"Al principio la droga son fuegos artificiales, pero se convierte en un agujero oscuro"
Efrén Jiménez, granadino exdrogodependiente, relata su historia de superación y cómo la cocaína marcó su vida
El Servicio Provincial de Drogodependencias y Adicciones de la Diputación de Granada presentó recientemente la Memoria Anual de 2023. En ella, se desglosan los datos relativos a los perfiles de las personas en tratamiento, el consumo y las actuaciones realizadas por parte de los centros públicos y concertados. A rasgos generales, se sacaron conclusiones que marcan una tendencia que va en ascenso en algunos casos. En 2023, fueron tratadas un total de 5.398 personas en la provincia de Granada. El 81,36% han sido hombres y el 18,64% mujeres. Lo más destacado es el repunte en el consumo de cocaína en un 3,05% y el de psicofármacos en un 0,92% respecto al año anterior.
Respecto a los centros comarcales, el de Loja es el que más pacientes ha puesto en tratamiento. 602 personas que acaparan el 11% del total, solo por detrás del Centro Provincial que acogió a 2.388 personas, es decir, el 41%.
Blanca Molina es la directora del Servicio Provincial de Drogodependencias y Adicciones de la Diputación de Granada y, desde su cargo, se encarga de coordinar todos los centros de la provincia. Concretamente, son doce: nueve públicos y tres concertados con la Junta de Andalucía, como Proyecto Hombre, Grexales -para alcohólicos- y Agrajer -para personas con ludopatía-. En total, el 89% de los pacientes atendidos corresponden a los centros públicos, que se distribuyen en comarcas como Loja, Motril y costa o Baza, entre otras.
Actuaciones desde los centros de drogodependencia
Molina clarifica los primeros pasos que desde el servicio provincial se llevan a cabo cuando las personas afectadas solicitan ayuda. “Lo primero que trabajamos con el paciente es la decisión para que sepa tomarla. Debe entender que dejar las drogas no es únicamente dejar de consumir, sino que entraña un cambio en el estilo de vida”, dice. Es imprescindible que el paciente pase tanto por un proceso de desintoxicación, como por la rehabilitación. Esto implica superar el síndrome de abstinencia que sufren las personas cuando dejan de consumir. Dependiendo del tipo de droga, la sintomatología que padezcan variará.
El siguiente paso, y último, de este largo camino sería la reinserción social, ligada al seguimiento continuado de la persona. Es importante que lo hagan en una comunidad donde los pacientes realmente se sientan bien y apoyados. El objetivo es recuperar un estilo de vida que no sea lesivo y les sirva para llevar la vida que ellos han decidido tener. Por supuesto, sin que haya consumo de drogas de por medio. “En ese sentido, les ayudamos a que aprendan herramientas. Si han abandonado los estudios trabajamos para que puedan retomarlos. Nos ponemos en contacto con empresas para ayudarles con programas de incorporación sociolaboral, gracias a los cuales pueden aprender oficios”, explica la directora del servicio provincial sobre su protocolo de actuación.
La drogodependencia es una enfermedad crónica y recidivante. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) esto significa que, en ocasiones, las personas con problemas de adicción pueden tener recaídas. En el renacer de los que durante un tiempo fueron drogodependientes existen dificultades que no saben solventar. Estas personas pueden llegar a superar el grado de rehabilitación, pero solo en determinados periodos.
La familia, figura clave en los primeros síntomas
Con respecto a lo que repercute al entorno familiar, Molina asegura que una adicción nunca pasa desapercibida. Tampoco se produce de un día para otro, pues pueden transcurrir meses o años para que se consolide. El círculo de la persona afectada puede percibir comportamientos extraños. Entre algunos de los signos que se identifican en un posible drogodependiente, están: abandono de las aficiones, aislamiento social y familiar, cambio de amistades que ya no son compatibles por no compartir ritmos de vida similares, pérdida de peso, desorganización personal, abandono de los estudios, faltas reiteradas al trabajo y desinterés general por lo que antes le gustaba.
