El programa de convivencia solidaria de la UGR, una vía para encontrar "mi familia en Granada"
La iniciativa, fruto de la colaboración entre Junta y Universidad, fomenta la ayuda mutua entre estudiantes y personas mayores o con discapacidad
Dice el dicho que 'mejor solo que mal acompañado', pero en la vida hay que buscar siempre lo mejor. Es a lo que aspira el programa de convivencia solidaria de la Universidad de Granada, en el que sus estudiantes pueden solicitar compartir hogar con personas mayores o que sufren alguna discapacidad. Esta experiencia logra generar vínculos más allá de la mera compañía, pues hay quienes consideran que a través de ella encuentran su "familia" en Granada. Mari Ángeles Mora, estudiante del Grado de Arqueología proveniente de Colombia, y Ana María Linares Martín, acogedora, son dos personas que han hallado la felicidad a través del programa.
Mari Ángeles llegó a la ciudad como estudiante de movilidad internacional "para probar". Sus inicios no fueron sencillos por afrontar una metodología educacional distinta, pero lo que vio le gustó tanto que "me enamoré totalmente de Granada". El tiempo ha pasado y ya cuenta con amistades tanto de España como de Colombia. Cuando decidió quedarse, comenzó a buscar vías para ahorrar. En ese punto, surgió la idea de unirse a estos alojamientos alternativos.
Su primera experiencia en el proyecto fue con una mujer de 97 años de la que se tuvo que terminar separando cuando ella requirió de una "cuidadora interna". Entonces, Mari Ángeles encontró a Rosa, una chilena con muchos años de estancia en España que reside en Santa Fe. Tras diez meses de convivencia, la joven afirma sin miedo que ella es "mi familia aquí". “En el contrato se me establecen unas tareas, pero nosotras no vimos la necesidad de hacerlas porque llevamos tan bien la convivencia que no hay necesidad”, detalla. Además, explica que “la gente piensa que soy su enfermera, pero nada que ver. Es una persona autosuficiente. Tiene muchas actividades”.
Una relación "mucho más allá de lo esperado"
Los lazos entre ambas se han estrechado tanto que Rosa conoció a la familia de la alumna a través de videollamada: "Mi mamá le agradeció recibirme y estar ahí”. Este verano, Mari Ángeles viajó a Bulgaria y Bolivia, y durante sus vacaciones mandaba fotos a su familia granadina porque se acordaba de ella "a cada rato". “Tenemos una relación mucho más allá de lo que podría haber esperado”, recalca. Tanto es así, que ella ha tomado costumbres de Rosa como "tomar mate", pues reconoce que ella es ahora la "adicta" a esta infusión tan popular.
Por otro lado, la estudiante agradece la implicación de la Universidad dentro del programa, pues recuerda que Silvia, trabajadora social de la UGR, la acompañó a Santa Fe un sábado para su mudanza sin tener esa responsabilidad. Asimismo, añade que este programa, que también deja su espacio personal a las dos partes implicadas, es idóneo para ella porque se define como alguien "casero".
El 'boca a boca' ejerce un papel importante para el conocimiento de esta iniciativa. Ana María Linares Martín, residente en la capital, la conocía porque su madre ya acogió hace años a una alumna de Alcalá la Real. “A día de hoy tenemos una amistad como si fuéramos familia”, asegura.
"La tendría conmigo toda la vida"
Ana suma apenas un mes de convivencia con Vanessa, una estudiante italiana que ha supuesto "un cambio radical" para sentirse ahora "feliz y contenta". Esta dinámica la llena mucho, pues expone que previamente ha estado en su hogar con cuidadoras que estaban siempre con ella: “no me molestaba, pero me quitaban intimidad y no me sentía a gusto”. El 2023 no ha sido un buen año para esta mujer de 70 años. En verano sufrió un ictus y posteriormente se ha visto obligada a separarse de su marido tras 54 años juntos, pues él se encuentra ingresado en una residencia debido a que padece Alzheimer en un estado muy avanzado de la enfermedad.
Tras el ictus, esta granadina comenzó a sentir "terror a la noche", pero todo ha mejorado con Vanessa. "Es una maravilla. Somos muy parecidas. Yo la tendría conmigo toda la vida”, sostiene. Fue el hijo de Ana quien realizó las gestiones necesarias para solicitar que su madre se integrase en el programa de la UGR. La acogedora señala que la casualidad quiso que Vanessa y ella se encontrasen tras un "verano malo" para ambas y ahora estén encantadas.
“Me encantaría que la gente se entere del programa. Doy mi voz para que se animen porque es una maravilla”, expresa Ana con una sonrisa. Tanto es así, que tiene claro que "me gustaría que una amiga que se encuentre en una situación como la mía se sume”.
A través de esta iniciativa, se han producido cerca de 200 convivencias en Granada desde 2006. La intención es que esta cifra crezca, pues la posibilidad de recibir nuevas solicitudes está abierta. Las peticiones del estudiantado se podrán presentar durante todo el año en la sede electrónica de la UGR. En el caso de las personas mayores, deben dirigirse a la Delegación Territorial de Inclusión, Juventud Familias e Igualdad de Granada.