Personas honestas

Ciudadanía caminando por Granada | Foto: Archivo GD
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Escribía el otro día un artículo sobre la honestidad de una persona y las respuestas fueron diversas y variadas, demostrando lo poco que se entiende la palabra honesta. Y es que a veces no sabemos de qué hablamos cuando hablamos de honestidad. Las personas honestas hablan el lenguaje de la sinceridad, saben construir relaciones significativas y son perfiles auténticos.

Una persona honesta:

  • Es auténtica y coherente con ella misma a lo largo del tiempo.
  • Admite sus errores, no trata de disimularlos. Lo más importante no es no cometer errores, sino qué hace cuando se ha equivocado.
  • Es transparente, intenta ser clara y abierta , sin dar lugar a malentendidos.
  • Trata de cumplir su palabra: si dice que hará algo, lo hará, también en las cosas pequeñas y aparentemente sin importancia.
  • No tiene miedo de entrar en temas difíciles, en los que actúa con empatía y tacto, buscando siempre una solución que respete la verdad y no haga daño a las personasimplicadas.
  • Muestra empatía, porque sabe que sus palabras pueden dañar a otros, y trata de ponerse en sus zapatos, sin herir sus sentimientos.
  • Es de mente abierta. Entiende que las personas tienen distintos puntos de vista sobre las cosas y trata de escucharles y entenderles, aunque no esté de acuerdo con lo que dicen.
  • Es consistente, no cambia su argumento cuando cambian las circunstancias.
  • Es íntegra, tiene un sentido muy claro de lo que es correcto y de lo que no lo es.
  • Tiene respeto: por sí misma, por los demás y, lo que es más importante, por la verdad.

A todo eso me refería cuando hablaba de una persona honesta. Un primer aspecto que descubrimos al acercarnos a ellas es que las personas honestas no dan rodeos, no pierden el tiempo cuando alguien o algo no les agrada o no sintoniza con sus valores. Dejan claras las diferencias con asertividad y respeto para marcar distancias. Al hacerlo, no dan ni esperan demasiadas justificaciones. Saben que no es adecuado alargar situaciones que con el paso del tiempo pueden ser contraproducentes.

Las personas honestas, las que lo son en mente, palabra y comportamiento no toleran engañarse a sí mismas ni engañar a los demás.

Además, las personas honestas son más felices. Ser sinceros, no hacer uso de la mentira y ser genuino siempre con uno mismo y con aquello que se dice y hace genera un mayor bienestar. Ese equilibrio interno, esa paz mental revierte en la propia salud.

Por ello, las personas honestas valoran por encima de todo poder construir relaciones basadas en la confianza. No solo se muestran en todo momento de manera auténtica, sincera y respetuosa con quienes les rodean. Sino que además, exigen esto mismo en quienes forman parte de su día a día.

Sus amistades son pocas y son siempre las más adecuadas, las más genuinas, aquellas donde se genera una reciprocidad continua y satisfactoria.

La honestidad es un principio ético, un valor que ayuda a crear una sociedad más íntegra y saludable. Sin embargo, esa dimensión que todos creemos tener no siempre se aplica de forma real y respetuosa. La sinceridad es un pilar muy importante del respeto hacia los demás y hacia uno mismo.

Ante ello, podemos decir que las personas honestas:

1. Coinciden sus distintas expresiones. Su conducta, su lenguaje, su pensamiento y su estado emocional como un conjunto cohesionado no se contradicen. Esta coherencia y falta de contradicción también ayuda a considerar que el individuo dice la verdad, lo que realmente piensa.

2. No hacen nada que no les guste. A veces se valora como correcto actuar por compromiso, es decir, realizar una acción que realmente no queremos hacer, no nos apetece, pero nos vemos obligados a hacerla para quedar bien.

3. No siguen en una relación en el que no quieren estar. Del mismo modo que no harán nada que no les apetezca hacer, tampoco seguirán con una relación en la que realmente no estén a gusto, relaciones tanto sentimentales como de amistad. Si los sujetos honestos perciben que la relación ya no les llena, aunque no haya un motivo aparente, preferirán ser sinceros con la otra persona y consigo mismo y terminar con el vínculo de unión.

