Quinientos goles

1) 72-73 Porta gol 500
Imagen del gol 500 del Granada CF anotado por Porta
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El siguiente de esta serie, el gol 500 de Primera, tardó en producirse algo más de tres años y llevó la firma de Porta. No es Porta el primero en la lista de goleadores de máxima categoría (lo era hasta que recientemente lo adelantó El Arabi), pero si hay un futbolista con gol en la historia del Granada CF ése es sin duda Enrique Porta, el único Pichichi en rojiblanco, el de los goles a pares y para todos los gustos. Digno del número redondo que completaba y como preparado para la ocasión, el 500 fue un gol de antología, según lo define José de Vicente en su crónica para Ideal y corrobora José Luis Codina en Hoja del Lunes: Vicente, el del guante en su pie izquierdo, sirvió al hueco para que Porta, que había sido duda por gripe, se adelantara a la defensa contraria y superase al borde del área la desesperada salida del meta coruñés con un toque por alto (sombrero se dice ahora) para remachar a puerta vacía cerca de la línea de fondo y ante la oposición de un contrario, como se ve en la foto de Torres Molina que publicó Ideal. Un gol que hubiera firmado el mismísimo Pelé, dicen las crónicas locales. Esto ocurría el domingo de tiempo primaveral 28 de enero de 1973, en la jornada 19 o segunda de la segunda vuelta de la temporada 1972-73. Venció el Granada al Coruña por 2-0 con la siguiente alineación: Izcoa; Toni, Aguirre Suárez, Fernández (lesionado a los doce minutos, fue sustituido por Aguilera), Falito; Castellanos, Jaén, Vicente; Quiles (autor del 1-0, de cabeza a servicio de Vicente), Porta y Dueñas (sustituido por Oliveros en el descanso). El gol 500 fue de pañuelos y mereció incluso la felicitación de algunos jugadores contrarios. También produjo el efecto de desatar los coros de ¡Poooorta!, ¡Poooorta!, tan típicos de aquellos primeros setenta.

El partido en sí dejó bastante que desear. Casi lo único destacable del mismo fueron los dos goles, en especial el segundo, el de 500, del que dice Codina que fue como un rayo de luz entre tantos despropósitos y desaciertos como se vienen soportando esta temporada. La prensa local comenta que el Granada jugó a un ritmo desesperante y con exceso de horizontalidad, comentarios que no difieren en apenas nada de los que pueden leerse en crónicas de partidos pasados y venideros de este ejercicio. El Granada, concluyen, desespera a sus seguidores con un juego excesivamente parsimonioso y negado ante la puerta contraria, y esto empieza a notarse en las taquillas, que vienen siendo cada vez menos jugosas.

Efectivamente, la temporada del Granada 1972-73 fue más bien mediocre tirando a mala. Se la puede considerar de transición entre las dos mejores de la historia, que siguen siendo la inmediata anterior y la inmediata posterior, la 71-72 y la 73-74, las de los dos sextos puestos finales. El traspaso en verano de De la Cruz y Barrios al Barcelona y el de Lasa al Bilbao debilitaron bastante el once titular de la excepcional temporada anterior y esto unido a los planteamientos excesivamente timoratos del técnico fichado este año, Pasieguito, depararon una liga 72-73 más bien anodina en la que el Granada se desenvolvió casi toda ella en la mitad de la tabla pero que al final se complicó y nuestro equipo acabó con sólo un punto de ventaja sobre los puestos de descenso. El mayor hándicap de toda la liga fue el escasísimo poder goleador de los rojiblancos, hasta completar la segunda temporada (la 69-70 es la única peor) de todas las de primera en que menos goles consiguió el Granada, sólo 25.

