¿Reciclas tu basura emocional?
Cuida las expectativas, piensa en positivo, voluntad con acción, sal de tu zona de confort, acepta y no olvides, potencia la autoestima, crítica constructiva y comunica
A lo largo de mi vida profesional he convivido con equipos diversos, cuyo clima emocional resultaba muy importante para sentir BIENESTAR EN EL TRABAJO, lo que influía en el rendimiento y en los avances del equipo.
Junto a estos buenos climas a partir de buenas relaciones personales, buen proyecto y buen reconocimiento del saber, había y hay personas que a veces arrastraban y arrastran CARGAS de “RESTOS EMOCIONALES” no reciclados que expandían y siguen expandiendo en su día a día en los tiempos de desayunos, descansos y en las reuniones de equipo y que sembraban y siguen sembrando el malestar y el desánimo.
Es muy común que cualquier miembro del equipo, a menudo se comunique con un lenguaje poco filtrado por la razón y la consciencia y que usa frases dirigidas a compañeros o pacientes, portadoras de SUSTANCIAS TÓXICAS y de VIRUS y BACTERIAS en forma de tono irónico, volumen agresivo, acusaciones y amenazas, gestos de superioridad y exigencia, ademán despreciativo e, incluso, con contenido claramente “RABIACTIVO y RADIACTIVO”, lleno de “QUEJAS múltiples”, de ironía, de juicios y menosprecios y de etiquetas y generalizaciones.
Esto suele ocurrir por una falta de “RECICLAJE EMOCIONAL” debido a una mirada “NO CLARA” que quiere priorizar el fondo por la forma sin prestar la atención debida al impacto emocional que producen su actitud o sus palabras generando BASURA EMOCIONAL en su entorno de la que a su vez esa misma persona seguirá bebiendo para seguir contaminando.
¿Qué podemos hacer?
- El primer paso es “PRIVATIZAR LA BASURA”. Si la basura es tuya, te tienes que interesar tú por ella y no dejar que sean otros los que “carguen con lo tuyo” y mucho menos que “lo tengan que limpiar”.
- Y el segundo, tener en cuanta que tus rabias, frustraciones, miedos, tristezas y ansiedades ante la realidad diaria, deben SER ATENDIDAS MUCHO ANTES DE QUE SE CONVIERTAN EN BASURA y terminemos “vomitándola” encima de otros, en forma de broncas, mala o nula comunicación, prisas, poca claridad en los objetivos, exigencias más allá de lo alcanzable, confusión en lo que esperamos de los demás, etc.
Algunos ejercicios diarios que pueden ser útiles son:
- Aceptar lo que siento: darme cuenta, ser consciente.
- Mostrar lo que siento de forma asertiva y además respetuosa al máximo.
- Enfocar la atención en mi emoción.
- Buscar algo de provecho de ella, las emociones nos dan información de algo importante de nosotros.
- Comprender que el otro puede ser el resorte que dispara mi emoción, no el culpable de ella.
- Tratar de ver lo que ocurre en el fondo, como si buscáramos un tesoro.
- Ampliar la consciencia para “ver” más allá.
- Cuidar de no contagiar negativamente a los demás con mis prejuicios, que probablemente dispararon la emoción (sobre todo si somos responsables de otras personas).
- Poner antivirus para no infectar a otros
- Plantear vacunas que ayuden a prevenir infecciones en las relaciones interpersonales.
Las emociones y los sentimientos suelen ser “LUZ” con distintos tipos de filtros. Es importante saber utilizar el FILTRO del miedo, de la frustración, de la tristeza, de la rabia, del optimismo ilusorio, del pesimismo obsesivo, etc. Es importante ser conscientes del tipo de filtro que estamos usando y que necesitamos para ver lo que ocurre más allá de nuestra piel.
Si además somos capaces de “ACOMPAÑAR” a nuestros compañeros y pacientes en esta sutil tarea de detectar los filtros que usamos y evitar contagiar con ellos a los demás, estaremos dando un gran salto cualitativo como personas y como profesionales, ayudando a otras personas.
¿Cómo librarnos de la basura emocional ?
1. Cuidado con las expectativas.
No podemos negarlo. En ocasiones las personas nos fijamos unas expectativas muy altas a corto plazo. Esperamos mucho de nosotros mismos e incluso de las personas que nos rodean.
Este suele ser el error que cometen muchas personas y que, sin que nos demos cuenta, acaba ocasionando una elevada frustración, e incluso ciertas depresiones. ¿Lo ideal? Gestionar tus objetivos día a día, prestando atención al ahora, a lo que somos, a lo que tenemos, a lo que hoy nos puede hacer feliz.