“La familia tiene que estar pendiente de ayudarle. Sobre todo no hacerle sentir culpable. Tiene que hacerle entender que es una enfermedad no orgánica con solución y que siempre hay que ponerla en mano de especialistas”, puntualiza Blanca Molina. Otra indicación clave es que “no hay que señalar a la persona para avergonzarla y que sienta que tiene un problema de adicción. No podemos señalar a la víctima como mala persona y decir que el problema se lo ha buscado ella misma”, matiza Molina. Sobre este punto, la directora concluye dirigiéndose a las familias para hacerles saber que existen ayudas en el caso de que no sepan cómo actuar en estas situaciones. Es importante que no costeen sus adicciones y no toleren el mal comportamiento.
"O me quitaba la vida o lo hacía la droga"
Efrén Jiménez es un granadino exdrogodependiente de 56 años. Su relación con la cocaína le ha marcado de por vida hasta el punto de redirigir su futuro profesional. La de Efrén es una historia de superación de una adicción que comenzó a los 14 años. "Yo venía de una familia cómoda. En los ambientes que frecuentaba había mucha droga. Comencé con los porros y llegué a fumar 20 o 30 en un solo día", cuenta Jiménez sobre el inicio de su adicción.
El exadicto cuenta que fue deportista profesional. Practicaba esquí y llegó a competir con el equipo nacional. Más adelante estuvo en la Federación Andaluza de Rugby. Sin embargo, la cocaína truncó su vida: "Profesionalmente, fue una frustración total. Me aparté de la competición deportiva y perdí mi vida laboral". Además, la familia de Efrén cortó lazos con él, su esposa decidió separarse y apartó a su hija de su padre. "Me cerraron todos los grifos para que viera que no tenía entrada de dinero por ningún lado", explica Efrén acerca de cómo sus padres actuaron para subsanar la dependencia.
Su círculo social se fue reduciendo con el paso del tiempo. Efrén cuenta que llegó a perder a sus "amigos sanos", pues los "insanos" permanecieron con él. Añade que "al principio tenía un consumo social hasta que empiezas a consumir más de la cuenta. Llega un punto en que quieres consumir tú solo, apartarte de tus amigos. Te molesta socialmente estar reunido con gente, la discoteca".
El tratamiento llegó en un momento de desesperación en el que Efrén tocó fondo. "O yo me quitaba la vida o lo hacía la droga", confiesa. Sus padres le dieron un ultimátum: "o eliges solucionar tu vida o a nosotros nos has perdido por completo".
La luz del túnel empezó a entreverse cuando Efrén decidió ir a Barcelona para ingresar en un centro y después pasar a un centro ambulatorio. Estuvo tres años y medio en tratamiento. "Mi vida ha cambiado al fin por fin. Ojalá lo hubiera hecho antes", dice Jiménez tras afirmar que ha vuelto con su exmujer y su hija. Actualmente es el director de Forum, Centro de Salud Mental de Granada, donde se tratan adicciones comportamentales y con sustancia.
Efrén Jiménez intenta transmitir, desde su experiencia, algunas claves para aquellas personas que han desarrollado adicción a alguna sustancia. "Que no escuche a su cabeza y que se rinda por completo para buscar ayuda. El tratamiento es necesario y más tarde o temprano tendrán que afrontarlo", expone. El granadino cree que el aumento en el consumo de cocaína en el último año se debe a su "fácil accesibilidad y el bajo precio de la droga". A esto, añade que "el regreso a los hábitos de ocio después de la pandemia ha contribuido, así como la normalización del consumo entre los jóvenes".
Por último, el exadicto a la cocaína ya rehabilitado ruega por la "prevención efectiva" desde las instituciones. "Que se vea la realidad de la droga en los colegios, institutos, universidades y las consecuencias que trae la prevención. Al principio la droga son fuegos artificiales, pero se convierte en un agujero oscuro", concluye Efrén, quien representa la mejor muestra de que siempre hay una salida de ese agujero.