Rebajan en cinco años la condena a la madre de Alba y mantien los 22 años al padrastro
El Tribunal Supremo ha rebajado en cinco años y seis meses la condena de 20 años y medio de cárcel impuesta el pasado mes de enero por la Audiencia Provincial de Barcelona a Ana María Cano, la madre de la menor Alba, salvajemente golpeada en marzo de 2006 cuando contaba con apenas 5 años de edad.
Tras estudiar los recursos de casación, el alto tribunal retira a la madre la pena por uno de los dos delitos de lesiones por los que fue condenada, relativo a la fractura del brazo derecho de la menor, y mantiene los 22 años de prisión aplicados al padrastro, Francisco Javier Pérez, también por lesiones, malos tratos y delito contra la integridad moral. De la sentencia del Tribunal Supremo, que deliberó sobre este asunto el pasado 14 de octubre, ha sido ponente el magistrado Francisco Monterde.
La Audiencia de Barcelona declaró probado que, entre noviembre de 2005 y marzo de 2006, Francisco Javier P.E. agredió a la niña en diversas ocasiones e, incluso, la ató "fuertemente" a una silla o le hacía tragar en cuchara sus propios vómitos. La paliza del 4 de marzo dejó a la pequeña en coma.
NO PUDO EVITARLO
La rebaja de la condena que le fue impuesta a Ana María por no evitar la lesión producida a la niña en el brazo responde a la consideración por parte del tribunal de que no puede reprochársele a la madre que no actuará concretamente para evitar la rotura del húmero de su hija, puesto que "producida la lesión" por el padrastro, "ya no podía evitarla". No existe, por lo tanto "dolo" (intención de cometer el delito), ni siquiera omisión, ni puede establecerse que la madre omitiera, en este caso, "una actuación que le era debida", según el Supremo.
El Supremo rechaza el resto de motivos expuestos por la defensa de Ana maría Cano aunque concreta que "su participación en el delito acaba cuando dejó sola a su hija Alba con Francisco Javier". Respecto a este último, inadmite todos los argumentos expuestos por su abogado defensor y añade que "la imposición de las penas en los máximos legales se justifica por la gravedad de cada uno de los hechos cometidos".
El alto tribunal recuerda lo dicho por la sentencia de Barcelona en el sentido de que la madre accedió a dejar a Alba al cuidado de su padrastro aún sabiendo que éste "cuando se encontraba a solas con su hija la sometía a todo tipo de agresiones y vejaciones". Es decir, subraya el Supremo, "todo lo más que podía esperar es que su compañero pudiera golpear a la pequeña o causarle alguna lesión de importancia, pero no unas lesiones tan extremas en gravedad y en reproche social como las producidas, que excedían con mucho lo que el propio autor material podía esperar como resultado de su actuación".
SECUELAS
Alba sufre un deterioro de las funciones cerebrales muy grave con un trastorno del lenguaje escrito y verbal --se comunica con gestos y sonidos-- y con ausencia de movilidad en la parte derecha del cuerpo, por lo que va en silla de ruedas y depende de terceras personas "para la supervivencia y todas las actividades de la vida diaria", recoge la sentencia.
Además de estas secuelas irreversibles, puede sufrir complicaciones pues hasta ahora ha rechazado todas las prótesis para paliar la pérdida de hueso craneal a causa de varias infecciones.
La sentencia rememora la paliza de la noche del 4 de marzo de 2006, cuando el procesado dijo a la acusada, Ana María C., que bajara a la calle con Maite mientras él le ponía el abrigo a Alba. Cuando se quedaron a solas, Francisco Javier P.E. "zarandeó brutalmente y con tal violencia a Alba que le provocó un hematoma subdural".
Al ver que no bajaban, Ana María C. y Maite subieron las escaleras y se encontraron al acusado con la menor en brazos inconsciente --en coma-- y la llevaron "inmediatamente" al CAP de Montcada i Reixac, desde donde fue trasladada al Hospital Vall d"Hebron.
El tribunal también considera probado el testimonio de Maite, la hermanastra de Alba, que presenció los malos tratos y empezó a hacer lo mismo en sus muñecas, como relató su madre en el juicio. El padrastro de Alba tapaba la boca a la niña de Montcada con un precinto y le obligaba a beber agua con una jeringuilla.