivindicación, porque entendíamos que no era coherente que no se creciera en esa oferta formativa y que no hubiera un informe favorable en esos ámbitos en los que tenemos nuestras fortalezas y nuestro futuro puesto ahí. Ahí sentimos el apoyo de todo el entorno, tanto de las instituciones como del entorno productivo y social; de la sociedad granadina y su tejido productivo. Me he sentido acompañado. También creía que era una empresa que se tenía que acometer desde la Universidad, sin ser instrumentalizada políticamente.
P: Que no se entendiera desde un punto de vista partidista o ideológico, sino como una necesidad de la ciudad.
R: Creo que así se ha entendido y todo el mundo está satisfecho con el resultado en ese sentido.
P: ¿Qué importancia va a tener la elección de Granada como sede de los Juegos Europeos Universitarios para 2030?
R: Más allá de datos y de que sean más de 5.000 participantes más acompañantes, y de más de 400 universidades participantes, lo que queda es la demostración de que podemos tener capacidad organizativa, que tenemos un liderazgo internacional importante y que todo ello puede sumar. ¿Sumar para qué? Para que la Universidad pueda poner al servicio de la ciudad y de su entorno todo su potencial, como institución que puede ser motor para Granada y para su provincia. Ese es el significado más profundo. Y eso es lo que queremos, porque realmente los Juegos no son sino un empeño institucional de hacer grande la conmemoración de nuestro Quinto Centenario.
Motor de desarrollo
P: Existe una coincidencia del peso fundamental de la UGR como motor de desarrollo y crecimiento económico, social y cultural de la provincia. Por esta importancia, que ha ido ganando muchísimo peso en los últimos años, hay muchos sectores que están reivindicando más apoyo para la UGR.
R: Y, sobre todo, por algo que siempre digo. Cuando entro todas las mañanas al despacho del Hospital Real, siento el peso de la institución y de ser responsable del 8% del PIB de esta provincia. Cada decisión, cada actividad y el día a día de nuestra Universidad son muy importantes social y económicamente para nuestra provincia. Ser conscientes de eso implica estar también al servicio de ese entorno. Hay que ser muy sensibles a que un proyecto estratégico de la Universidad tenga ese retorno respecto a la vida social. Y hay que tener en cuenta una cuestión que muchas veces se olvida y que es nuestro deber reivindicar. Muchas veces parece que la Universidad está pidiendo a los poderes financiadores, pero es importantísimo comprender que cada euro que se invierte en conocimiento y cada euro que se invierte en la Universidad, está medido científicamente que tiene un retorno de cinco. Multiplicar por cinco es importante si queremos seguir teniendo empleo de calidad, formando profesionales para crear un entorno tecnológicamente avanzado que permita dar un salto cualitativo al modelo productivo de nuestra provincia.
P: Los proyectos más importantes que ahora mismo tiene Granada de cara al futuro han nacido en la Universidad, caso del IFMIF-Dones, Inteligencia Artificial o Parque Tecnológico de Ciencias de la Salud. ¿El modelo de futuro de la ciudad debe partir desde la UGR?
R: Lo que debe la Universidad poner son modelos para crecer en el futuro, las condiciones para que la ciudad y la provincia puedan desarrollarse. Desde una institución como la nuestra es la principal responsabilidad, tener proyectos tractores que sean capaces de servir de acicate para cambiar modelos productivos, para mejorar nuestra economía, para mejorar nuestra sociedad. No somos conscientes de ese gran proyecto científico que es el acelerador de partículas, quizás porque será a 25-50 años. Como muchas veces no vemos el largo plazo, no lo pensamos, pero a 25-50 años podemos tener una de las instalaciones que van a soportar el mayor desafío científico y tecnológico, que es esa posibilidad de crear una energía limpia. Y ahí está Granada y ahí ha estado la Universidad acompañando, coordinando y sirviendo de impulso. Ahora ya hay un consorcio y correrá por su propio pie. Lo mismo hay que hacer en Inteligencia Artificial. Tenemos la suerte de tener un contexto en el que han surgido grandes fortalezas en el ámbito de la Inteligencia Artificial generativa y en la ciencia de la computación. Tenemos que aprovechar esas fortalezas para, al mismo tiempo, redinamizar el Parque Tecnológico de la Salud, aplicando esas nuevas tecnologías al ámbito de la investigación en salud, en nanotecnologías, en neurocirugía... Hay muchos aspectos en los que la aplicación de la Inteligencia Artificial va a cambiar nuestras vidas. Y, al mismo tiempo, hay que seguir mirando el futuro. Ahí tenemos el campus de sostenibilidad, todo lo que es el proyecto de la azucarera, esa ciudad tecnológica de innovación, de experimentación, de fórmulas de colaboración público-privada, que permitan imaginar una ciudad distinta. Además, con una puerta físicamente a la Vega y a las vías de comunicación más importantes. Ese es un proyecto también ilusionante, en el que creemos que podemos ir completando desde el presente para el futuro el desarrollo de la ciudad y de la sociedad. Y, que no se nos olvide, seguir formando buenos profesionales y seguir teniendo grupos de investigación punteros en todos los ámbitos del conocimiento. Y reteniendo y captando talento.
