¿Qué sabemos del tabaco? Los bulos sobre el tabaquismo, normalizados entre los millennials
El proyecto Salud Respiratoria del Departamento de Medicina de la UGR, a través del Aula Oximesa-UGR, realiza un estudio en el que se revelan las claves sobre las falsas creencias acerca de este hábito, sobre todo entre los jóvenes
El tabaco es, tras el alcohol, la segunda droga más consumida. El control del tabaquismo desde las instituciones públicas ha conseguido reducir esta epidemia en las últimas décadas, principalmente en países desarrollados. A pesar de ello, en España, tras el primer impacto que supuso la aprobación y aplicación de la ley de medidas sanitarias frente al tabaquismo y reguladora de la venta, suministro, consumo y publicidad de los productos del tabaco, se ha producido un repunte del consumo diario de tabaco del 30,8 al 34%.
La realidad en este momento es que los jóvenes continúan incorporándose al consumo. Según la última encuesta realizada en España en estudiantes de entre 14 y 18 años, casi el 40% ha probado el tabaco, un 34,7% lo ha consumido en el último año, un 27,3% en el último mes y el 8,8% son fumadores diarios - 8,6% de los varones y 9% de las mujeres -.
Al mismo tiempo, aparecen nuevas formas de consumo y se desarrollan estrategias tendentes a hacer más aceptable socialmente lo que desde hace tiempo sabemos que es la principal causa de muerte evitable en nuestra sociedad. De hecho, aparecen y se extienden conductas relacionadas con el mismo hábito que hasta hace unos años eran ya muy minoritarias.
El auge del tabaco de liar, asociado a la idea de que es más ‘natural’, aunque sabemos que tiene tasas de carcinógenos y niveles iguales o mayores de CO, nicotina y alquitrán que los cigarrillos tradicionales, es uno de los más evidentes. De la misma manera, la pipa de agua se está convirtiendo en la principal forma de consumo de tabaco en adolescentes de países mediterráneos orientales, y se está extendiendo rápidamente hacia occidente.
En este sentido, el manejo de la información y la ‘matización’ de los mensajes relacionados con el consumo de tabaco son extremadamente relevantes. La industria tabaquera no deja de lanzar nuevas propuestas e implementar estrategias para hacer más aceptable entre los jóvenes el consumo de tabaco. En este sentido, la gran extensión que ha alcanzado el empleo de cigarrillos electrónicos y el auge tan importante que están teniendo los dispositivos de tabaco sin combustión (IQUOS) son buen ejemplo de ello.
Una de las nuevas estrategias para aumentar la penetración de los mensajes en positivo relacionados con el consumo es el lanzamiento de las líneas blue, soslayando la prohibición de etiquetar a las labores de tabaco como light o bajos en nicotina, para asentar el mensaje de que un producto que produce adicción y muerte es un producto “saludable”.
Uno de los frentes en los que se desarrolla de manera más intensa la batalla por el tabaquismo es el de la comunicación y la difusión de mensajes ambiguos, o directamente erróneos, que fomentan falsas creencias sobre el tabaquismo. Minimizar sus riesgos o mejorar su imagen es una de las armas más eficaces que emplea la industria del tabaco.
El papel de los profesionales sanitarios, y muy especialmente de los médicos, es esencial a la hora de enviar mensajes coherentes que puedan influir en el consumo de tabaco en la sociedad. En este sentido, la formación relacionada con el tabaquismo es esencial en futuros profesionales de la salud, y cobra especial trascendencia en la etapa formativa.
Objetivo: localizar las falsas creencias sobre el tabaco
En la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada, dentro de la asignatura de Patología Respiratoria de 4º de Grado, plantearon que “era importante poner en claro que existen falsas creencias relacionadas con el consumo de tabaco” y que contribuyen a que este se perpetúe. En el marco del proyecto ‘Salud Respiratoria’ del Aula Oximesa-UGR, los alumnos realizaron una serie de encuestas, donde participaron in situ, trabajando de primera mano tanto con consumidores como con aquellos que no habían fumado un cigarrillo en su vida.
Se elaboró una encuesta que contenía diez enunciados sobre los mitos relacionados con el tabaquismo, incluyendo también datos relacionados con edad, sexo y nivel de estudios de los participantes.
La encuesta, que inicialmente tenía como objetivo conocer la opinión de los estudiantes de la Facultad de Medicina de Granada y su entorno se extendió, finalmente, consiguiendo datos de una amplia muestra de la población.
Tras realizar una serie de estimaciones y percepciones en torno a un decálogo de mitos estandarizados entre la ciudadanía, el resultado por parte de los alumnos que llevaban a cabo el proyecto fue preclaro. Las falsas creencias sobre el tabaco predominan en aspectos tan importantes como la falta de consideración del tabaquismo como drogodependencia o la normalización, tan relacionada con esta última, de que “se puede dejar de fumar cuando se quiera”, lo que minimiza evidentemente el efecto de la adicción.
Del mismo modo, se sigue pensando que, una vez instaurado el consumo de tabaco, el daño está hecho, y no vale la pena plantearse dejarlo. Pervive, incluso, la idea de que fumar es relajante. Las creencias que se reflejan en el estudio son la argumentación irrebatible del fumador, que muy raramente dejará de fumar teniendo estos conceptos en mente.
De la misma forma, se asocia la idea de dejar de fumar como causa a la hora de engordar, cuando no necesariamente ha de ser así, y en cualquier caso siempre es más fácil controlar el peso que cualquiera de las enfermedades asociadas al consumo de tabaco.
Los jóvenes universitarios, un target para las tabacaleras
De los encuestados, el 67,5 % de ellos son universitarios, donde se supone un mayor nivel cultural y de acceso a la información. Este hecho, lejos de invalidar los resultados, indicaba que aun en el segmento de población con nivel cultural más alto, predominan esta sucesión de falsas creencias, que permean todas las capas sociales.
Tras el estudio, una de las conclusiones más repetidas tenía que ver con la pedagogía. “Es necesario explicar mejor que hay tratamientos seguros y eficaces para ayudar a dejar de fumar, y que siempre, en cualquier circunstancia, es mejor dejar de fumar que seguir fumando. También parece necesario combatir el estigma que pesa sobre los fumadores. Eliminar el concepto de que ‘fuman porque quieren’, extender el concepto de que se trata de una drogadicción y reivindicar que los tratamientos para dejar de fumar deberían estar financiados por el sistema sanitario público”, apuntan en el informe.
Desde el estudio indican, asimismo, que se debería ser consciente de que disponemos de un marco legal que se ha mostrado eficaz para contener la epidemia del tabaquismo, y que los espacios libres de humo son una conquista social a la que no debemos renunciar. En el horizonte, la extrema atención a las nuevas estrategias para extender y normalizar el consumo de tabaco, especialmente entre la población joven. Por último, los miembros del equipo de trabajo agradecen muy sinceramente a todos los participantes la amabilidad que han tenido al responder la encuesta.