Porque la noche, y Patti Smith, nos pertenece

La incombustible rockera estadounidense ofrece en el Teatro del Generalife la mejor actuación de los cuatro años de historia del ciclo ‘1001 Músicas – CaixaBank’

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Patti Smith durante su actuación en el Teatro del Generalife en el ciclo '1001 Músicas - CaixaBank' | Foto: Gabinete
Juan Prieto
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Ver a Patti Smith en el escenario del Teatro del Generalife es una auténtica pasada. En ningún momento mientras la disfrutas se te va de la cabeza que estás delante de una leyenda. Transmite ese magnetismo, tiene carisma, esa aura que solo los eternos poseen. Posiblemente es, junto a Bob Dylan, la personalidad del arte y la cultura musical más importante que ha pisado esas tablas. La magnitud de esa estrella nacida en Chicago es tal que está considerada como una de las figuras más importantes e influyentes de la historia del rock mundial. Y anoche lo demostró ofreciendo la mejor actuación de los cuatro años de historia del festival ‘1001 Músicas – CaixaBank’. Su vitalidad y energía no tienen fin.

Desde que se dio a conocer al mundo ya se vislumbró que era diferente. Solo la frase inicial de ‘Gloria: In Excelsis Deo’ con la que abrió su primer disco (‘Horses’) le sirvió de rompedora tarjeta de presentación ante el planeta e incomodar a quien suele -y le gusta- incomodarse: “Jesus died for somebody's sins, but not mine (Jesús murió por los pecados de alguien, pero no por los míos)”. La que posteriormente fue bautizada como madrina del punk-rock ya había marcado el terreno en su primera y polémica aparición. Ella no estaba allí para hacer amigos, sino para mostrarse como era, como es. Y así ha sido, una revolucionaria cargada de rebeldía que, además de cantante y compositora, ha sido activista, fotógrafa, poetisa, pintora y madre.

Ese primer vinilo, ‘Horses’, una obra maestra, llegó a mis manos cuando yo tenía 15 o 16 años. Fue editado en 1975, pero lo compré en 1979 o 1980 en Callejas, aquella fantástica tienda de discos que había en la granadina calle Elvira en la que se encontraban sencillos y elepés de importación que no era fácil adquirir en otros sitios. Fue el primer disco que compré en mi vida. Creo que me costó 800 pesetas.

En la portada, además de la andrógina imagen de ella en blanco y negro, realizada por el mítico fotógrafo Robert Mapplethorpe -famoso años después por sus retratos nudistas- y en la que ella aparece con dos finos tirantes, pantalones vaqueros y una chaqueta colgada al hombro, también hay un nombre escrito: ‘Juan P’. Eran tiempos en los que hacíamos fiestas en casa de algún colega y cada uno de los que íbamos llevábamos bajo el brazo nuestra mejor música para ponerla en el tocadiscos que, normalmente, estaba en el salón. Aportábamos ocho o diez discos cada uno que se agolpaban todos juntos y de ahí se iban pinchando los mejores temas en función del ambiente, de manera progresiva de rock a lentas, que las baladas rockeras son las mejores para bailar pegados. De ahí que cada uno pusiéramos nuestros nombres en esas portadas de los álbumes –‘Juan P’ en mi caso- para que, al final de la fiesta, no hubiera discusiones sobre de quién era cada elepé que, entre la oscuridad, el humo y lo echado al cuerpo, la noche confundía (Dinio dixit).

No solo conservo aún ese álbum, sino que anoche me planté en el backstage para pedir con ojos de ‘gato con botas’ que la sacerdotisa del rock me lo firmara. Y gracias a mi buena amiga Celia Cañada, de Proexa, debajo de ese ‘Juan P.’ escrito en los años 80 aparece desde ayer: “People have the power” escrito por Patti Smith, quien lo rubrica para hacer feliz a este humilde fan que lleva 45 años escuchándola.

De ella también, aparte de mi incunable ‘Horses’, algún colega llevaba ‘Easter’ (su tercer disco) por una razón muy sencilla: siempre tenía que sonar ‘Because the night’. Un temazo que tiene la curiosidad de que comenzó a escribirlo y componerlo Bruce Springsteen en 1977, pero que, tras tener la música y el estribillo, no sabía cómo terminar. Y fue su productor, quien a su vez trabajaba también con Patti Smith, quien le convenció de que se lo pasara a ella para acabarla. Cuenta la leyenda que la Smith escribió las estrofas que faltaban mientras esperaba una llamada por teléfono de su entonces novio (y después marido), Fred Sonic, y que ‘The Boss’ comentó que él no habría podido terminar la canción tan bien como lo hizo ella. Se convirtió en el tema más famoso de Patti Smith y Bruce Springsteen suele tocarla en todos sus conciertos. Para mí, será inolvidable haberla escuchado en directo en el Generalife “porque la noche nos pertenece (because the night belongs to us)”, al igual que Patti Smith nos pertenece. Es la madrina de todos los rockeros.