Tendemos a fijarnos demasiado en lo que consideramos que nos hace falta, y esto nos dificulta poner atención en lo que somos, sentimos y pensamos en nuestro día a día. No podemos saber lo que va a pasar de aquí a cinco años, pero sí podemos gestionar adónde queremos llegar dando pequeños pasos desde el hoy. La mejor manera de no excedernos en nuestras expectativas será establecer pocas y a corto plazo, al hacerlas alcanzables ganaremos confianza.
2. ¿Qué tal si pensamos en positivo?
Ser positivo supone vestirse con una nueva actitud, supone hacer un esfuerzo diario. No ver limitaciones, fijarse en las posibilidades. No ver crisis, intuir oportunidades de mejora y esfuerzos personales. Ser positivo no es solo dibujar una sonrisa en el rostro, que también, supone interiorizar energías y esperanzas.
Los pensamientos negativos generan una enorme cantidad de malestar, y su manifestación común es la ansiedad. Los positivos, en cambio, provocan todo lo contrario a nivel emocional. Así, con afirmaciones positivas, lograremos modificar el pensamiento a través del uso del lenguaje. Se trata «de que te creas lo que te dices, no solo que te quedes con las palabras: "me quiero", "me valoro", "soy capaz"... Hay que animarse a potenciar aquello que uno quiere atraer y el pensamiento abrirá el camino emocional que le ayudará a cualquiera que lo haga.
3. Voluntad con acción
De nada nos vale desear algo, querer iniciar una mejora o un cambio si no ponemos parte de nuestra voluntad. Cabe decir en primer lugar que antes de la voluntad y la acción, está el reconocimiento. ¿Sabes de dónde procede esa “basura” emocional, sabes qué la causa? Entonces, no lo dudes… es fundamental actuar.
Voluntad sin acción es papel mojado. Cuando nos sentimos decaídos, lo primero que perdemos es la voluntad. Sabiendo que la voluntad es nuestra capacidad para decidir si realizar un determinado acto o no, ¿por qué escoger quedarse en la oscuridad pudiendo ver la luz?. Para tener una buena predisposición a la acción voluntaria es fundamental ser receptivo, priorizar los pasos, visualizar positivamente aquello que queremos que suceda...
4. Aceptamos, pero no olvidamos
Aceptamos lo sucedido. Aceptamos la pérdida, el error, el cambio o la responsabilidad… y después, lo superamos. Aceptar y superar lo ocurrido, es esencial y necesario, pero aquellos que esperan “olvidar” sin más lo sucedido están en un error.
Las personas no tenemos la misma facultad de los ordenadores de enviar a “la papelera de reciclaje” aquello que nos hizo daño o que ya no deseamos. Es decir, LA BASURA EMOCIONAL NO SE OLVIDA, SE SUPERA. Y más aún, el no olvidar nos permite a su vez poder aprender de y adquirir experiencia vital. Es la mejor facultad del ser humano.
Por tanto, no se olvida, se supera. Superamos relaciones, miedos, malestares, frustraciones, pérdidas y heridas emocionales. Eso sí, el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional y pensar constantemente en borrar nuestros recuerdos negativos no hará más que hacerlos más conscientes. Por eso para que un malestar se supere no podemos negar que exista, necesitamos admitirlo para cambiarlo.
5. Salir de la zona de confort
La zona de confort es ese ámbito en que nos sentimos seguros, ahí donde disponemos de cierto control de todo aquello que nos rodea. Pero en ocasiones, para lograr mejorar en nuestra vida nos es necesario dar el paso fuera de esa zona, para iniciar nuevos proyectos con los que salir más fortalecidos.
¿Cómo salir de la zona de confort? Se aconseja al respecto explorar nuevos horizontes y dejar que la vida nos sorprenda. Perder el miedo a avanzar, a descubrir nuevos mundos y buscar oportunidades que nos aporten nueva sabiduría. Cuando decidimos explorar más allá de los límites que nos autoimpusimos y autoimponemos empezamos a entrar en lo que se conoce como "zona de aprendizaje".
