¿Pro-choice o pro-life?
En febrero de 2014, apenas una semana después de llegar a la ciudad, me encontraba aterida de frío frente al Consulado español en Nueva York. Llevaba una percha a la que colgué el cartel “Pro-choice (pro elección)”, no se veía muy bien porque los grandes copos de nieve dejaban solamente intuir a aquellas personas más cercanas. Tampoco conocía a nadie, solamente me presenté allí para luchar ante un anteproyecto de ley que pretendía aprobar el Gobierno de Rajoy con su ministro de Justicia a la cabeza, Alberto Ruiz-Gallardón. Junto con un grupo nutrido de españolas y españoles que por diversos motivos nos encontrábamos trabajando en la ciudad, nos acompañaron mujeres y hombres estadounidenses pero también había un gran número de personas del sur de América: argentinas, uruguayas… “Vuestra lucha es nuestra lucha”, nos dijeron y ahora su lucha también debe ser nuestra.
A primeros de agosto, el Senado de Argentina daba la espalda a la realidad social de su país rechazando la legalización del aborto. Una vez más los sectores más retrógrados de la sociedad influenciados por la Iglesia católica imponían sus fuerzas y poderes en los cuerpos de las mujeres. Como bien hemos leído o escuchado en los medios de comunicación estas semanas, este rechazo a una práctica médica no va a impedir que mujeres de todos los sectores de la sociedad dejen de realizarlo, pero sí sigue colocando en una situación de extrema vulnerabilidad a aquellas mujeres que económicamente no puedan realizarlo fuera del país, es decir, el patriarcado no solo somete a todas las mujeres argentinas sino que hace un terrorismo de Estado con aquellas en situaciones económicas más desfavorables.
Los cuerpos de las mujeres han sido y siguen siendo instrumentos de sometimiento del patriarcado. Los que ostentan el poder, ya sea de un modo u otro, siguen imponiendo su fuerza y pensamiento ante un derecho intrínseco de las mujeres, como es el poder disponer libremente de su propio cuerpo. Sinceramente los debate interesados que generan los autoproclamados “pro vida (pro-life)” ni me interesan ni creo que se merezcan una línea de este artículo, sino que debemos poner el foco en la importancia de desterrar los paternalismos en nuestra sociedad.
Las mujeres tenemos la capacidad necesaria para saber si debemos o queremos abortar, ningún Estado debe imponer sus ideas morales ante nuestra capacidad de decisión, y mucho menos las ideas religiosas deben anteponer sus preceptos desarrollados en la Edad Media a una sociedad del siglo XXI donde las mujeres hemos conseguido reconocer los tentáculos del patriarcado y estamos luchando para desarrollar una nueva sociedad más igualitaria.
Actualmente el problema se encuentra al otro lado del océano, aunque como escuché decir a una política argentina el movimiento ya está encaminado y organizado, y tal vez no haya sido esta vez pero pronto lo será e irremediablemente en breve el aborto se legalizará en Argentina. No obstante, las mujeres debemos seguir atentas ante estos envites de ciertos sectores patriarcales de la sociedad, ahora ha sido en Argentina, pero mañana puede ser aquí si llegan ciertos partidos políticos a gobernar (¡Ojalá, las Diosas no lo quieran!).