P: Estaba previsto el traslado de Psicología, Farmacia y Odontología para que estuvieran juntas todas las facultades de ciencias de la salud en el PTS. ¿Se conocen ya las fechas para realizarlo?
R: Se trata de grandísimas inversiones y el que está comprometido para hacer de forma más o menos inmediata, porque consideramos más urgente, es el traslado de Odontología. Es un proyecto de 24 millones de euros y hay que hacerlo de forma paulatina y planificada. En cuanto a Farmacia, su sitio estará en el PTS, pero habrá que verlo a medio plazo. Ya hace 20 años, bajar la Facultad de Farmacia al nuevo edificio que habría de construirse estaba presupuestado en 90 millones, cuando todo el plan de infraestructuras que queremos llevar a cabo, si tenemos la financiación suficiente plurianual y, especialmente de la Junta, está valorado en 100 millones. Con lo cual, ahora mismo, hay que ser realistas, porque hay que dar respuesta a necesidades de infraestructuras que son muy importantes y desde hace 15 o 20 años ha sido imposible acometer en los centros por imposibilidad financiera. Hay centros que necesitan ampliaciones, mejoras, ser rehabilitados de forma completa, ampliar espacios docentes en Cartuja con el aulario, ampliar la Escuela Técnica Superior de Informática, que ya son obras que ya están en licitación, para que podamos seguir creciendo y dando el mejor servicio de educación superior.
P: O sea, que si hay que esperar con el traslado de Farmacia, la facultad de Psicología se queda a la cola.
R: Psicología está previsto que se quede en Cartuja. Ahora mismo tenemos el Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento que ha sido reconocido como Unidad de Excelencia María de Maeztu, que es un gran reconocimiento. Ya tenemos dos sellos María de Maeztu, el Instituto de Matemáticas y este centro, que es puntero. Está junto a la facultad de Psicología en un espacio que es tan concomitante y es el espacio perfecto donde pueden estar.
Piscina de Fuentenueva
P: Una de las obras más esperadas es la de la piscina de Fuentenueva, porque Granada prácticamente no tiene piscinas públicas para verano. ¿Podrán disfrutarla todos los granadinos?
R: Ese es el compromiso. Por fin se liberó de las trabas de cambiar de uso la compensación que se hacía por el paso del metro por el campus de Fuentenueva y poder destinarlo a la recuperación de la piscina universitaria que es un proyecto, sobre todo, ciudadano. Tener en ese espacio una instalación deportiva que, aparte de dar servicio deportivo y de salud a muchas personas, esté abierto también a la ciudad, porque, efectivamente, y en épocas de veranos tórridos y cambio climático, también es muy importante que se cuente con una instalación que permita dar ese servicio, no solo a la Universidad, sino también a la ciudad.
P: ¿Para cuenta se calcula que pueda estar terminada?
R: Esperamos ver en este mes o en junio las primeras máquinas y que empiece ya la ejecución de la obra. Está prevista terminar en un año o año y medio.
P: ¿Cuál debe ser la apuesta de Granada a medio y largo plazo?
R: Tenemos muchas fortalezas y lo que hay que hacer es aunarlas. Tenemos una suerte ahora mismo de tener un componente tecnológico que no es la tecnología, sino el talento. Y ese es el conocimiento, el talento, el núcleo de lo que debe ser el proyecto de Granada. Granada tiene la potencialidad en el ámbito cultural, turístico, sanitario y de sostenibilidad para poder presentarse como un modelo único. El hecho diferencial es que tenemos la capacidad tecnológica de conocimiento de ofrecer una ciudad de turismo sostenible, que avance en sostenibilidad basada en la aplicación de las nuevas tecnologías, que tenga un campus tecnológico de la salud de vanguardia en investigaciones biosanitarias basadas en los últimos avances en Inteligencia Artificial. Y por ahí es por donde apostar. Hay que apuntar a que tengamos un centro de investigación en Inteligencia Artificial generativa en todo el ámbito de la tecnología, que se abra a todas esas facetas, a acompañar el turismo, la oferta cultural y a todas las fortalezas de Granada. Nuestra capacidad tecnológica puede transformar nuestra capacidad productiva, por ejemplo, en el ámbito agropecuario. Puede cambiar la propia oferta turística, porque necesitamos un turismo sostenible, no masificado; porque necesitamos una nueva vía de vivir en la ciudad, de movernos en las ciudades. Ese germen debe ser acompañado con comunicaciones, con inversiones que permitan el desarrollo. Necesitamos que estén las vías abiertas y, nunca mejor dicho, tanto ferroviarias como aéreas y terrestres para que puedan ir y venir a todos los centros del mundo. Ahí es donde está la clave, pensar siempre en global, en dimensión internacional, que es la que nos permitirá desarrollar nuestra marca granada de una forma importante.
