Las personas y la autoestima

En tiempos difíciles, y los actuales lo son, la actitud marca alguna de las diferencias en la vida. Y ésta diferencia se alimenta de la autoestima, que no deja de ser el balance de cómo estamos con nosotros mismos cuando pasamos cuentas. Tendemos a cargar o descargar la autoestima en función de lo que dicen o piensan de nosotros. Este cargador parece fácil y es engañoso, porque damos demasiado peso a la valoración del otro, que siempre será apresurada o se expresará en likes superficiales en las redes. En una sociedad competitiva cuesta encontrar elogios personalizados y de verdad, todos vamos bastante atareados.
Hace tiempo que pienso que lo más importante, lo más decisivo, lo más transformador, es lo que nos decimos a nosotros mismos. De la misma manera que si nos gustamos en el espejo ese día saldremos con más ánimos a la calle, es bueno trabajar otro espejo, el interior, y no decirle quién es más bonito, sino decirnos cosas bonitas. No se trata de enjabonarnos ni de engañarnos, que tratándose de nosotros mismos no colaría.
Cada día de nuestra vida tiene dos versiones, la cara A y la cara B. Y como está de moda la queja, y pensar que los demás tienen más suerte y nunca recibimos lo que nos merecemos, solemos acostarnos cargados de reproches contra el mundo. Si pensamos bien y lo trabajamos, cada día nos trae cosas buenas y aprendizajes enriquecedores. Y si les vamos recordando, si construimos un relato cierto sobre lo positivo de lo que nos pasó ayer, saldremos a afrontar el hoy con más ganas.
A eso añado la opinión de Luis Miguel Real, psicólogo, que escribe en X sobre la autoestima y dice: Aceptarse a uno mismo no es gustarse. No es mirarse al espejo y decir 'me encanta todo de mí' con una sonrisa de anuncio. Eso es marketing emocional, no autoconocimiento. Aceptarse es mirarse de frente, con todo, con lo bonito y con lo incómodo, y no salir corriendo. Aceptarse es dejar de negar lo que hay. Es dejar de esconder las partes que no encajan con la imagen que quieres proyectar. Aceptarse es decirle “sí” a lo que es, para dejar de estar atrapado en lo que debería ser. La trampa de la autoestima es pensar que primero hay que sentirse bien por dentro para luego actuar de otra manera. Que un día, de la nada, despertaremos seguras, confiadas y listas para comernos el mundo. Pero eso no pasa. O pasa tan rara vez que confiar en ello es como esperar que nos toque la lotería. La realidad es justo al revés: no cambias tu autoestima sentada en casa esperando a 'sentirte mejor contigo misma', sino haciendo cosas diferentes, probando, fallando y dándote cuenta en la práctica de que eres más capaz de lo que creías. No es que primero creas en ti y luego hagas cosas, sino que haces cosas sin creer del todo en ti y, al ver que puedes, la confianza empieza a construirse sola.
Piénsalo así: si llevas años evitado hablar en público porque te aterra, ¿qué crees que va a hacer que ese miedo desaparezca? ¿Darte discursos motivacionales frente al espejo o empezar con pequeños intentos en situaciones controladas? La mente necesita pruebas, no solo palabras bonitas. Si actúas como alguien segura, aunque por dentro sigas temblando, tu cerebro empieza a registrar que 'oye, parece que esto no salió tan mal', y con cada intento la inseguridad pierde fuerza. Esto aplica para todo: desde socializar más hasta cambiar hábitos o poner límites. ¿Quieres sentirte más atractiva? No esperes a que mágicamente un día te veas en el espejo y te encantes. Sal, cuida tu cuerpo, usa ropa que te haga sentir bien, muévete con actitud.
¿Quieres ser más asertiva? No te pases semanas 'mentalizándote', empieza a decir pequeñas cosas en las que antes te callabas. ¿Quieres confiar en tus capacidades? Atrévete a hacer aquello que siempre postergas por miedo al fracaso. La clave es entender que la seguridad no aparece de golpe; se construye a base de pequeñas pruebas de realidad. No necesitas sentirte lista para empezar, porque la preparación viene con la acción. Así que deja de esperar a que tu autoestima cambie 'por dentro' y empieza a demostrarte, con hechos, que puedes más de lo que crees.
En definitiva, mejorar la autoestima es importante para que las personas resilientes confíen en sí mismas, no pierdan mucho tiempo lamentándose; no tengan tanto miedo a las críticas o al qué dirán, sino que son personas que se centran en sus objetivos y los persiguen con determinación para volver a resurgir. Y esa autoestima les permite pedir ayuda si lo consideran necesario y convertir los problemas en lecciones: los problemas se pueden convertir en oportunidades de generar grandes cambios de vida.
Se el primero en comentar