Por sus frutos los conoceréis
El alcalde convocó al Pacto Local por el Empleo este pasado martes. Fue una de sus seis comparecencias públicas del día, una jornada que probablemente supera el propio récord de este Francisco Cuenca al que uno se imagina multiplicando su presupuesto familiar para poder acoger en su abultado álbum de fotos inauguraciones y más inauguraciones, reuniones y más reuniones, presentaciones y más presentaciones, visitas y más visitas hasta superar en tan solo dieciocho meses la suma del posado de los seis alcaldes que le precedieron en la planta noble de la Plaza del Carmen durante los 37 años anteriores a 2016.
Antes de que se me acuse de derrotista o de 'granaíno' por despreciar una iniciativa tan 'buenista' como nuestro alcalde, máxime en un problema tan serio como es el del desempleo o la precariedad laboral, me apresuro a escribir que ni la solución está en manos de Cuenca en una cuestión que trasciende mucho más allá de los límites de un ayuntamiento. Que el alcalde reúne a sus integrantes es una iniciativa cargada de buenas intenciones, pero no se me ocurre otra reflexión que imaginar a sus reunidos escuchando las admoniciones municipales no diré que como el que oye llover pero sí igual que aquel que escucha la homilía del cura en misa de doce, incluso se da dos golpes de pecho en expresión corporal por el dolor de los pecados y... sale del templo dispuesto a pecar hasta el domingo que viene.
Así, en la foto podíamos ver a los principales empleadores de una provincia y ciudad cuya industria se centra en el sector servicios: la hostelería. No ha pasado una semana todavía desde la reunión del martes, es cierto. No vamos a pedirle al alcalde y sus reunidos ningún fruto palpable de ese cónclave. Lo que sí se puede preguntar es por el propósito de enmienda de esos empresarios que, primero, embarrancaron el convenio hasta llevarlo a su caducidad, hace ya cuatro años. Después, trataron en los tribunales de eliminar las cláusulas que -por prórroga del anterior- más les importunaban. Y, por último, se mantienen a ultranza en las posiciones cerradas que han impedido un nuevo acuerdo.
¿Amonestó el alcalde en la reunión a este sector, por poner un ejemplo? No consta. Es posible que lo hiciera. Si lo hizo, ¿espera frutos concretos tras su hipotética amonestación? Pues, entretanto, ahí tenemos estudios fiables de un sindicato que alerta sobre el proceso de precarización del empleo en el sector que salió hace años de la crisis, unos datos apabullantes, de los que se puede apuntar a esas desfavorecidas 'kelly', las limpiadoras de hotel y las condiciones en que desarrollan su trabajo.
No se trata de descorazonar al alcalde Cuenca en sus 'buenistas' iniciativas. Ojalá le hicieran caso. Pero por más reuniones, comisiones y pactos que se propongan, la bondad de tales iniciativas se medirá por sus frutos. Y, por el momento, pocos. Esta reunión del martes y el llamado Pacto Local por el Empleo quiera Dios que sea positiva, pero por el momento solo añade un elemento más a aquella retahíla tediosa y desmesurada que Cuenca leyó durante más de media hora en el pleno en el que fue reprobado.
De la reunión salió el acuerdo de establecer mesas de empleo en los barrios que sirvan para establecer políticas de fomento a través de la participación, la consulta y la cooperación. Palabras huecas salvo que alguien sea capaz de augurar que, de aquí a un año, esas mesas han conseguido mitigar los datos del desempleo en Granada. A la espera quedo de sus pronósticos, que serán contrastados con la realidad en estas mismas fechas de 2018. Y repito: ni es tarea del alcalde ni un ayuntamiento puede combatir esta lacra del paro, por más que sea muy loable contar con un primer regidor sensibilizado con el principal problema de los ciudadanos.
Cierto que es preferible el diálogo y el encuentro antes que mantenerse al margen. Por ejemplo, en el caso de la relación con los herederos de Lorca, cortada -pero no por capricho, no se olvide- durante los últimos tiempos del anterior equipo de gobierno municipal. Lo que pasa es que por más que se reabrió el diálogo el legado sigue sin llegar y el enésimo plazo marcado, "en otoño", está a doce días de cumplirse mientras seguimos sin saber cuándo y a qué precio vendrán a Granada las piezas comprometidas.