Resumen de 2023 | Permanencia, ilusiones renovadas, un bicampeonato y la nueva estrella de las dos ruedas

La salvación in extremis del Covirán, su segunda temporada en la ACB y las gestas de María Pérez y Carlos Rodríguez son algunos de los momentos destacados a nivel deportivo de este 2023

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Momentos destacados del año para el deporte granadino | Foto: GD
Ainoa Morano
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Adiós a un 2023 de primeras veces, experiencias únicas y un poco agónico, pero sobre todo, lleno de felicidad y momentos inolvidables en lo que a Covirán Granada se refiere. Echando la vista atrás, se puede sonreír por lo conseguido y mirar al 2024 con la mayor de las ilusiones, algo difícil de imaginar cuando comenzó el año. Los rojinegros arrancaron el nuevo año con el pie izquierdo. La no continuidad de Prince Ali, llegado in extremis para el comienzo de la temporada y que se presuponía que seguiría formando parte de la rotación para lo que restaba de año, sumado a que el equipo trataba de sobrevivir gracias a su buen arranque de temporada, con cinco victorias en su casillero, las lesiones de Luke Maye y Cristiano Felicio, sumado a un Dejan Todorovic aun de baja y casi sin fecha de regreso, seguían lastrando a un equipo que solo quería cortar su mala racha de cinco derrotas consecutivas cuanto antes. Un cambio de dinámica que no llegaría hasta febrero.

Los de Pablo Pin comenzaron el 2023 recibiendo a Baskonia, un duelo de altos vuelos para buscar una sorpresa que no llegaría. Junto a los vascos, Joventut Badalona, Real Madrid, aquel 15 de enero en el que toda Granada recordó por qué es tan bonito estar en ACB y por qué merecía la pena seguir luchando; Girona y Breogán hicieron sangre a un equipo herido y casi sin capacidad de levantar el vuelo. Llegaron los deseados refuerzos. Mike Moore, Michael Caicedo y Youssou Ndoye se incorporaron a la disciplina rojinegra en el mes de enero, pero su proceso de adaptación llevó al Covirán a sufrir una racha de diez derrotas consecutivas que, al final de temporada, les obligaría a jugarse la permanencia casi en el último segundo de la temporada. Mientras los rojinegros perdían semana tras semana, la zona baja de la tabla seguía moviéndose y escalando posiciones. UCAM Murcia y Monbus Obradoiro consiguieron descolgarse de la pelea por la permanencia, dejando solo cinco equipos como contrincantes directos de los granadinos. Girona ya estaba empatado a victorias, Zaragoza sumaba cuatro y Manresa, Real Betis y Fuenlabrada acechaban con tres triunfos.

Las semanas pasaban y el abismo del descenso cada vez se antojaba más cercano. Tras diez derrotas consecutivas, llegó la primera de las grandes finales. El Covirán Granada recibiría en el Palacio a Carplus Fuenlabrada, claro candidato al descenso y uno de los dos únicos equipos al que los rojinegros habían logrado vencer a domicilio. Aquel 5 de febrero no valían las medias tintas, ni las desconexiones, ni los errores en los minutos finales. Si se quería mantener el sueño de la ACB con vida había que ganar sí o sí a Fuenlabrada. La afición rojinegra respondió dibujando el Palacio de las grandes ocasiones. La grada quería celebrar de una vez por todas. Su sueño se cumpliría. El Covirán logró cortar de raíz su maldita mala racha para conseguir el sexto triunfo de la temporada, una victoria que quitaba la pesada mochila de las derrotas y que permitía a los de Pablo Pin respirar con algo más de tranquilidad. Además, el equipo contaba desde ese momento con la vuelta de Luke Maye, claro pilar fundamental del proyecto rojinegro en esa temporada. Eso sí, la felicidad no duraría demasiado tiempo.

El Covirán visitaría en las siguientes jornadas a Bilbao Basket justo antes del parón por las Ventanas FIBA y la Copa del Rey y a Baskonia en la reanudación de la competición, siendo este último el primero de una serie de jornadas decisivas para el Covirán y un encuentro para el olvido por la trifulca entre Lluís Costa y Dani Díez, pelea que le costó al base catalán dos partidos de sanción. Castigo que no cumpliría ante Gran Canaria, siguiente rival de los rojinegros, sino contra Valencia y UCAM Murcia. Tras caer de forma estrepitosa en el Buesa Arena, los de Pablo Pin se encarnarían en el fénix que lucen en su pecho para resurgir como nunca antes de sus cenizas y regalar a su afición una victoria de ensueño ante Gran Canaria. Con siete victorias en el bolsillo, se perdería en la Fonteta, pero se vencería a UCAM Murcia nuevamente en el Palacio, dando así un golpe maestro a la lucha por la permanencia y alzando de nuevo las campanas de que la salvación era más que factible. Sin embargo, aun quedaba demasiada temporada por delante.

