Prismáticos, muletas, matrículas o drones: de todo eso hay en la oficina de objetos perdidos de Granada
Ubicada en la sede del ayuntamiento, alberga cientos de enseres de procedencia y naturaleza diversa que se entregan a quien los encontró si nadie los reclama en un plazo de dos años
¿Cómo acaban unos prismáticos de barco con su trípode en una habitación del Ayuntamiento de Granada? ¿Qué persona que las necesita se olvida de unas muletas? Miles de historias así se esconden tras las cosas que se almacenan en la pequeña oficina de objetos perdidos, un lugar donde los policías locales Juan Carlos y Manolo se encargan de etiquetarlos, clasificarlos y guardarlos mientras esperan a que llegue su dueño.
El procedimiento es aparentemente sencillo: cuando un objeto llega a la oficina, los encargados lo clasifican y lo guardan. Legalmente, el plazo máximo de almacenaje son tres meses, pero por iniciativa propia los guardan hasta cinco. Si tras dos años el propietario no aparece, se notifica a quien lo encontró para que lo recoja, premiando así la buena voluntad de devolver el objeto.
Objetos típicos llenan las estanterías. Es de esperar encontrar paraguas, carteras o demás enseres comunes, pero también hay cosas, como por ejemplo una muleta, matrículas, unos zapatos a estrenar o un dron que sobrevolaba el patio de un colegio. Eso sí, sin duda lo que más se repite son las llaves. Nada más entrar, colgado en la pared hay un panel con decenas de manojos que se guardan desde el mes de junio. Al igual que decenas de teléfonos móviles aguardan en las cajas de Correos esperando a que su despistado dueño venga a reclamarlo.
Dentro de la oficina, varios rincones llaman la atención. Nada más echar un vistazo se nota que ya ha empezado el curso escolar, porque una esquina está repleta de mochilas que han olvidado los escolares. Además, las paredes están decoradas por souvenires que algún turista dejó olvidado en algún autobús, banco o taxi.
En el pequeño espacio de la planta baja del antiguo convento del Carmen todo está etiquetado; de un vistazo se puede saber dónde están las gafas, los paraguas, o las carteras. Es por ello que el proceso también tiene mucho de rutina. Por ejemplo, todos los viernes los conductores de Transportes Rober traen todo lo que encuentran cuando el autobús termina su servicio. También pasa en el metro, aunque no todas las semanas.
En muchas ocasiones el trámite es sencillo, si el objeto llega identificado de alguna forma. Si no es así, siguen un riguroso proceso a través de la protección de datos para asegurarse de su titularidad. En el caso de la ropa, si se encuentra en buen estado es donada a alguna ONG. Todo lo que no es reclamado o no tiene hallador, acaba destruido.
También llega dinero en efectivo. "Una vez entregaron una cartera de un tailandés con 700 euros y 8.000 libras de Sudán del Sur”. Con el dinero llevan el mismo procedimiento: si no existen denuncias por robo y se conoce a quien lo encontró, a los dos años pasa a ser de su propiedad.
Asimismo, no solo tienen la posibilidad de encontrar sus objetos los residentes en la ciudad. Desde aquí mantienen el contacto con el Servicio de Atención al Turista Extranjero, que conecta rápidamente la oficina de Granada con cualquier parte del extranjero, haciendo que el objeto viaje y se reencuentre con su dueño. “Es curioso, pero hemos llegado a mandar un DNI español con domicilio en Francia y la carta no la ha devuelto Correos, así que suponemos que ha llegado a su destino” comenta Juan Carlos.
"Muchas cosas no son reclamadas, algunas de valor. También creemos que es por desconocimiento de la gente, y mira que la oficina lleva aquí muchos años, desde que entramos en el cuerpo nosotros hace más de 30 años. La gente no lo utiliza" resaltaba Manolo. No son héroes, pero en alguna ocasión sí que le han salvado la vida a algún turista, llamando por el hallazgo de un pasaporte o por un billete de avión.
Curiosamente, a pesar del volumen de objetos que se almacenan en la oficina, la mayoría de personas que los reclaman no encuentran lo que buscan. Así que ya saben: si en algún momento pierden algo, no duden en preguntar en la oficina de objetos perdidos. Quizá se lleven una grata sorpresa.