Personas muy selectivas

CIUDADANÍA PRIMAVERA - Paula Santander-6
Foto: Archivo GD
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Una persona que es selectiva, suele ser exigente, ecléctica y particular.

Sabemos que que existe una selección natural y otra social. Lo primero es más intrínseco e inconsciente, ligado al tema reproductivo y a la percepción de que tan saludable es la persona. Lo segundo se refiere a estereotipos o estándares que socialmente hemos creado y asumido como ciertas, por ejemplo, la belleza.

Según un estudio publicado en Evolution and Human Behavior, hombres y mujeres se diferencian en que en ellas influye más el "efecto encuadre", es decir, pesan los filtros mentales o emocionales cuando toman decisiones. Estos filtros de los que hablamos, conscientes o inconscientes, nos ayudan a validar si sentimos rechazo o aproximación por esa persona que estamos evaluando. La primera impresión influye pero no determina.

Con la edad, las personas nos hacemos más selectivas. La edad nos vuelve más selectivos y también hábiles a la hora de aplicar adecuados filtros de protección. Poco a poco caen los miedos, las inseguridades caducan y aprendemos a cuidar de nuestras prioridades, a saber quién sí y quién no. Porque madurar es, por encima de todo, tener en cuenta lo que merecemos y luchar por ello.

Resulta curioso como se enfatiza muy a menudo la relación casi directa entre el número de amigos o de relaciones que tiene un individuo, para hacer una rápida predicción sobre su felicidad o su bienestar mental.

Hay una necesidad que estamos olvidando por la multiplicidad de opciones que se nos presentan: la necesidad de ser selectivos que se traduce en logros concretos.

Me gustan las personas que saben estar solas porque son selectivas. Te eligen porque quieren estar contigo, no por necesidad. Si somos selectivos quiere decir que somos personas capaces de elegir aquello que será mejor. Por lo tanto, se podrá decidir si es mejor atender lo que me dicen en una pantalla o lo que me están explicando en una reunión.

Ser una persona selectiva no es querer buscar personas perfectas. Es saber elegir quienes forman parte de nuestro entorno. Y esto nos evita problemas, pérdida de tiempo y estrés. Cuando alguien es selectivo, elige las cosas con cuidado , por ejemplo, las cosas que compra o hace.

La amistad selectiva consiste en seleccionar cuidadosamente nuestro círculo social para garantizar que estemos rodeados de personas que realmente agregan valor a nuestras vidas. Se trata de priorizar la calidad sobre la cantidad e invertir nuestro tiempo y energía en relaciones que sean significativas y satisfactorias.

Una persona selectiva es la que elige con cuidado a las personas con que trata o se relaciona. La selectividad emocional por otra parte, tiene que ver con aquellas personas que quieren ser más conscientes a la hora de evaluar con quién se vinculan, que son más exigentes a la hora de relacionarse.

Las personas socialmente selectivas son individuos que desean una relación significativa con otras personas que comparten intereses, creencias o lo que sea similar. Mantienen su círculo social reducido y así les gusta.

Además, las parejas tienden a ser semejantes en prácticamente todos los rasgos incluso cuando se controlan los efectos de la edad y nivel de estudios. Hay diferencias en el grado de semejanza de las parejas según el tiempo de relación. Asimismo, sólo la semejanza en inteligencia verbal (para los varones) e impulsividad (para las mujeres) se relacionó con la satisfacción marital en aquellas parejas con mayor tiempo de relación. Y es que nos atraen las personas que son como nosotros, y eso es porque se nos hace más fácil comunicarnos, entender, conocer y confiar.

Ser selectivo no es sinónimo de sobrado y nos deja algunas pautas para lograr un equilibrio entre lo racional y lo emocional como.

1. No podemos querer lo que no conocemos. Lo básico es saber de qué pie cojeamos para evitar cubrir nuestros vacíos o necesidades, idealizando a otros.

2. La incompatibilidad de caracteres es un mito. El carácter debe irse construyendo, sanando, adaptándose a una relación. El problema es cuando no quiero cambiar o mejorar.

3. No existen las almas gemelas. Debemos tener similitudes en cosas básicas como los valores o la religión. Las diferencias pueden ser en lo periférico, porque puedo ser un intelectual y la otra persona no tanto o me gustan las fiestas y a él no; eso se puede arreglar, se puede manejar y trabajar, no es motivo de grandes conflictos.

La personalidad es el conjunto de características y patrones de pensamiento, sentimientos y comportamientos que definen a una persona y la distinguen de los demás. Es la forma en que una persona percibe, interpreta y responde al mundo que la rodea. La personalidad abarca aspectos como la forma de ser, los valores, las actitudes, los intereses, las habilidades, las emociones y los patrones de comportamiento que son consistentes a lo largo del tiempo y en diferentes situaciones. Hay muchos tipos de personalidad, una de ellas es la de las personas muy selectivas.