Personas, buenos líderes que trabajan para las personas, para sus equipos

trabajo en equipo
El liderazgo es una habilidad que se puede desarrollar porque no depende de carisma innato ni de dotes extraordinarias | Foto: Archivo
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Un buen líder tiene un papel INSPIRADOR, con EMPATÍA, que busca generar impacto POSITIVO, con CONEXIÓN con el EQUIPO, fomentando la CONFIANZA y el COMPROMISO, mostrando COHERENCIA entre VALORES, PALABRAS y ACCIONES.

Una buena PERSONA tiene que trabajar de forma EMPÁTICA con su entorno. Personas con empatía, son personas cercanas, que utilizan la ternura y la amabilidad, son personas que ponen la calidad con calidez. Son personas que saben del efecto terapéutico que tiene la empatía. La empatía sabemos que fortalece. Para conseguir empatía con alguien es fundamental ESCUCHAR (mirar a la cara, asentir, resumir lo que dice la otra persona, preguntar,….). La escucha empática: la empatía es la piedra angular para vencer cualquier batalla. Aprender a escuchar teniendo en cuenta todos los cómos y porqués de la persona que tenemos delante debería ser una de nuestras máximas antes de iniciar una conversación.

Sin duda alguna un líder inspira con propósito y guía con empatía. Además, un líder busca generar impacto positivo y construir un entorno donde las personas puedan desarrollarse plenamente. En ese desarrollo pleno, las personas que trabajan en nuestros equipos es fundamental.

Las personas que inspiran lo hacen sobre todo por su autenticidad, por ser sinceras, por conocer sus límites, sus defectos y también su potencial. Invierten en su propio crecimiento emocional y personal, intentan ser mejores cada día para ellos mismos y también para el propio mundo.

Un líder exige no solo habilidades técnicas, sino también una profunda conexión con el equipo, fomentando la confianza y la colaboración. La clave está en liderar con el ejemplo, mostrando coherencia entre valores, palabras y acciones.

Una persona que genera confianza, es honesta: Es auténtica y coherente con ella misma a lo largo del tiempo. Admite sus errores, no trata de disimularlos. Lo más importante no es no cometer errores, sino qué hace cuando se ha equivocado. Es transparente, intenta ser clara y abierta , sin dar lugar a malentendidos. Trata de cumplir su palabra: si dice que hará algo, lo hará, también en las cosas pequeñas y aparentemente sin importancia. No tiene miedo de entrar en temas difíciles, en los que actúa con empatía y tacto, buscando siempre una solución que respete la verdad y no haga daño a las personasimplicadas. Muestra empatía, porque sabe que sus palabras pueden dañar a otros, y trata de ponerse en sus zapatos, sin herir sus sentimientos. Es de mente abierta. Entiende que las personas tienen distintos puntos de vista sobre las cosas y trata de escucharles y entenderles, aunque no esté de acuerdo con lo que dicen. Es consistente, no cambia su argumento cuando cambian las circunstancias. Es íntegra, tiene un sentido muy claro de lo que es correcto y de lo que no lo es. Tiene respeto: por sí misma, por los demás y, lo que es más importante, por la verdad. Pensar, decir y hacer es algo fundamental en el cómo hacer de las personas.

El liderazgo es horizontal y colaborativo: un buen líder se asegura de empoderar a su equipo, preguntando cómo puede apoyarlos y qué necesitan para alcanzar sus objetivos.

El trabajo en equipo es un esfuerzo cooperativo o coordinado de un grupo de individuos que actúan juntos por una causa común y obtienen múltiples beneficios. Esto significa que las personas tratarán de cooperar, utilizando sus habilidades individuales y aportando comentarios constructivos, a pesar de las diferencias entre ellas. Los valores del trabajo en equipo surgen cuando los miembros de un grupo colaboran, trabajando en pos de alcanzar unos objetivos y funciones claros dentro de la organización. Algunos de los valores que se trabajan en equipo más relevantes son el aprendizaje colaborativo, la confianza, la proactividad, la generosidad, la humildad o la responsabilidad.

Muchas veces, los líderes temen perder el control o no delegan por miedo a que las cosas no salgan como esperan. Esto no solo genera desconfianza, sino que limita el crecimiento de los equipos. Superar estos errores requiere autoconciencia, feedback sincero y una voluntad constante de aprender y desaprender.

Las personas necesitan encontrar su estabilidad y su equilibrio. Son personas que saben gestionar sus emociones y que poseen la capacidad de ver siempre la doble cara de los problemas para encontrar el modo de resolverlos. La realidad siempre tiene varias lecturas y los estresados y temerosos fijan su mirada en la peor de las posibles. El tranquilo y mesurado sabe ver la forma positiva de entender que todo tiene una solución, y en el caso de que no sea así, aprenden que cualquiera tiene los recursos para afrontar las situaciones de incertidumbre o que no se pueden cambiar.

El liderazgo es una habilidad que se puede desarrollar. No depende de carisma innato ni de dotes extraordinarias, sino del compromiso con el aprendizaje continuo. Con el enfoque y las herramientas adecuadas, cualquiera puede convertirse en un líder efectivo. Todo comienza por conocerse a uno mismo, identificar áreas de mejora y estar dispuesto y comprometido a trabajar en ellas con perseverancia.

Empatía, adaptabilidad, pensamiento crítico, habilidades digitales y comunicación clara son esenciales. La empatía permite comprender las necesidades y motivaciones del equipo; la adaptabilidad es imprescindible frente a los constantes cambios; el pensamiento crítico ayuda a tomar decisiones estratégicas; las habilidades digitales son fundamentales en un mundo cada vez más tecnológico, y la comunicación clara construye confianza. Estas competencias son más efectivas cuando se aplican de manera coherente en el día a día, no solo como un discurso, sino como una práctica real. El líder solo impacta con su ejemplo.

La mejor manera es preguntar directamente al equipo: “¿Qué puedo hacer para ser mejor persona?”. Pero no basta con preguntar; hay que escuchar de verdad y actuar en consecuencia. Todo proceso de mejora empieza con la voluntad de conocerse y cambiar.

El liderazgo del futuro estará marcado por la capacidad de equilibrar lo humano y lo digital. Las decisiones operativas se automatizarán cada vez más, pero la creatividad, la empatía y la conexión emocional seguirán siendo esenciales. Los líderes deberán gestionar equipos híbridos, fomentar culturas inclusivas y priorizar la sostenibilidad, no como una tendencia, sino como un valor fundamental. El líder del futuro será un conector de personas, ideas y tecnología con sentido.

Ser uno mismo es aceptar la propia identidad. Las etiquetas que otros nos pongan no sirven, no tienen valor. Ser uno mismo implica también hacer cambios. Así se es mejor persona, mejor líder y se tiene mejor equipo.

Un consejo para quienes aspiran a ser mejores personas: Abrazad vuestra autenticidad y ponedla al servicio de vuestra gente, de vuestro equipo. No es imponer, es inspirar, transformar y acompañar para hacer crecer a uno mismo y a la gente que nos rodea. De este modo creceremos todos y todas: “si no lideramos para servir, no servimos para liderar”.







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