Quinto centenario
P: Hay en el horizonte una fecha mágica para la Universidad de Granada, que es 2031, celebración del quinto centenario, que coincide con el proyecto de Granada de ser capital cultural europea. ¿Cómo se va a preparar el proyecto?
R: Tenemos una comisión institucional y muy pronto vamos a presentar lo que será la conmemoración. Vamos a comenzarla en el año 2026 y va a tener su colofón en el año 2031. El año 2026 será la conmemoración del quinto centenario de la cédula real, por la cual Carlos V, en su visita de viaje de novios con Isabel de Portugal, decidió crear una universidad en Granada y firmó la cédula real de creación, que fue ratificada cinco años después por el Papa Clemente VII. Durante cinco años se acumularán eventos, programaciones importantes en el ámbito cultural, científico y en todos los ámbitos que tenga como colofón el año 2031. Ahí es donde ponemos todo ese programa y esa capacidad de movilización que pueda tener la Universidad al servicio de la candidatura de Granada como capital cultural europea. Ese es el proyecto, no solo en el ámbito cultural o artístico, creemos que el quinto centenario debe ser el acicate para que haya un proceso de transformación desde la última unidad, desde el último departamento... Que todas las facultades tengan un proyecto de transformación durante ese periodo, que sientan esa conmemoración como una oportunidad estratégica para hacer realidad su proyectos científicos, de infraestructura, culturales, etc.
P: Quiero terminar esta entrevista con pregunta personales. Aparte de todas las obligaciones del cargo, ¿qué tiempo te queda para tus aficiones y cuáles son?
R: Mi pasión es la lectura. Es algo que me ha acompañado siempre. Los libros son los mejores amigos y esa relación personal íntima es la que uno echa más de menos. Cuando tengo un poco de tiempo, lo hago. También estar con los amigos, que es otra forma de poder compartir esos libros y esa experiencia. Estar con los amigos en los lugares en los que uno se reconoce. Estar con la familia, con los amigos, poder visitar un pueblo donde disfruto del campo, de lo que es la identidad en la que uno se reconoce, es muy importante. Y también pasear por la ciudad, verla, disfrutarla. Cuando las agendas imponen los horarios y los límites que nos marcan la vida en el sentido institucional, la libertad de pasear, entrar a una librería y elegir el libro que uno va a leer es una de mis pasiones.
P: Has sido investigador principal del proyecto del plan nacional I+D+i 'Nuevas formas de esclavitud y derechos humanos'. Y me ha llamado la atención el título. ¿Cuáles son las nuevas formas de esclavitud y derechos humanos que hay en la sociedad actual?
R: Cuando hablamos de nuevas formas de esclavitud, estamos hablando de formas de violación extrema de la dignidad de la persona, desde la trata de personas como condiciones de explotación, que no son condiciones de explotación laboral al uso. No estamos hablando de precariedad, sino de condiciones que denigran la capacidad del ser humano de ser una persona digna. Eso, desgraciadamente, en el contexto global, en el contexto de las migraciones, de las grandes desigualdades entre norte y sur, que pasa en todos los sitios, no solo en continentes, sino también en ciudades. Asistimos a nuevas formas que son esas grandes violaciones de los derechos humanos, que es a lo que ese grupo de investigación, desde hace ya bastante tiempo, se viene desarrollando este trabajo en el ámbito de la trata de personas como de la explotación laboral extrema, de las nuevas condiciones asociadas a los fenómenos migratorios, a las nuevas condiciones de producción de los suministros mundiales, que son la base de esas nuevas formas de esclavitud. Son formas en la que no es necesario tener esa condición legal de esclavo, pero que sí implican ser esclavo porque despersonalizan aquello que caracteriza más a las personas, que es su capacidad de autodeterminarse, de ser libres. Cuando perdemos esas condiciones en las que uno puede determinar su vida, de poder ser una persona digna, entramos en el terreno de la esclavitud.
P: Qué duro es que en el siglo XXI todavía tengamos que seguir hablando de estas cosas y qué importante es que se sepan, que se estudien y que se difundan.
R: Ese es el compromiso. A nivel personal e intelectual, he dedicado mi vida profesional al estudio de esa idea de justicia social, de los derechos humanos, de sus condiciones de garantía y, por tanto, también del conocimiento de sus violaciones para poder actuar sobre ellas. Es, sin ninguna duda, una de las grandes necesidades y obligaciones que tenemos desde la Universidad, pero también de la sociedad y, en general, del mundo: atender siempre no a los derechos que tenemos, sino a los que no tienen derechos. Nuestros derechos, cuando se ven de esa forma, son auténticos privilegios.