6. La actitud determina el estado de ánimo
¿Alguna vez hemos tenido la sensación de vivir un día pésimo desde que te levantas hasta que te acuestas? o, por el contrario, ¿no hemos pasado que de repente sentimos que nos comemos el mundo y que todo lo que acontece alrededor parece estar en sincronía con nosotros? Lo que determina uno u otro es la actitud con la que nos enfrentamos a él. El mundo según lo vemos no es más que un reflejo de nuestro estado interior: cuanto más optimistas seamos a la hora de interpretar lo que nos pasa, mejor valoración haremos de nosotros mismos (autoestima) y mejor adaptación al medio tendremos. Por tanto, toda actitud positiva comienza por tener una autoestima saludable.
La Autoestima es el camino al bienestar. Quiero, puedo, me lo merezco. Para ello, tenemos que tener claro que lo que nos define no son las opiniones positivas que los demás puedan tener o las críticas a las que nos veamos expuestos, sino la valoración que hacemos de nosotros mismos. Es decir, de la autoestima.
Para hacer que mejore, se recomienda que nos aceptemos, tengamos confianza plena en lo que hacemos, nos cuidemos a nosotros mismos, seamos autosuficientes emocionales, aprendamos a poner límites, realicemos autocrítica constructiva, sepamos que somos los únicos responsables de lo que nos pasa, nos dediquemos un momento al día solo para nosotros, y apostemos por el sentido del humor, entre otras muchas cosas que podemos hacer.
7. Críticas, ¿constructivas o destructivas?
Lo que diferenciará que una crítica sea catalogada de constructiva o destructiva será la intención con la que se dice, las palabras que se escogen y la manera de decirla. Pero por muy destructiva que sea la crítica, si no se le da importancia, no se vivirá como una ofensa. Asimismo, cuando seamos nosotros los que formulemos la crítica, no debemos ser apresurados a la hora de opinar, debemos dejar claro el aprecio, basarla en el respeto, y expresarla en el momento adecuado... además de ser conscientes de que el otro tiene derecho a réplica.
8. La comunicación, por último, como base del equilibrio emocional
Resulta imprescindible saber comunicarnos, entendernos y comprendernos los unos a los otros. Una buena o mala comunicación puede marcar la diferencia entre tener una vida feliz o tenerla llena de problemas. Para que la comunicación sea efectiva y emocionalmente sana partiremos de las siguientes premisas:
a. Tendremos la actitud adecuada
b. Nos centraremos en un tema en concreto
c. Escucharemos con atención
d. Nos expresaremos de forma clara y directa
e. Diremos lo que pensamos y sentimos,
f. Aceptaremos la opinión del otro
g. No daremos nada por supuesto
h. Preguntaremos, y
i. Seremos coherentes con lo que decimos y lo que expresamos de una manera no verbal.
¿Cómo se acompaña a otros para superar la basura emocional?
Interesándonos por su percepción. Preguntando cómo ven lo que está ocurriendo, cuál es su punto de vista sobre los objetivos que queremos conseguir, sobre lo que esperamos de ellos y lo que pueden esperar de nosotros.
Preguntar por sus intereses personales para tratar de alinearlos con los nuestros. Y cuanto antes mejor.
La clave está en atravesar lo aparente, traspasar la superficialidad en la que a menudo nos instalamos.
De esta forma, estaremos transformando el “miedo ambiente” en “medio ambiente ecológico” donde poder expresarse sin miedos.
La gente tiene mucha necesidad de encontrar su equilibrio emocional y es fundamental buscar un medio de fácil acceso donde poder expresarse y aprender sobre sí mismos.
Reconocer nuestros éxitos y los éxitos cercanos para poder celebrarlos de manera genuina y contagiar satisfacción, confianza y entusiasmo a nuestro alrededor, facilita la colaboración y el afecto. Entonces estaremos en el camino de la excelencia personal y profesional.
Comentarios
2 comentarios en “¿Reciclas tu basura emocional?”
Francisca Gonzalez De La Vega
22 de octubre de 2018 at 16:22
Ojala todo esto se enseñara en los colegios, en las universidades, en las empresas, tendría que ser un objetivo del propio estado tener ciudadanos no solamente competentes a la hora de sumar y restar, o saber muchas otras materias. Se olvida, de una de las enseñanzas mas importantes para el ser humano.
Así como la inteligencia emocional, que no se valora en ningún test de conocimiento.
La frustración, en las familias, colegios o empresas lleva a los ciudadanos a la amargura, que transmiten unos a otros y es difícil convivir con estas personas.
Desde TU posición podrías promover.
Atentamente.
Rosa Mª Parreño Ariza
17 de noviembre de 2018 at 03:14
Te felicito por el gran articulo y la reflexión que haces sobre la basura emocional. Muy interesante.