Cuando mejor estaba el Covirán Granada, cuando sus refuerzos ya daban signos de que su adaptación se había completado y hasta Youssou Ndoye era capaz de rebotear y anotar, un duro golpe de realidad sacudió los cimientos de un equipo que solo pretendía seguir con su sueño. Ni la progresiva recuperación de sensaciones de Luke Maye, ni los intentos del resto de la plantilla por aportar y cerrar la permanencia lo antes posible impidieron que las malditas derrotas volvieron a aparecer, esta vez en una mala racha de siete partidos perdidos consecutivos ante Real Madrid en el Wizink; Unicaja en el Palacio, derbi andaluz en el que los malagueños pasaron como un rodillo sobre los granadinos; Baxi Manresa a domicilio, Barcelona nuevamente en casa; Girona en Fontajau y duelo directísimo por la permanencia; Lenovo Tenerife en tierras granadinas y Monbus Obradoiro en el Fontes do Sar. Este último encuentro contaba con un gran aliciente o más bien un invitado sorpresa que acabaría siendo el gran mesías en Granada. El club granadino fichó a Joe Thomasson para las últimas cuatro jornadas de temporada, había que obrar el milagro como fuese. La derrota en tierras gallegas dolió y derivaba a un final de campaña agónico, no apto para cardiacos, pero con infinidad de sorpresas.

La llegada de Joe Thomasson a Granada revolucionó el equipo, no solo su juego, sino sobre todo su actitud. Después de mucho tiempo había ilusión, optimismo y esperanza. Quedaban tres partidos, tres finales que debían ganarse sí o sí para seguir un año más en la ACB. La primera contienda sería ante Casademont Zaragoza, equipo al que aun no se había conseguido vencer ni en partido oficial ni en amistosos. La confianza de poder vencer aquel 9 de mayo se borró de un plumazo al conocer la gesta del Real Betis. Los sevillanos, que perdían de once puntos al descanso en su partido ante Bàsquet Girona, endosaron un parcial de 8 a 28 en el último cuarto que les dio un triunfo inesperado y que obliga a Covirán a vencer. De lo contrario, sería equipo de LEB Oro. El mazazo moral se tradujo en un primer cuarto desastroso de los rojinegros. A pesar del mal comienzo, los de Pablo Pin tiraron de fe, garra y orgullo y de un balsámico Joe Thomasson para llevarse un triunfo vital y quedar, junto a Real Betis como únicos contendientes por la salvación pues Fuenlabrada ya estaba descendido.

Tocaba viajar a Sevilla. Un 13 de mayo, una fecha siempre grabada en los corazones granadinos pues fue el día que se consiguió el ascenso y el día que se logró media permanencia. El Covirán solo tenía una opción: ganar. El reto era el más difícil de la temporada pues, desde la tercera jornada, el equipo no sabía lo que era ganar lejos del Palacio. A San Pablo viajaron cientos de aficionados rojinegros para demostrar que, pasase lo que pasase, ellos nunca estarían solos. De nuevo, Joe Thomasson a los mandos con Luke Maye de cinco y Thomas Bropleh de cuatro dinamitaron cualquier opción de victoria de los béticos. No se consiguió el average, pero sí un triunfo que quedará para siempre en la historia rojinegra. Aquel 13 de mayo Granada volvía a sonreír, solo quedaba uno más. 

La gran final llegaría ante Joventut Badalona, aunque no solo había que vencer a los catalanes, sino también que el Real Betis perdiese ante el Real Madrid en el Wizink Center. Aquel 24 de mayo, el Palacio volvió a vestirse gala, más bien de rojo infierno, para demostrar que esta ciudad y este equipo es de ACB. La historia estaba siendo perfecta, el Covirán Granada cumplía al dominar a un Joventut que no se jugaba nada, pero en Madrid el devenir del partido mantuvo en vilo a los granadinos hasta los últimos cinco segundos. El Betis vencía, pero para siempre aclamado en Granada, Nigel Williams-Goss anotó siete puntos consecutivos para arrebatar el triunfo a los sevillanos y darle la permanencia al Covirán. Aquel último tiro errado de los béticos se vio en las pantallas del Palacio haciendo que más de ocho mil almas gritasen al unísono que el Covirán Granada seguiría siendo de ACB un año más. 

