La primera batalla contra el mieloma múltiple infantil, en la piel de un granadino
Luis Torres, de 21 años, fue el primer caso diagnosticado en menores de edad de este tipo de cáncer
“Empecé a notar que me ahogaba al correr, que me dolía muchísimo la espalda sin motivo, y no le di importancia. Hasta que un día no pude levantarme de la cama”. El mieloma múltiple afecta a gente mayor de edad, especialmente a personas de más de 50 años, pero hace casi una década se manifestó por primera vez en el mundo en el cuerpo de un niño que acababa de cumplir los 12: Luis Torres.
El mieloma múltiple es un cáncer que provoca que haya una presencia desmedida de células plasmáticas en la médula ósea, lo que desplaza a las células productoras de células sanguíneas normales. Anemia, cansancio, problemas para combatir infecciones, bajo nivel de plaquetas en sangre, disolución acelerada de los huesos, debilidad muscular… Lo que comenzó siendo una prueba en el Hospital Comarcal de Baza terminó en una estancia indefinida en el Hospital Materno de Granada. Finalmente, el Materno-Infantil de Málaga se convirtió en la casa de Luis hasta los 14 años.
El diagnóstico fluctuó durante los primeros meses. El hecho de que fuera el primer caso conocido en niños provocó cierto estupor por parte de los médicos, que acabaron cediendo ante los resultados, que indicaban de forma inequívoca que se trataba de un mieloma múltiple. “Para mi tratamiento experimentaron un poco. No sabían si llegarían a funcionar las sesiones de quimioterapia y la donación de médula, pero lo hicieron”, relata el canilero.
La quimioterapia fue para él una ducha de tranquilidad. Los fuertes dolores musculares amainaron, y, aunque la debilidad era la norma en sus días, Luis se sentía cada vez más indestructible. “La quimio quita mucho, quizás más de lo que da, pero me brindó una tranquilidad que valió más que todo”, sonríe Torres.
Comenta que él no sabía que lo que tenía era un cáncer. “Solo sabía que tenía algo que me hacía mucho daño y que quería salir de allí cuanto antes”, relata. Su estancia en el hospital fue todo lo buena que podía ser en una situación así. Recuerda con cierta alegría su forma de sobrellevar una enfermedad de tal calibre: “Había días en los que no tenía ganas de levantarme, pero siempre intenté que no se me notara: quería que mis padres y el personal sanitario supieran al verme que el camino no estaba siendo tan duro”.
Una de las nocheviejas que pasó en el hospital, Luis se puso una sábana a modo de disfraz y quiso asustar al personal que había de guardia. Anécdotas así abundan en su memoria: “Lo último que quería era acentuar la tristeza que ya había en el ambiente. Cuanto más ameno nos hiciéramos el proceso los unos a los otros, antes pasaría”.
Enfermeros, médicos, y voluntarios, comenta, fueron una pieza fundamental en el tratamiento y recuperación: “Me trataron con mucho cariño. Hubo fallos humanos y evitables en alguna operación que me hicieron, pero, como he dicho, somos humanos, y siempre me hicieron sentir arropado”.
La fundación Olivares y la Ronald McDonald de Málaga acompañaron a Luis y sus padres, como a tantas familias que atraviesan una situación parecida, durante los años que duró la travesía. Ambas asociaciones se dedican a crear un hogar fuera del espacio familiar, y a encontrar la forma de que los niños con cáncer disfruten su infancia.
La esperanza tuvo origen sudamericano. No conoció a su donante, y lamenta que así fuera. “Mis padres intentaron donar, pero la compatibilidad es más compleja y no depende de la relación genética”, explica Torres. Aun así, no fue difícil encontrar un donante compatible, y el final del camino fue el tramo menos escarpado para Luis.
“La gente no sabe lo fácil que es donar, y lo que puede significar para alguien que necesite esa sangre”, anima el granadino. La donación de médula no se diferencia de la donación común de sangre. Esta se extrae de la parte posterior del hueso de la cadera y no es dolorosa. Gracias a la repercusión del caso de Pablo Ráez, la cantidad de donantes creció un 1300% en 2016 solo en la provincia de Málaga, y la cifra de inscritos en las listas alcanzó las 434.000 personas en 2020. A pesar de los buenos datos, Luis insiste en que “no es suficiente”, y que la concienciación social debe continuar tendente al alza.
Luis Torres, ya con 21 años, se considera un privilegiado por vivir cada día: “No le doy las gracias al mieloma múltiple por aparecer, pero sí por enseñarme a relativizar los problemas, a tomarme la vida como un aprendizaje continuo, y a disfrutar el presente, porque es lo único que tenemos seguro”.