El recuerdo de Ana Orantes sigue vivo 23 años después de su asesinato

Recordamos la muerte de esta granadina, que supuso un punto de inflexión en la lucha contra la violencia de género en España

Violencia_de_genero-Mujeres-Machismo-Reportajes_262737455_54420553_1706x960
Ana Orantes, la granadina asesinada en su lucha contra la violencia de género | Foto: Canal Sur TV
Laura Gálvez
0

Granada hoy amanece encapotada, el cielo luce igual que hace 23 años, cuando enterraron a Ana Orantes. Todos los granadinos conocen su historia o han oído hablar de ella, su muerte marcó un antes y un después en la lucha contra la violencia de género, ya que hasta el año 1998 no se tomaron cartas en el asunto para erradicar esta lacra social, sino que los asesinatos cometidos eran tachados de "crímenes pasionales".

“No podía respirar. Yo no podía hablar, porque yo no sabía hablar, porque yo era una analfabeta, porque yo era un bulto, porque yo no valía un duro... Yo tenía que aguantar que me diera palizas. Paliza sobre paliza". Así lo contó Ana el 4 de diciembre en el programa de Irma Soriano De tarde en tarde que se emitía en Canal Sur. Por fin, tras 40 años de malos tratos por parte del que entonces era su exmarido, se decidió a denunciar públicamente las palizas, humillaciones, vejaciones e insultos que recibían ella y sus hijos a diario.

Solo 13 días después de aquel programa, concretamente el 17 de diciembre de 1997 en su casa de Cúllar Vega, José Parejo, su exmarido, la ató a una silla y la quemó viva rociándola con gasolina y prendiendo un mechero.

Parejo fue acusado de asesinato y sentenciado a 17 años de prisión. Falleció de un infarto en la cárcel, en noviembre de 2004, con 69 años. La nueva ley española sobre la violencia de género entró en vigor un mes después.

Ana acudió hasta en doce ocasiones a la policía, pero siempre en vano, pues en esa época no existía ley que la amparara. Finalmente acudió a la televisión a contar su situación, a visibilizar algo que ocurría en muchas casas españolas pero de lo que nadie quería comentar nada, quizá por miedo, quizá por costumbre y resignación. Ella se atrevió cuando nadie hasta el momento había sido capaz de hacerlo, bajo la amenaza de Parejo, como bien comentó en el programa.

Se casó a la temprana edad de 19 años, dejó a su familia para irse a vivir con sus suegros mientras su marido se encontraba en la mili. Ana tuvo un total de ocho hijos, las peleas en su hogar eran frecuentes, e incluían celos y maltrato físico y psicológico. Parejo no la dejaba ver a su familia, ni acudir a las bodas de sus hermanos. Sus hijos sufrían de contemplar la situación así que apoyaron a su madre a pedir el divorcio y no fue hasta 1996 cuando se lo concedieron.

Además de problemas con la bebida, Parejo poseía unos celos desmesurados. En una ocasión, Ana llevo a su hijo al médico y al volver a casa se encontró la puerta cerrada y la excusa de su marido fue que "ella no había ido al médico, había ido a acostarse con todos los tíos del Albaicín”.

Una de sus hijas, con solo 10 años, le contó a Ana que su padre le había tocado los muslos de forma inapropiada bajo la mesa durante la cena. Ella inmediatamente confrontó a su marido y él acusó a la chica de inventarse esa historia, acto seguido golpeó a su esposa y le advirtió que no lo denunciara. Después de eso, la chica se asustó y “a partir de ahí ya no me decía nada”, dijo Orantes.

Más de veinte años después, María Martín, portavoz de la Asociación Feminista de Granada 'La Volaera', hace una crítica al sistema judicial: "Ella sabía a lo que se exponía yendo al programa, porque de hecho un juez la obligó a convivir con su exmarido y eso fue su sentencia de muerte; ¿quién le pide responsabilidades a los jueces?" se pregunta al respecto.

María comenta que la sociedad no ha cambiado "estamos retrocediendo en derechos, la cuota de violencia en menores ha retrocedido, antes se empezaba a los 18 años y ahora tenemos en la Asociación víctimas de violencia de género con 14 años".

La muerte de Ana Orantes fue conocida internacionalmente, incluso el periódico The New York Times se hizo eco de su historia. Esta desgracia dio pie a la creación por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de un informe llamado Violencia contra la mujer. Un tema de salud prioritario en el que afirmaba que “la violencia contra la mujer es una causa de muerte tan grave como el cáncer”, donde, además, se exigía a los medios de comunicación que cambiaran la forma de exponer la violencia, pues ejercen un papel fundamental en la sociedad.

En España, el cambio fue más tardío, concretamente en el 2004 con la creación de tribunales destinados a la trata de estos temas, la capacitación de un número telefónico (016) para exponer los abusos sufridos, y la entrada en vigor de la Ley Integral contra la Violencia de Género, ley que, según la portavoz de 'La Volaera', "está obsoleta y necesita actualizarse".

Ana Orantes se atrevió a dar la cara públicamente públicamente por todas las mujeres que se encontraban en su situación y decidió asumir las consecuencias. Gracias a ella, podemos ir avanzando como sociedad y mejorando día a día. Pero sin dejar de pensar que "a las mujeres nos siguen asesinando por ser mujeres. A Ana Orantes hay que rendirle siempre homenaje, no podemos olvidar nunca su historia", sentencia María Martín.