¿Qué no puede faltar en una caseta del Corpus?
Estos puntos de encuentro para los granadinos representan la tradición con una decoración genuina y un ambiente festivo y alegre
El Corpus ya está aquí, y con él todas las tradiciones ligadas a la semana grande de Granada. Las casetas, los ‘columpios’, los trajes de gitana, las sevillanas o las tapas. La feria no solo es una celebración contemporánea, sino que está impregnada de una rica simbología e imaginería que se remonta a tiempos ancestrales, convirtiéndose en un puente que conecta el presente con la Granada y Andalucía más castizas y populares.
El ferial se inunda en estos días de color y alegría al son de estas tradiciones que le dan un sabor diferente a estos festejos, algo genuino y único. Estas celebraciones, aunque han evolucionado y sufrido variaciones a lo largo de los años, se mantienen invariables en su esencia y espíritu.
Las casetas vibran con música, bailes y risas, como un punto de encuentro y confraternización para los granadinos y los forasteros, de charlas con unos y con otros entre rebujitos y bulanicos, mientras suenan sevillanas y rumbas. Estas casetas reflejan la identidad de los patios y decoración andaluces, con ciertos elementos que no pueden faltar.
En el Corpus hay tres tipos de casetas, las tradicionales, las institucionales y las comerciales. Las institucionales están montadas por organismos públicos, como partidos políticos, el Ayuntamiento, la Diputación o Caja Rural. Las tradicionales son las más numerosas y las que más afluencia de público tienen, muchas de ellas llevan décadas en el Corpus. Son casetas montadas entre socios con un gran esmero en la decoración y un gran espíritu festivo y tradicional. Las más famosas son ‘La Malafollá’, ‘Viva La Pepa’, la más antigua del Corpus, fundada en 1960 y con 63 años de historia, o ‘Peña Los 17’, son las casetas más distinguidas y con más encanto del Ferial.
Por último las casetas comerciales son montadas por pubs y discotecas de la ciudad de Granada, como Parabarap, casetas tipo discoteca que abren solo por la noche y cierran más tarde que las tradicionales. En cuanto a decoración e iluminación no cumplen ni siguen ninguno de los estándares.
Algo muy importante de las casetas es la decoración, como parte del encanto y la elegancia de estas, en las que hay una serie de normas que hay que cumplir. Las casetas consisten en un rectángulo de cinco metros de ancho y 20 metros de fondo, en el caso de un sólo módulo, algunas casetas tradicionales llegan a tener hasta cuatro.
Sobre la estructura metálica de la caseta se instala una lona que la cubre, esta debe ser de colores claros, permitiéndose tonos uniformes o rayados o telas a rayas de colores vivos. Las casetas son abiertas y solo se instala una pequeña baranda metálica o de madera de 0,80 a 1,10 metros de altura para delimitar la caseta con la calle. Para la decoración se recomienda temas tradicionales y se utilizan materiales y elementos tradicionales y al menos un farol granadino colgado en el centro de la pirámide de la caseta y farolillos de papel colgando en guirnaldas.
Completan la decoración interior las macetas con geranios y claveles, junto con azulejos decorativos y los muebles de madera con manteles bordados, que añaden un toque de frescura. Todo rematado con una iluminación suave y cálida de lámparas y luces de feria, ya que no se podrán incorporar a la decoración luces de colores, fijos o destellantes, ni se podrá realizar atenuación o mantener en penumbra la caseta.
Cada caseta deberá disponer necesariamente de una pista de baile proporcionada a su superficie, no pudiendo ser ocupada con mesas ni sillas. Estas zonas reservadas como pista de baile se podrán utilizar para servicios de comida al mediodía y para la cena, luego las mesas y sillas serán retiradas para dejar la pista de baile libre.
Las casetas tradicionales emitirán preferentemente música tradicional tal como sevillanas, rumbas, etc. Sobre todo durante el día y el tardeo, por la noche podrán emitir música más comercial como reggaeton, techno o pop.