¡Que me traigan un niño de 4 años!
No siempre se distingue a un genio en su tiempo. A veces es preciso esperar décadas o, incluso, siglos, para reconocerlo y para preguntarte porqué los contemporáneos de alguien, por alguna razón, no percibieron su destello. Entre esos genios con pinta de despistado y tan absurdo prima facie que cuesta seguirle el hilo, estaba Groucho Marx, que con sus sentencias dejó escrito un verdadero tratado de praxis política imperecedero y genial. Es a él al que recordamos cuando alguien cambia descaradamente su posición y abraza la contraria por razones, generalmente, espurias y con un fondo crematístico: "si no te gustan mis principios, tengo otros".
Esta semana pasada hemos asistido a dos ejemplos clamorosos de este desdén por la coherencia que hay instalado en la clase política. De una parte, la apertura de expediente disciplinario a Isabel Nieto por cometer el delito de decir en voz alta lo que la mayoría pensamos y por hacerlo desde una posición de defensa de Granada, algo para lo que fue elegida concejal. Evidentemente, la disciplina de partido tiene su razón de ser y es preciso seguirla en una organización que se precie de tal, pero debe haber un límite y ese es la verdad y el compromiso adquirido en un programa electoral. Y ningún programa político obliga ni a cargos ni a militantes a asumir el argumentario del Gobierno de turno si parte de una falsedad evidente como es la provisionalidad de la obra del AVE en Granada. Salvo que te llames Torres Hurtado o aspires a sucederlo a toda costa, que entonces hay patente de corso. Nieto ha dicho que el emperador está desnudo y Sebastián Pérez le abre expediente, despejando de paso, su camino a la alcaldía, que aquí nadie da puntada sin hilo, porque es evidente, o para mí al menos lo es, que con la salida de Juan Antonio Mérida, la persona más capaz, independiente y valiosa de entre los concejales populares para suceder al alcalde es Isabel Nieto. Y sus declaraciones así lo corroboran, pues para ser alcalde de Granada se necesita una pequeñas dosis de rebeldía e independencia, que de sumisión ciega ya vamos bien servidos. El segundo episodio de cambio de principios lo ha protagonizado Irene Lozano, otrora azote del bipartidismo y ahora, conversa repentina. Lo que salió por esa boquita dedicado a Sosa Wagner o al PSOE andaluz... Son las cosas de la política, esa política en minúsculas que tanto irrita a la gente, esa política que tanto aleja el gobierno de lo público de sus destinatarios. En fin, recordando de nuevo a Groucho Marx no diré que no lo entiendo, porque eso incluso un niño de 4 años podría entenderlo ¡que me traigan un niño de 4 años!