4. No dicen mentiras y tampoco las aceptan. A las personas honestas no les gusta decir mentiras, pero tampoco les gusta exponerse a ellas. Es tal el malestar que les genera la mentira que no tratarán de engañar a otras personas y menos a ellos mismo. Asimismo, no aceptarán que alguien les mienta, ya que realmente es un rasgo muy importante para ellas; esta clase de problemas pueden suponer el fin de una amistad o relación.

5. Se muestran tranquilos mentalmente. Al actuar según lo que piensan y creen, evitan que aparezca en ellos una disonancia cognitiva que les generaría malestar y reducen la probabilidad de que surja intranquilidad mental. El sujeto está en calma con su manera de comportarse, ya que, pese a no ser siempre las adecuadas o más aceptadas socialmente, respetan lo que realmente piensan u opinan de ellos mismos.

6. Cuentan con relaciones verdaderas. El malestar que les genera la falta de honestidad, hará, como ya hemos dicho, que mantengan las relaciones con las que realmente están a gusto y traten de cuidarles siendo sinceros, respetuosos y valorando la confianza como una de las características primordiales, dado que, del mismo modo, que ellos no mentirán pedirán lo mismo a sus amistades o parejas. De esta forma, no son personas que cuenten con muchas relaciones de amistad o estén vinculados con muchas relaciones sociales, sino que prefieren tener pocas, pero de calidad, vínculos verdaderos en los que ambos integrantes sean sinceros y se sientan satisfechos.

7. Cumplen con sus compromisos. La necesidad que muestran por mantener la concordancia entre lo que dicen y lo que hacen, deriva en una mayor probabilidad de que cumplan los compromisos. De esta manera, el punto relevante, o que ellos consideran como más importante, no son las consecuencias que genera cumplir el compromiso o la promesa, sino el hecho en sí de cumplirlo, que supone ser honesto con lo que dijeron y prometieron. Esta conducta hace que aumente su valoración favorable a nivel social, dado que realizan lo que dicen que harán, aunque el propósito último sea evitar su propio malestar.

8. No se dejan influir por el ambiente. Es muy difícil que personas de su alrededor logren incluirlos y convencerlos para hacer una conducta antisocial, en contra de sus creencias o de sus valores. Así, aunque puede que la conducta les beneficie en ciertos aspectos, no participarán en ninguna acción que suponga mentir. De esta forma, serán sujetos con tendencia a cumplir la normativa y leyes establecidas.

9. Tratan que su entorno también sea honesto. Valoran la deshonestidad como un rasgo muy negativo, razón por la cual tratarán de enseñar, de dar ejemplo, a su entorno para que logren ser más honestos. Actuarán como modelos de las personas que conocen instigando y contribuyendo a que actúen de modo similar a ellos, que eviten las mentiras, y que su pensamiento y conducta concuerden.

10. Inspiran a su entorno para ser honestos. Su actuación como modelo y su actitud honesta de manera persistente, servirá de inspiración a los sujetos de su entorno, quienes querrán imitar su comportamiento y ser también honestos, actuando según sus pensamientos y creencias, defender sus opiniones desde el respeto o no tratar de engañar o mentir.

11. Defienden de manera directa aquello en lo que creen. No dudarán en defender su opinión y defenderla, actuando según sus creencias y siendo sinceros con lo que expresan. Serán personas comprometidas con sus creencias y persistentes en la lucha, actuando siempre acorde a ello y no mostrando dobles intenciones o comportamientos contradictorios. Y siempre sin faltar al respeto.

12. No tienen miedo de decir la verdad. En ocasiones suele suceder que dejemos de actuar como desearíamos, de decir lo que pensamos, por miedo a lo que dirán o pensarán los demás. Este no es el caso de las personas honestas, quienes no muestran temor a expresar lo que creen o sienten, sino que, lo que les causa temor es no decir la verdad y traicionarse a sí mismo. Debemos tener en cuenta que decir la verdad o plantear lo que opinamos no es malo siempre que lo hagamos de forma adecuada, desde el respeto e intentando no dañar a la otra persona.

La autenticidad y la honestidad son características que a veces no son fáciles de encontrar en una persona en un mundo en el que reinan las apariencias o en centros donde las envidias aparecen en muchos momentos. Seamos personas lo más honestas posible.