Adiós al cartel de 'Novato', hola a un segundo año de ilusiones renovadas

Con la euforia de la permanencia ya pasada, era momento de descansar para la plantilla y trabajar en las oficinas rojinegras. Mike Moore fue el primero en tomas la rampa de salida, una única salida que era un secreto a voces mientras el club anunciaba la que sería la plantilla de su segundo año como equipo de ACB. Primero la renovación, evidente y merecida, de Pablo Pin. Después, Cristiano Felicio. El primer gran pilar del nuevo proyecto ya estaba asegurado. Tras esto llegó el anuncio más inesperado y a la vez el que más alegría suscitó en toda la ciudad. El club lo hizo posible: Joe Thomasson seguiría en Granada un año más. Con Felicio y Thomasson como grandes referentes, la sonrisa en la cara de los aficionados comenzaba a dibujarse imaginando la gran temporada que se avecinaba. Fueron llegando David Kramer, Evaldas Kairys, Kwan Cheatham, Yiftach Ziv y Artur Konontsuk. Mientras tanto, Luke Maye, Petit Niang, Thomas Bropleh, Jacobo Díaz, Dejan Todorovic, Caicedo, Ndoye y Ramón Vilá se despidieron de su etapa como rojinegros. Con la continuidad de Pere Tomás y Lluís Costa que tenían contrato, la renovación de Christian Díaz y David Iriarte, que jugará su último año en Granada y el regreso de Germán Martínez, el Covirán ya tenía a su plantilla para luchar un año más por la permanencia, esta vez con más físico y más talento deseando que el final agónico no se repita.

La pretemporada se saldó con muy buenas sensaciones, demostrando que el club había crecido en ambición y que se podía esperar grandes cosas esta temporada. Había ilusión, pero la realidad de la ACB golpeó duramente a un Covirán Granada aquejado por las desconexiones, los fallos momentáneos y una plantilla con mucho talento, pero sin experiencia en la competición. Cinco derrotas consecutivas ante UCAM Murcia, Joventut, Girona, Baskonia y Bilbao complicaron el inicio de la campaña a un Covirán Granada que mereció mucho más, que mínimo debía llevar un par de triunfos, pero su marcador seguía a cero. La primera alegría de la temporada 23/24 llegó el 22 de octubre, una vez más, ante Casademont Zaragoza. La mochila de las derrotas volvió a caer. Los resultados no habían acompañado hasta el momento, pero sí las sensaciones y ciertos datos que demostraban que este equipo era infinitamente mejor que el del año anterior. Solo había que corregir unos pequeños detalles. Tras el triunfo ante los maños llegarían otras tres derrotas más que harían temblar al club granadino. Había nervios, desesperación y, sobre todo, miedo e impotencia al ver que la estabilidad no llegaba. Los de Pablo Pin perdieron ante Manresa, Real Madrid y Gran Canaria, siendo esta última derrota el golpe más duro hasta el momento pues fue el único partido en el que no se compitió. Cambio de chip y cuatro triunfos en seis partidos que le permiten al Covirán Granada mirar al 2024 con optimismo, conscientes de que el mal momento ha acabado y que, por suerte, las lesiones esta vez no han hecho acto de presencia. Estarán todos, adaptados y listos para hacer del 2024 un nuevo año de felicidad y victorias.

Año de éxitos para los deportistas granadinos

El éxtasis a nivel deportivo en Granada también se ha dado en otras disciplinas deportivas. El verano trajo momentos inolvidables para los deportivas granadinos. La primera, Esther González al proclamarse campeona del mundo con la Selección Española de Fútbol Femenino. Aunque el reprochable e incompresible gesto y actitud de Luis Rubiales empañase un día para el recuerdo, no hay que olvidar que Granada tiene el honor de decir que cuenta con toda una campeona del mundo.

Mismo título que ostenta María Pérez y por partida doble. La de Orce hizo vibrar a toda una ciudad que vivió durante dos días seguidos pegada a la televisión para ver cómo su compatriota se alzaba con dos medallas de oro en la categorías de 20 y 35 kilómetros marcha. Una gesta que será por siempre recordada y que ha permitido a la gran María Pérez llevar el nombre de su ciudad con orgullo por todo el mundo.

El tercer nombre propio de este 2023 ha sido el de Carlos Ródriguez. El ciclista de Almuñécar, con tan solo 22 años se proclamó como la gran sorpresa de un Tour de Francia en el que acarició hasta el último momento el podio. Finalmente, quedó como quinto clasificado, pero su gesta será recordada para siempre por su lucha, su creencia en que podría llegar a completar una gesta solo reservada para los más grandes. No se logró, pero Carlos Rodríguez será uno de los grandes, al menos ya es la nueva estrella de las dos ruedas en su tierra.