«¡Ya verás, ya verás, cuando juegue Echecopar!», es la frase que acuñó Martinmorales en su retablo humorístico pos partido que publicaba Ideal y que puede servir de resumen de esta insulsa temporada. El argentino marcaba goles de tres en tres en la no oficial Copa de Andalucía, pero las autoridades federativas decidieron en diciembre que no colaban los papeles que había presentado como oriundo, así que como turista de lujo permaneció por estos andurriales y sin Echecopar nos quedamos hasta la siguiente temporada, cuando se admitieron nuevamente los extranjeros en el fútbol español. Mientras tanto el Granada no marcaba ni por casualidad y hasta 17 de sus partidos (justo la mitad del calendario) terminaron como habían empezado, es decir, con cero goles a favor de los nuestros. Teníamos todavía a Porta, pero sin Barrios a su lado abriendo las defensas ya no goleaba con tanta facilidad y de los veinte tantos de la 71-72, que le valieron el Pichichi, pasó a sólo once en la 72-73, con todo, casi la mitad del número total de goles rojiblancos.

Y es que no hay comparación de este Granada de Pasieguito con el de la triunfal temporada anterior, en la que los rojiblancos de Joseíto nos obsequiaron con partidos y resultados muy poco vistos por estos lares balompédicos. En octubre, jornada cinco, el Granada todavía no había ganado ni un partido (habría que esperar tres más) y sólo había conseguido un único gol. Demasiado para la malacostumbrada parroquia, que echaba mucho de menos a los idos, de manera que el empate sin goles en Los Cármenes con el colista Betis desató las iras de la grada en contra del palco presidencial y Candi respondió dimitiendo. Pero fue una dimisión de sólo dos semanas y desde su retiro de Torrenueva se lo pensó mejor y volvió don Cándido a su sillón.

Antes, en septiembre, había ocurrido “lo de Aguirre Suárez con el valencianista Forment”, que hizo comentar a su compatriota Adorno que esto era peor que Vietnam y que «a Granada hay que venir con tanques y cada jugador con una ametralladora».

Otro sucedido destacable de esta temporada fue, en diciembre, el “escándalo Bueno”, un árbitro cegato que en Los Cármenes y frente al Atlético de Madrid lió toda una asonada hinchística al conceder un gol del Granada (perfectamente legal) para después anularlo (porque sí) y más tarde no ver un enorme penalti en el área colchonera, mandando seguir el juego mientras el campo estaba invadido de almohadillas y gorrillas retirándolas. El partido terminó 0-1 en medio de un follaero de época y cuando faltaban diez minutos y varios energúmenos habían saltado al campo no precisamente para felicitar las pascuas al de negro.

A pesar de ser la 72-73 una temporada más bien mala para el Granada, hay que resaltar que el seleccionador nacional, Kubala, se acordó de hasta tres rojiblancos para llevarlos a distintas sesiones de entrenamiento. Porta Jaén y Castellanos formaron parte alguna vez a lo largo de este ejercicio de una preseleccción, pero ninguno llegó a debutar con la roja, aunque Castellanos sí que lo lograría a la temporada siguiente.

En la crónica ciudadana, la economía granadina no despega ni a tiros. A finales de enero de 1973 hay en Granada capital la muy preocupante cifra de ¡5.386 parados! (pobres de nosotros) y otros tantos en la provincia que pronto se verán incrementados en 262 cuando a finales de semana cierre una de las minas de Alquife. En otras tierras la concesión por los tecnócratas del tardofranquismo de un Polo de Promoción y Desarrollo Industrial significó que en sus predios florecieran grandes factorías que daban empleo a miles, pero el polo de desarrollo penibético fue por lo visto un polo helado y a estas alturas, cuatro años después de que nos fuera concedido y largamente agradecido con manifestaciones espontáneas de bocadillo y autobús gratis, sólo algunas pocas industrias (entre las que descolla ¡una fábrica de cañas de pescar!) que ocupan a apenas un puñado de granadinos han decidido instalarse a la vera de la Alhambra. Acaban de nacer los polígonos industriales de Asegra y Juncaril, pero ambos ofrecen un panorama en el que más que fábricas lo que ha brotado profusamente en sus parcelas son jaramagos y abrojos. Es un polo que no atrae. A pesar de los beneficios estatales en forma de trato preferencial para el crédito y subvenciones y exenciones a la iniciativa privada, la industria y el progreso que habría de traer y para lo que fue concebido el Polo de Desarrollo siguen ninguneando a esta tierra y apuntando a otros andurriales. Ya se marcharon camino del norte varios miles de paisanos de los que muchos nunca volverán, pero pronto también ese grifo será cerrado por la importante crisis del petróleo que en unos meses se desencadenará.